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Chile Chile · Concepción
Críticas de Juan Antonio
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Críticas 137
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
22 de enero de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La década de los cincuenta fue la época dorada de los musicales. Artistas como Stanley Donen, Vincente Minnelli o Gene Kelly crearon verdaderas obras de artes. Películas como “Cantando bajo la lluvia” (1952), “Un americano en Paris”(1951), “Gigi”(1958) y “Mi bella dama”(1964), se transformaron en clásicos inmortales del cine, y que al día de hoy siguen siendo referenciados en distintas películas.

Si bien es cierto que en la actualidad el género musical ha tenido un declive y los estudios ya no apuestan mucho por ellos, han habido excepciones en el último tiempo, exitosas y rentables para la industria. Ejemplo de ello son “Moulin Rouge”(2001) y “Chicago”(2002). Este año el musical ha vuelto, y de buena forma.

“La La Land” es la tercera película del director Damien Chazelle, que el 2014 filmó en mi opinión la mejor película de aquel año, “Whiplash”, y que claramente hay que seguirle los pasos. “La La Land” tiene varios puntos altos. En primer lugar, actuaciones correctísimas del dúo protagonista, Gosling y Stone. La ambientación, evoca la época clásica de Hollywood con una fotografía preciosa, destacando por sobre todo los colores vivos. La banda sonora impecable y los movimientos de cámaras exquisitos, sobre todo en algunos números musicales que realmente son extraordinarios, sin parafernalia, pero sí muy elegantes.

Punto aparte es la historia. La gracia de todo musical de calidad es que las canciones y los números musicales hagan avanzar la historia, es decir, que lo que canten sea coherente con lo que ocurre y que la letra de las canciones sea parte del guión y no un mero elemento decorativo. En “La La Land” eso funciona bien, las canciones interesan y cuentan sentimientos y sensaciones de los protagonistas, lo que en mi punto de vista, es todo un acierto. La historia que parece cliché y típica al principio, da un giro importante e inesperado en la última media hora, que es donde la película alcanza el mejor nivel. Mucho me recordó el final a la excepcional película francesa “Jeux d'enfants”(2003), con ese toque de magia, surrealismo, final alternativo impregnado de nostalgia y emoción.

En resumen “La la Land” es una buena película. No sé si alcanzará a transformarse en un clásico como las grandes obras de los cincuenta, pero lo cierto es que el éxito momentáneo lo tiene asegurado, tanto a nivel de público como de crítica especializada, un género que siempre ha sido bien premiado en todo tipo de festivales, incluidos los premios Oscar. Nota 7/10.
Juan Antonio
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6
2 de marzo de 2016
78 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de los premios Oscar está llena de polémicas. A lo largo de sus ochenta y ocho ediciones son muchas las películas, directores y actores que han sido omitidos. Si bien es cierto que estos premios no necesariamente indican la calidad absoluta de una obra, sirven como reconocimiento y como gancho publicitario para que el espectador medio vaya al cine.

Injusticias podemos citar muchas. “Ciudadano Kane” (1941), “El gran dictador” (1940), “Las uvas de la ira” (1940), “Solo ante el peligro” (1951), “La naranja mecánica” (1971), “Taxi driver” (1976), “Apocalipsis Now” (1979). Ninguna de ellas obtuvo el premio a la mejor película. Charles Chaplin, Alfred Hitchcock y Stanley Kubrick tampoco nunca ganaron un premio de la Academia. Eso sí, Chaplin recibió dos Oscar honoríficos.

Si seguimos removiendo la historia, encontraremos que tres cintas han ganado solamente el premio a Mejor Película, perdiendo en todas las demás categorías en que competían. Estas son: “El motín de la Bounty” (1935), “Gran Hotel” (1932) y “La melodía de Broadway” (1929). En los tres casos, tenemos que remontarnos muchas décadas al pasado, cuando aún los premios no tenían la relevancia mediática y tampoco las bases del cine moderno estaban absolutamente instauradas. En la actualidad imaginar que una película se lleve solamente el premio a la mejor película del año, perdiendo en todas las demás categorías, o peor aún, no estando nominada en ninguna otra, parece a lo menos una idea descabellada y sin sentido.

Pues bien, terminando de construir el escenario y el contexto, me abocaré a la ceremonia recién pasada. La premiación se desarrolló en términos normales y predecibles, salvo en algunos hechos puntuales, pero no menos trascedentes, y que finalmente coronaron a “Spotlight” como la mejor película del año.

No me gustan las teorías de la conspiración. No creo en ellas. Me aburren. Pero lo que sucedió la noche del domingo en Los Ángeles, California, es a lo menos sospechoso. En primer lugar, la cinta ganadora tuvo un total de seis nominaciones, cuando en mi opinión, sobraban dos: Mejor montaje y actriz de reparto, ambos trabajos normales, nada del otro mundo. En segundo lugar, si bien es cierto que el guión de la película está bien construido, para que éste ganara era indispensable que los genios de la Academia sacaran de competencia a los mejores guiones de la temporada; Tarantino por “The hateful eight” y “Sorkin por “Steve Jobs. Y claro, así ocurrió. Dichos trabajos no fueron nominados dejando en bandeja de plata el Oscar a mejor guión para la cinta de Thomas McCarthy. Y teniendo un premio en el bolsillo, es mucho más fácil otorgar el premio mayor, y así se ahorran una polémica infinita o un escándalo histórico.

Finalmente, “Spotlight” se llevó esos dos únicos premios. No seré explícito en lo que quiero decir (para saberlo remitirse al título de este comentario), pero la resolución de aquella noche en el Teatro Kodak, es a lo menos debatible. A todo esto, ¿Tiene “Spotlight” los méritos para ser la mejor película del año?. Para contestar esa pregunta y siendo objetivo en el análisis, hay que decir que es una película correcta, bien escrita y bien actuada (en especial por Ruffalo), pero a la vez es una cinta fría, sin alma y poco valiente en cuanto al tema que trata (hace 20 años, quizás puedo haber impactado). En el cine, y como en todas las manifestaciones artísticas, uno de los aspectos más valorados de una obra tiene que ver con los riesgos que asume el artista para consumar su trabajo,asi como también, la innovación y la pasión con la que construye el producto. “Spotlight” carece de todo ello, y tomando en cuenta eso, “The revenant” e incluso “Mad Max: Fury road” asumen riesgos cinematagráficos con un éxito y un resultado espléndido, superando a la vencedora. Ya sabiendo la respuesta a mi autopregunta, y para finalizar, me limitaré a decir, que siempre la historia se ha encargado de colocar donde se merecen a las grandes obras y grandes artistas, así como también a los que no lo merecieron tanto. Esta no será la excepción.
Juan Antonio
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8
11 de enero de 2016
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarantino es un genio. No tengo dudas de aquello. Su ópera prima, “Reservoirs dogs” (1992) lo catapultó a la fama y le dio el peso necesario para filmar su obra maestra por excelencia, “Pulp fiction (1994). Su tercera película “Jackie Brown” (1997) lo confirmó aún más como un excelente director de actores. “Kill Bill: Volumen 1” (2003) es probablemente una de las mejores películas de acción de la primera década del siglo XXI y el segundo volumen una continuación que cierra de forma precisa un díptico lleno de sangre, pero elegantemente bien rodado. Luego viene “Death proof” (2007), quizás su película más baja, pero no menos interesante. Con diálogos que no tenían la chispa de anteriores trabajos, pero que contiene una de las mejores persecuciones automovilísticas que se han filmado.

A partir de “Bastardos sin gloria” (2009) comienza a mantener un nivel insuperable. Es quizás uno de los pocos directores que sigue año a año cumpliendo las expectativas del público y la crítica. Coloca a Christoph Waltz en el primer lugar del podio con esa actuación memorable interpretando al coronel Hans Landa, convirtiéndolo en uno de los villanos más recordados de los últimos años. “Django desencadenado” (2013) confirma a Waltz como un actor de excelencia y a DiCaprio a años luz de lo que fue su protagónico en “Titanic” (1997), elevando su trabajo a un sitial donde pocos pueden llegar.

La octava película de Quentin Tarantino es otra pieza maestra. “The hateful eight” (2015) nuevamente confirma al director norteamericano como uno de los mejores guionistas en la actualidad. Su trabajo escribiendo esta última película es sencillamente para aplaudirlo. Una historia llena de referencias a otros grandes maestros del cine y llena de autoreferencias que alimenta de todas sus películas anteriores. Pero seguramente, y para el que ha tenido la suerte de revisar con cuidado su filmografía, encontrará varias similitudes con su primera cinta, sobre todo en lo teatral de la puesta en escena y la riqueza de los detalles que contiene su guión.
La dirección, la música compuesta por el inmortal Ennio Morricone, la fotografía y las actuaciones de unos actores espléndidamente bien dirigidos, sitúan a esta película como una obra completa, que va aumentando poco a poco la intensidad para desembocar en lo que ya conocemos en sus obras, sangre y más sangre, pero con un concepto clave por delante, la justicia.

¿Es Tarantino un cinéfilo?, Si, lo es. ¿Ha inventado algo nuevo dentro del séptimo arte?. Quizás no mucho. Pero lo cierto es que sus películas tienen vida propia, su estilo es único y la mezcla de diversas fuentes nunca han estado mejor conseguidas en una obra cinematográfica. Soy un convencido que para determinar la calidad de una película son necesarias, AL MENOS, tres premisas: la primera emocionar, es decir, que la cinta consiga lo que pretende y que provoque algún sentimiento en el espectador, si es terror que asuste o si es comedia que haga reír. En segundo lugar, nunca saber o intuir el final, es decir, ausencia de clichés y lugares comunes y por último que logre mantener el interés y entretenga dure lo que dure la película y en esas tres cosas este tipo es un genio.
Juan Antonio
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8
28 de diciembre de 2015
37 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejandro González Iñárritu se ha titulado de crack. Ya había demostrado en sus anteriores trabajos un talento innato para crear historias potentes, visualmente arrolladoras y argumentativamente sólidas. “Amores perros” (2000), “21 gramos” (2003) y “Babel” (2006), son algunos ejemplos de ello.

Con “Birdman or (The Unexpected Virtue of Ignorance)” (2014), Iñárritu da un giro a su carrera, tanto en forma como en fondo y consigue una película de altísima calidad. Una dirección maravillosa, tanto a nivel de cámaras como de actores y una fotografía preciosa a cargo de Emmanuel Lubezki. Y de esa forma logra su primer premio Oscar a Mejor director, merecido por lo demás.

Con su última película,“The revenant” (2015), Alejandro González Iñárritu ha tocado el cielo. Poseedora de una fuerza visual sublime, una fotografía impresionante a cargo nuevamente de Lubezky y una dirección excepcional, la convierten en posiblemente la mejor película del año. Tiene algunas de las escenas más impresionantes que se han rodado y seguramente pasará a la historia del cine como una de las apuestas más arriesgadas y complejas, pero sorteada con éxito.

La película es una poesía visual. En el amplio sentido de la frase. Se aprecian influencias de Terence Malick o incluso de la cinta soviética “Masacre, ven y mira” (1985) de Elem Klimov, y en ese sentido se disfruta y se saborea lentamente, pero sin perder el interés en ningún minuto, gracias a un buen y correcto montaje. La banda sonora, a cargo de Carsten Nicolai y Ryûichi Sakamoto, es en todo momento acertada y juega un rol importante en cada una de las escenas.

Mención aparte para el duelo actoral. Tom Hardy y en especial Leonardo DiCaprio realizan un trabajo increíble. Quizás sea el momento en que DiCaprio se alce con su primera estatuilla, esa que tan esquiva le ha sido. Lo cierto es que hay un esfuerzo físico y emocional gigante detrás del trabajo de los actores, consiguiendo en ambos casos unos personajes brutales y salvajes, pero muy bien interpretados.

"The revenant” muestra lo peor de las personas. Seres sin honor, impulsados y motivados por el interés personal, que no dudan en matar si es necesario, carentes de toda empatía y salvajes en el sentido literal de la palabra. Todo ello es reflejado en esta película, que como dije anteriormente es posiblemente la mejor del año. El duelo final refleja la brutalidad de nuestros actos como especie. La venganza y la ira como motivadores y la muerte como fin único. En definitiva, una obra completa. Alejandro Gonzalez Iñárritu lo ha conseguido, y de la mejor forma posible.
Juan Antonio
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8
21 de diciembre de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Continuar la saga de la Guerra de la galaxias después que su personaje principal ha muerto (Darth Vader) era algo muy difícil. Borrar el mal recuerdo que nos dejó “La amenaza fantasma” (1999) y compañía era también muy complejo. Lo cierto es que cuando George Lucas decide no dirigir el episodio VII, y más aún, vende todos los derechos a Disney parecía que todo se derrumbaba. Sin embargo ocurrió algo que pocos creían.

La saga galáctica es casi una religión dentro de los millones de fanáticos alrededor del mundo y decepcionar a esa multitud de creyentes era casi el suicidio de la franquicia. Es por ello, que el “Episodio VII: El despertar de la fuerza” arriesga muy poco. Utiliza fórmulas archiconocidas por todos los “sabios” de la saga y agrega algunas situaciones novedosas que seguro funcionarán como gancho para las nuevas generaciones.

Los puntos altos de esta nueva entrega son varios. Por una parte la estética es reconocible y absolutamente fiel a la original. Tanto así, que incluso se han olvidado de los personajes computarizados y se utiliza mucho maquillaje y disfraces, algo que en mi opinión es todo un acierto, ya que dota a la película de ese neo-clasicismo, que resulta extraño, pero muy efectivo. Es como estar observando una secuela rodada en los ochenta, pero con tecnología 3D y batallas de última generación en cuanto a lo visual. La banda sonora es otro punto alto, aunque también poco arriesgada, ya que John Williams utiliza muchas de las piezas originales, lo que se agradece, pero también se extraña alguna creación que distinga a esta película en el futuro. Los nuevos personajes están en perfecta sintonía con los antiguos, así como también la historia Tiene un equilibrio narrativo que sorprende y un montaje excepcional, que permite que el ritmo no decaiga en ningún minuto de los 136 de duración.

Los puntos bajos pueden ser el constante deja vú respecto a la original y el poco peso que tiene (hasta ahora) el malo de la película. Adam Driver sin dudas debe reivindicarse en las posteriores películas, sobre todo porque el personaje de Kylo Ren es complejo y da para sacarle mucho más provecho. También es un tanto criticable el poco respeto por el uso de “la fuerza”, me refiero a ese aprendizaje express de la protagonista, situación que se aleja de lo que ocurre en las anteriores entregas, donde se requieren años para dominar esas técnicas.

Sumando y restando, “El despertar de la fuerza” es una buena película. Cumple con las expectativas de los fans y también captura nuevos seguidores. La elección de J.J. Abrams como director fue todo un acierto, ya que solamente un fanático puede entender a cabalidad lo que representa “Star Wars” para muchas personas. Apelando a la nostalgia y a una fórmula exitosa, pero conocida, el director ha salido airoso, y eso se agradece. Ver a Han Solo, Leia, Chewbacca, RD-D2, C-3PO y Luke Skywalker treinta años después es emocionante y cuando logras eso en el espectador es imposible fallar. Nota: Como cinéfilo 7/10, como fanático 9/10.
Juan Antonio
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