Hilarante esperpento, que acusa mucho más sus carencias (omnipresentes a lo largo de toda la película) al pecar de una pretenciosa ambigüedad estilística y subrayar su desastroso guión y bajeza narrativa con un despliegue excesivo de medios técnicos. No se puede sustentar todo un largometraje en el efectismo, porque el resultado es vacío e irritante.

El comienzo persigue impactar y no lo consigue, pero según va transcurriendo el metraje, se suceden los tópicos uno detrás de otro para conformar una historia increíble, arbitraria y de desarrollo abrupto, que hace que el espectador sienta que le están tomando el pelo.

“Balada triste de trompeta” ha sido alabada por la crítica en el prestigioso festival de Venecia. Pues bien, mi opinión es que si hubiera perseguido abochornar e indignar a la audiencia, sí que sería una obra maestra:

Estamos ante un thriller que no intriga, una comedia que no hace gracia, un drama que ni llega, ni impresiona, una película de acción que no hace vibrar… Fracasa hasta como producto de serie B porque goza de buen presupuesto y carece de encanto. Lo único que se salva, a mi juicio, es el papel de Carlos Areces (y por los pelos) y la fotografía (me gusta la utilización del color y la luz).

Yo le doy el león de oro al fracaso cinematográfico.

Mona se queda.

Quizá las dichosas expectativas volvieron a jugarme una mala pasada, porque para esta película eran muy altas, pero no se vieron colmadas…

Según mucha gente, ésta es una obra clásica e incluso la exponen en algunas escuelas de cine. En mi opinión, es un film con innegables puntos fuertes: la fotografía, la banda sonora, la interpretación de Dirk Bogarde y una bellísima representación de la melancolía y la decadencia. Pero a estos aspectos les toca salvar una propuesta demasiado pretenciosa y una realización que se recrea tanto en sí misma que puede caer en la pedantería y la insolvencia narrativa.

Normalmente me encantan las películas de ritmo lento y cadencioso, con poco diálogo y mucha carga emocional. El ejemplo más claro es “Érase una vez en América” y la diferencia más clara que veo entre la obra maestra de Leone y la que nos ocupa es que “Muerte en Venecia” carece de una historia tan sólida y bien narrada y, a mi entender, hay un desequilibrio entre su preciosa forma, y su esquemático y tambaleante planteamiento de los acontecimientos. El espectador no sabe muy bien si no se le ha contado casi nada o si es él quien tiene que adivinarlo casi todo (y ahí fracasa la idea de usar tan pocos diálogos).

En definitiva, disfrutable drama con memorables aspectos artísticos, pero poco consistente en la plasmación de lo que ocurre durante sus 127 minutos.

Es una pena que se haya quedado a medio camino…