Haz click aquí para copiar la URL
España España · Mexico
Críticas de Alfie
<< 1 2 3 4 10 52 >>
Críticas 256
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
GasLand
Documental
Estados Unidos2010
6,8
490
Documental, Intervenciones de: Josh Fox
8
5 de diciembre de 2011
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué imbéciles que somos. Nosotros, aquí. Les cuento.

Dice un usuario, con toda la razón, que los americanos tienen ese afán de luchar por sus derechos, de denunciar y exigir a sus gobernantes que les protejan ante los tiburones empresariales que les acechan día sí, día también. Qué envidia, qué espíritu. Resulta que en el subsuelo de los States, ya lo sabíamos desde hace tiempo, se encuentra la mayor reserva de gas natural del mundo. El problema radicaba en la extracción, inviable económicamente hace unos años. Ahora, mediante el fracking, se puede obtener a un precio más que asequible, teniendo en cuenta costes de producción, distribución, etc. Cuál es el problema. El problema es sencillo: usando esta técnica jodes, con todas las letras, lo que venimos a conocer como el Medio Ambiente, y más concretamente lo que da la vida. Aguas subterráneas, superficiales, capas freáticas....todo al carajo. No les voy a explicar que es el fracking. Internet ofrece buena información en estos casos.

Así con estas, los yankees llevan unos años jodiéndose a ellos mismos. Novedad. Pero claro, resulta, como ya decía, que alzan la voz y pelean, porque a eso es a lo que han estado acostumbrados para salir adelante. A día de hoy ya hay moratorias en los estados de New York, Maryland y Jersey donde se prohíbe el uso del fracking. Y estamos esperando un informe definitivo de la EPA (Environmental Protection Agency) que va a acabar con esta actividad criminal que llena de becenos, fenoles, glicoles y demás productos químicos cancerígenos el subsuelo que nos alimentan y sacia nuestra sed. En este momento hay que recordar aquel capítulo mítico donde Homer, ejerciendo de jefe del servicio de recogida de basuras, utiliza como vertedero una antigua mina abandonada que se extiende por las entrañas de Springfield. El final seguro que saben cual es.

Pero decía que qué imbéciles somos aquí. Qué nos gusta adoptar las costumbres y vicios más siniestros del otro lado del charco. Ahora resulta que hay gas en Álava y que el Gobierno Vasco va a comenzar el Proyecto Gran Enara, en el que van a extraer y tantos cientos millones y tantos mil millones de esto y de lo otro. Yacimiento por cierto que hay que explotar por fracking. Yacimiento por cierto cuyos primeros sondeos carecerán de estudio de impacto ambiental (¿alguien duda si lo pasaría después de saber un poco del asunto?). Y sondeos por cierto que cuestan 100 millones de eurazos y que 43 los pondrá el contribuyente. Y Patxi con un casco azul haciéndose fotos y maximizando los resultados de la futura extracción.

No sé si esta crítica quedará anticuada con el paso de los meses, de los años, y eso que relataba ahí arriba quede en fuegos artificiales. Mientras tanto, y si usted vive en el condado de Treviño, vaya comprando litros de Lanjarón. ¡Ah!, ¿no lo dije?, en Francia también prohibieron totalmente está técnica hace unos meses. Creo que estos también tienen por costumbre luchar por sus derechos y su libertad...
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
7 de octubre de 2011
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Redford tiene talento como actor, director, productor e inventor de festivales, está claro. Quizás su última aportación no tuvo el éxito que esperaba en los States; el discurso radical que planteaba "Leones por Corderos" resulta incómodo por aquellos lares. Ahora, en esta nueva cinta, suaviza los términos para conseguir una película mucho más redonda e interesante; Robert es listo…aunque con Newman al lado lo era más, claro. "The Conspirator" es sólida, cuidada, y sigue sin vacilar el sendero marcado por Rossellini: el cine, la televisión, deben servir como mirada lo más fidedigna posible a la historia y cumplir una labor pedagógica, tan ausente en estos tiempos. Este camino, en el que se aventuran muchos, suele caer en el maniqueísmo y la manipulación (véase el cine patrio en general, por ejemplo); pero no se preocupen, ya dije antes que Redford es un tipo listo y desde en principio supo lo que quería hacer: una historia que nunca se había contado.

Porque “The Conspirator” nos cuenta el después, el proceso judicial que llevó a los confabuladores y autores materiales de la muerte de Lincoln ante una corte marcial. Y más concretamente el proceso sobre Mary Surratt (magnífica Robin Wright) y su relación, casi materno-filial, con el joven abogado Frederick Aiken (McAvoy), excapitán del victorioso ejército de la Unión. El film desarrolla un drama judicial marcado por la sobriedad de su desarrollo, las elecciones morales a las que se ven sometidos los protagonistas y al deseo palpable de venganza con el que se muestran las autoridades post-Lincoln. Al final, la historia se centra en una disyuntiva, la disyuntiva, que aparece una y otra vez en los films de la democracia más antigua del mundo (conviene recordarlo de vez en cuando…): ¿debe prevalecer la Constitución ante y por encima de todo?

Redford tiene clara su postura; siempre la ha tenido. Sin embargo, para este proyecto deja al arbitrio del espectador, y ese es su gran acierto, el juicio de si en ocasiones es o no necesario saltar por encima del sacro documento para que prevalezca el espíritu del mismo; difícil decisión. Una vez llegados aquí, el The End, la fantástica canción de Ray LaMontagne (Empty) y Robert consiguiendo lo que quería: contar una historia que nunca se supo haciendo pensar al espectador. Hoy en día, todo un lujo.
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
27 de septiembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Verosimilitud. Inverosimilitud. Disyuntiva que ha acaparado horas y horas de discusiones cinéfilas. A veces nos agarramos a la primera para defender nuestra admiración por un film; en otras, esgrimimos la segunda para repartir lo nuestro. Y viceversa, claro. Sí, se puede decir que esta batalla dialéctica, entre lo creíble y lo increíble, es un clásico en la historia del cine. Pobres criaturitas del séptimo arte (incluido yo, por supuesto) que emplean sus letras en encarnizadas porfías, salerosas y leonesas.

Pero hablemos de entretenimiento, de cine y de arte, y así superamos la anterior discusión que casi siempre suele llegar a ningún lado. Porque, por lo visto, el tal Robert Stroud (personaje en quien se basa la novela de Thomas E. Gaddis y sobre la que se escribe el guión de esta película) era un pajarraco de mucho cuidado, paradigma del sociópata violento que llena de felicidad al mundo metido entre rejas. Al Capone, Baby Face Nelson y Machine-Gun Kelly comparten cartel con este figura entre los más famosos de Alcatraz. Ese tipo, para mí, no hubiera merecido mucho más de lo que le deparó la vida: aislamiento y oscuridad. Pero no es de él de quien hablamos. Hablamos de Lancaster, de ese genio de la interpretación, de su personaje. El Robert Stroud de la película es un hombre admirable, que evoluciona bajo la mirada de Frankenheimer de una manera fascinante, pasando del pendenciero de rostro de piedra al recluso que es capaz de hacer tambalear moralmente al Alcaide (sobrio como siempre Malden) que le juró castigo eterno. Qué bonito es el cine.

Además, remueve conciencias, plantea soluciones y da un nuevo significado a la palabra rehabilitación. Y todo mientras la música de Bernstein, el B&N de Guffey y el rostro de Burt (un claro top ten) conmueven una y otra vez al espectador. Llegados a este punto, ¿a quién le interesa si el verdadero Stroud se parecía al Stroud cinematográfico? Yo, créanme, solo me pregunto por qué no le sacaron de la cárcel y lo metieron en un laboratorio para agigantar la ciencia de la Ornitología…a Lancaster, claro. El otro, proxeneta y asesino, muerto un día antes que JFK y que negó a verse en la pantalla (no se hubiera reconocido), lo pueden enterrar en los infiernos. Por cierto, y hablando de pájaros, también me pregunto qué hicieron diecisiete de ellos sueltos por León; pero eso, eso es una historia que quizás cuente otro día. Seguro que para entonces seguiremos discutiendo entre verosimilitud e inverosimilitud.
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
2 de septiembre de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribía en una crítica anterior sobre “El Puente de Remagen”, de 1969, que el cine bélico en los años sesenta evolucionó hacia un efectismo prefabricado lleno de fuegos artificiales que se alejaba de la psicología verdadera y casi siempre escalofriante de las relaciones humanas que se establecen en un campo de batalla y sus aledaños. Fuller y los años cincuenta –ambos habían vivido en persona las realidades de la guerra- es otro tipo de cine bélico donde el primer plano del soldado, sus pensamientos, sus temores o su evolución hacia el colapso total como ser humano son protagonistas absolutos.

Ya con “The Steel Helmet”, de 1951, Fuller, un veterano en estos envites, había conquistado a público y crítica dejando que aquel soldado de infantería -un enorme Evans que repite aquí-, que aparecía al comienzo del film hundido en su casco y camuflado entre cadáveres, trasladara al espectador la agonía y la dureza de una de las situaciones más límites a las que se enfrenta el ser humano: la guerra. “Fixed Bayonets!” es otra película, encargo para la 20th Century del gran Zanuck y a quien encantó “The Steel Helmet”, que sigue la línea que ha marcado sin duda el posterior cine bélico y que dio luz a la guerra de Vietnam o que hoy intenta trasladarnos las consecuencias de las guerras de Oriente Medio. Esta manera de hacer cine, el realismo bélico lo llamo yo, cae en errores superficiales y evidentes, pecando en numerosas ocasiones de poner poco o ningún cuidado en hacer creíble la realidad del enfrentamiento pero apostando sin embargo por acojonar mentalmente al espectador; no se le carga con el peso de una bala ni se le riega con litros de zumo de tomate pero si se le hace saber como se pueden congelar unos pies, como es la incertidumbre de darte un paseo por un campo de minas o la terrible responsabilidad que conlleva dirigir a un grupo de hombres hacia la supervivencia o hacia la muerte.

Si por Fuller hubiera sido colocaría un francotirador en la sala de proyección -en algún sitio lo he leído- que fuera eliminando a los espectadores para aportar él esa realidad “material”. Mientras, en la pantalla, su cámara hace la radiografía perfecta de la mente del uniformado. Como en esa secuencia magnífica donde en un travelling en la cueva que sirve de refugio al pelotón nos muestra a cada uno de los soldados divagando, con la mirada perdida del que sabe que le quedan horas, minutos, segundos...Llena de frases lapidarias y de las que uno sabe seguro que son las que se pronuncian momentos antes de calar la bayoneta, la película de Fuller vuelve a reflejar de nuevo lo que ya muchos sabemos: los ojos de la experiencia, los que han vivido la guerra en primera persona, miran a través del objetivo de una manera tan inimitable como real, tan fascinante como inigualable.
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
2 de septiembre de 2011
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los años sesenta se filmaron una cantidad ingente de películas sobre la SGM; son batallón. De estas, la mayoría están al servicio del espectáculo promovido por los grandes estudios. A su vez, muchas de las citadas se acercan poco o muy poco a la realidad de los hechos, con una falta de credibilidad que lastran una y otra vez todas estas producciones. La conclusión es clara: en esta década, y salvo las aventuras bélicas de éxito e inspiración infinita tipo “La Gran Evasión” o “Los Doce del Patíbulo”, el cine sobre la SGM perdió calidad con respecto al realizado hasta ese momento y, evidentemente, queda muy lejos de lo que vendría después: Vietnam, sus obras maestras y el regalo de “sangre” ya más contemporáneo de Hanks, Spielberg y nuestra adorada HBO.

“El Puente de Remagen” intenta recrear uno de las últimas bocanadas de aire del Reich mientras su Wehrmacht se ahogaba en las orillas del Rin. La recreación del libro del demócrata de partido Ken Hechler quedó en las manos de John Guillermin, un experimentado en el cine de acción y aventuras ("El Coloso en Llamas", "Tarzán de la India"). La efectividad y solvencia del director con las escenas de bombo y platillo esconden una terrible falta de dinamismo dramático de una historia que avanza en lo artificioso pero que se hunde en lo esencial. Acostumbrados como estamos ya a recibir dosis casi mortales de relaciones soldadescas que bordean el límite de todo lo conocido –por otra parte, como debe ser; no hay nada más inhumano para el humano que la guerra-, el avance de la patrulla del noveno ejército en busca del puente de Luddendorf se convierte en un paseo soporífero que termina cuando se abre esa ventana en la colina y aparece el susodicho elemento arquitectónico, dando paso a un final que, esta vez sí, se llena de ritmo y entretenimiento.

Película que, como curiosidad, tiene el honor, deshonor, vergüenza o desvergüenza, como ustedes quieran, de ser una de las primeras superproducciones grabadas al otro lado del telón de acero, concretamente en Checoslovaquia, aquel gran país lleno de checos y eslovacos. Como siempre, para amantes del cine bélico  que quieran ver como los alemanes ponían pies en polvorosa hacia el corazón de los Nibelungos; también para comprobar que la guerra, cuando es dirigida por un político, se convierte en un auténtico despropósito; curiosamente, como todo lo demás.
Alfie
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 52 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow