Me llevé la sensación de que es una historia mal narrada, a pesar del potencial del material. Su espíritu está lleno de aventura y exotismo, pero desde el prinpicio el director renuncia a una correcta introducción de los personajes y los antecedentes, provocando que el espectador tenga que esforzarse para empezar a situarse y darle sentido al relato. Para mí, una oportunidad perdida para González Molina.

Los personajes está bien trazados en cuanto a su carácter y la ambientación es muy correcta, llena de imágenes bellas que te incitan a irte de safari. En cuanto al reparto, bien las chicas e insuficiente Mario Casas, a pesar de sus notables esfuerzos.

Se puede decir que estamos ante la película de más acción del cine de Hitchcock, una historia trepidante, que te mantiene atado a la butaca durante todo el metraje, sin excepciones. Aparte de este rasgo, nos encontramos señales inequívocas de que el maestro inglés está detrás de la cámara: de nuevo estamos ante un "falso culpable" que, una y otra vez elude la muerte, valiéndose de una pericia e ingenio memorables. Merece la pena ver a Roger Thornhill (Cary Grant) en peligro, porque una y otra vez sale airoso y sus artimañas siempre nos sorprenden. Muestra de esto son algunas de las escenas inolvidables como la de la subasta o la del ataque del avión fumigador. Grant interpreta un personaje divertido, irónico, que no acaba de entender porqué es perseguido, y que se ve convertido en protagonsita de unas de las historias más fascinantes del cine de espionaje. Sobresaliente.

A pesar de un comienzo algo forzado, en lo que al encuentro de los personajes se refiere, y a algunas situaciones y diálogos iniciales algo torpes, el nudo de la trama está mejor conformado. Es una historia de amor que comienza de una forma diferente, aunque los conflictos sociales que se establecen son archiconocidos en el cine, en los que el novio no es aceptado por la familia de ella por su condición social. Los parajes naturales nos ofrecen algunas estampas bellas para recordar, y en cuanto a las interpretaciones me sorprendió Aitana Sánchez Gijón, muy dulce e inspirada y los toques de humor entrañables de Anthony Quinn.

Transsiberian tiene un planteamiento inicial y un desarrollo que apuntan a peliculón. Cuando las dos parejas protagonistas se topan en el famoso tren, se conocen, y se genera una extraña relación entre ellos. Tanto el personaje de Emily Mortimer como el de Edudardo Noriega, tienen un pasado algo oscuro, ambos se observan y se escrutan, y el espectador espera acontecimientos. Está claro que iban a pasar cosas importantes pero ¿Qué? Eso se llama suspense y era la especialidad de un tal Hitchcock. Realmente se nos viene a la cabeza el director de "Vértigo". Ese suspense creado, se nos presenta envuelto en imágenes bellas y genuinas de Sibería y sus gentes, unas surgidas de la cámara digital del personaje de Emily Mortimer y otras de la cámara de cine. Todo eso que me pareció realmente prometedor se desmorona en la última parte. Acontecimientos precipitados, escenas y diálogos poco esplícitos y un desenlace explicado rápido y mal. Como si se les hubiera agotado el celuloide y tuvieran que finiquitar el tema rápido. Además encontramos algunas escenas muy "peliculeras" que comentaré en el Spoiler.

Estamos ante una comedia romántica inverosímil. La dulce Charlize Theron cautiva a un implacable hombre de negocios, y le enseña a vivir a base de pequeños placeres. El chico renuncia a un contrato millonario por convivir con una chica entregada a vivir para los demás. La convivencia, a modo de "comuna", transforma al chico, que ahora se ve enganchado a ese modo de vida. Tan romántico como utópico. Ante sucesos tan ilógicos, el espectador siempre es consciente que está ante una historia de ficción filmada, y no ha lugar a la involucración en la historia ante tanta nube de algodón.

Con esto, tenemos un personaje bipolar, de esos que odio ver en pantalla: el chico ambicioso y controlador que se nos presenta en la primera parte, se torna apabullantemente tierno y sensible. Como por "arte de amor", la sonrisa de "Sara" cambia por completo el sino de "Nelson".

Demasiado dulce e idealista, aunque consigue dejar un halo de romanticismo, un acercamiento al amor platónico.