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España España · Madrid
Críticas de MrRipley
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Críticas 31
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
9 de febrero de 2013
46 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una escena deleznable, sobre la que poco he leído, en esta pelicula de Amenábar. En ella, un tetrapléjico católico, un sacerdote, acude a la casa del protagonista para convencerlo de que abandone su deseo de morir, con unos argumentos católico-iluminados-anti-eutanasia que provocan su comprensible rechazo.
Hay que ir con mucha sutileza cuando se tocan ciertos temas, y si algo caracteriza a A. Amenábar, que sus virtudes debe tener, no es, más que les pese a su legión de seguidores, la sutileza. Toda la secuencia está planificada en torno al sentimiento de triunfo del personaje de J. Bardem, y el fracaso del cura católico POR EL HECHO DE NO PODER SUBIR LAS ESCALERAS. Amenábar convierte esto en un secuencia cómica. Es un "pretendes defender mi dignidad como persona, pero ni siquiera eres capaz de subir las escaleras". El cura tiene que gritar sus "loas a la vida" desde el piso de abajo, ante la sonrisa triunfal del personaje de J. Bardem (al que llamaré siempre así, nunca R. Sampedro).
La moraleja de semejante situación es atroz, y se resume en esto: "un tetrapléjico que desee seguir viviendo, es risible, porque no puede subir una escaleras".
Se me dirá que exagero, que lo que el autor quiere señalar es que hay algo más allá de ser o no tetrapléjico, como es la vileza de ser católico. Que un tetrapléjico que desee seguir viviendo es digno, salvo que sea católico, que es su catolicismo lo que lo convierte en alguien abyecto (más aún, ni siquiera su catolicismo, sino su fastidisoso moralismo sermoneador y ejemplarizante).
Pero incluso plantear eso, tal como se hace aquí, tiene mucho de miserable.
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MrRipley
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10
18 de junio de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído en una de las críticas de filmaffinity a la película un reproche un poco extraño: al protagonista lo confunden con un delincuente al que no se le parece. Eso se indica como un error de casting, un fallo de producción, una mácula dramática del film de Hitchcock...
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MrRipley
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7
7 de enero de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo el esquema de historia de "pérdida de la inocencia" (sea lo que sea lo que se suponga que sea la "inocencia", es un modelo bastante típico de construir historias), la del descubrimiento por parte de un joven del verdadero carácter de su idolatrado hermano mayor, "Su propio infierno" va un punto más allá en desencanto al retratar en toda su sordidez el interior de una familia llena de miserias y odios larvados. "All fall down", dice el título original de esta adaptación de una obra de James Leo Herlihy (igual de explícito, pero menos explicativo y moralista que el "Su propio infierno" con que se tradujo aquí), escritor (y también actor) de homosexualidad declarada, cuya obra más conocida es sin duda Cowboy de medianoche.
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MrRipley
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6
9 de diciembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo voy a defender al niño protagonista; su actuación. El hieratismo que demuestra es buscado, forma parte de su personaje. Hay una escena bastante original en que, en uno de esas típicas representaciones escolares infantiles donde los padres lucen niño ante el resto de padres de su colegio, el protagonista, hábil pianista, comienza a deformar una pieza clásica con disonancias intencionadas (ya ha estado tocando con su tío "a lo Bartok"). El niño muestra su desprecio por la representación escolar con una tranquilidad aristocrática. No le importa nada que los demás piensen que está tocando mal; él sigue con su interpretación con una perfecta indiferencia. No hay tensión en su desprecio, sino una distancia autosuficiente que es lo que realmente repele de su carácter.
El hijo del mal es una película sobre la fragilidad de las relaciones en que se basa eso que se llama "clase media". Retrata a un niño egoísta que planea con una exagerada precisión la destrucción de las personas que le decepcionan o le incomodan; en este caso, sus propios padres. Lo poco creíble de un planteamiento así es esa misma seguridad del niño; la situación real de cualquier niño es demasiado dependiente, está demasiado condicionada por la atención de sus mayores, como para que tanta seguridad en uno mismo sea creíble. Pero bueno, esto es una película. Y a ratos un planteamiento tan difícil, consigue hacerlo convincente. No es poco.
Joshua no perdona; cuando alguien le decepciona una vez, lo excluye de su vida sin compasión. Su egoísmo es perfecto, pero quizás demasiado perfecto.
Sam Rockwell (premio al mejor actor en Sitges) y vera Farmiga, están muy bien.
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MrRipley
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8
21 de septiembre de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se suele decir que la novela siempre es mejor que la película que resulta de ella, pero hay notables excepciones. Un tópico a la altura de este, es recordar Psicosis como ejemplo de película muy superior a su referente literario; algo, por otra parte, no por tópico menos cierto. El espía que surgió del frío podría ser otro ejemplo de, al menos, una adaptación a la altura de la novela que le sirve de base.
Martin Ritt no sólo es el director, sino también el productor de esta adaptación, y es un hecho relevante. Dentro la filmografía del director, es uno de los títulos con mayor implicación personal, y además de un retrato bastante sórdido del "inframundo" del espionaje durante la guerra fría, es una crítica abierta a la hipocresía de las "cloacas del estado" en las naciones llamadas democráticas y liberales. Los dardos son mucho más certeros y envenenados hacia el propio bando; por otro lado es la única opción: elaborar un discurso para destacar las miserias del bando contrario tiene mucho de manipulación política. Por otro lado, Ritt, aunque siempre cercano a la izquierda norteamericana, nunca perteneció al partido comunista.
Sobre esta posición política de Ritt, una de las escenas más reveladoras, se da en la primera cena entre Richard Burton y Claire Bloom. Están sentados a la mesa y en determinado momento en que ella saca a colación la cuestión política, su militancia comunista (mostrando un cartel reivindicando el desarme nuclear -aunque, dicho sea de paso, el partido comunista en general, y en concreto el de la URSS, no fuera precisamente un ejemplo de esa reivindicación en concreto-), se pone en pie, buscando algo en una caja. Ello obliga a cambiar los encuadres; a partir de ese momento, el descreído y cínico Leamas aparece en picado, la activista Nan en contrapicado. Ritt, aquí pero no sólo aquí, y como otros directores clásicos como Robert Rossen, demuestra su afición por los encuadres simbólicos, y no parece en absoluto una mala opción.
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MrRipley
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