La estructura de la película, aunque puede resultar caótica y confusa, me parece perfectamente llevada, llevando al espectador a constantes saltos temporales entre pasado futuro, pero no un pasado y futuro cualquiera, pues en este film el pasado y el futuro no siempre va a ser el mismo. Escenas que nos volverán melancólicos con un gran trabajo fotográfico y musical, y un agonizante y delicioso recorrido junto a su protagonista haciéndonos rememorar, a la vez que a él le sucede, los momentos más dulces y agridulces de nuestras insignificantes vidas (perfecto el recurso tanto del nombre, Nemo, como del apellido, Nobody).

Y si algo hace grande a esta película es la metáfora que encierra. Ningún universo es perfecto, por muy bueno que éste se nos presente.

Aunque peca poco, la película peca (no todo podía ser perfecto). Algunos futuros posibles del protagonista quedan bastante en el aire (el futuro con Jean), incluso hay situaciones en las que dudas seriamente de en cual alternativa temporal se encuentra su protagonista, cuando la cinta, supuestamente, ha avanzado lo suficiente como para haber dejado de preguntarse "donde está" al espectador.

Otro punto crítico es sobre las escenas en las que Nemo es testigo de la construcción de su propio futuro, siendo confusas y no bien explicadas ni detalladas. Además la película tiene varios fallos argumentales (si Nemo ve su futuro, ¿cómo no sabe que una gota arruinará el papel con el número de teléfono de Anna?, y si lo sabe, ¿por qué no le pone remedio?), pero son cosas que acaban siendo insignificantes para un espectador que no acaba sintiéndose estafado por lo visionado a pesar de su final.

Veredicto. Una obra magistral la cual no debe perderse todo el que haya amado alguna vez. Casi redonda.

9/10

La historia trata de un chico que desea ser mayor, como la mayoría de los niños a su edad y cuando su deseo es cumplido por la extraña e intrigante máquina de Zoltar, se arrepiente y quiere volver a ser un niño, salvo por el amor que ha descubierto en su nueva vida, Susan (Elizabeth Perkins). Finalmente con ayuda de su mejor amigo Billy (Jared Rushton), reencontrará la máquina de Zoltar y logrará volver a su forma de niño.

Pero Big no es solo la historia de un niño que se hace mayor y su viaje de regreso a la infancia, es mucho más. Big es una película que nos demuestra como los adultos hemos dejado de ser niños y ello no nos ha mejorado, sino que nos ha empeorado. En nuestra "madurez" hemos dejado de ser nosotros mismos. Guardamos las apariencias, reprimimos nuestros deseos, somos egoístas y estamos obsesionados por el éxito y el dinero en un mundo consumista y competitivo.

Es aquí donde el Josh de Tom Hanks nos da una lección a los adultos de lo ridículos que somos compitiendo entre sí, reprimiendo nuestros deseos y avergonzándonos de nuestros sueños, haciendo una crítica social sobre como hemos madurado.

A pesar de este apunte la película tiene sus lagunas. Sobra decir que la relación entre Josh y Susan carece bastante de credibilidad observando el comportamiento y actitud de Josh durante el filme, pero algún pasaje romántico debían introducir en él, aunque no concuerde con el protagonista (cosas de los guionistas y su búsqueda de ampliar público). Pero si la relación amorosa ya carece bastante de credibilidad no digamos la trama laboral que envuelve a Josh. La facilidad con la que toma un empleo falsificando su currículum y como su director está siempre encantadísimo con él (aunque la escena del piano en la juguetería seguirá siendo memorable), sus ascensos, el detrimento de su compañero mejor formado y más experimentado en su favor..., ficción pura y dura.

En resumen, simpática y entretenida película que gustará tanto a padres como a hijos con puntos de vista diferentes.

8/10

Todo el que sueñe o haya soñado sabrá notar el encanto de la película, la cual nos sumerge en el onírico mundo de Stéphane (Gael García Bernal) donde Gondry, hábilmente, nos confunde sobre los límites entre la realidad y la ilusión tanto como al mismo protagonista, y éste es el principal gran mérito de la película, además de una actuación más que decente de Gael García encarnando al tímido e inmaduro Stéphane, sin olvidar el encanto de Stéphanie encarnada por Charlotte Gainsbourg, la cual acaba enamorando incluso al propio espectador.

Otro gran acierto de la película es utilizar el Stop-motion como pieza fundamental para construir los sueños, otorgando al film de esa magia que torpemente se está perdiendo en el cine por culpa de los efectos especiales.

Pero la película está lejos de ser perfecta. A mi parecer se profundiza muy poco en su protagonista femenino, la cual acaba siendo tan desconocida para el espectador como para el propio Stéphan cuando confunde sus deseos, dejándonos con la sensación de que no acabamos de entender a Stéphanie porque apenas sabemos sobre ella.

Y el otro punto flojo es lo caótica que puede desarrollarse la historia. A pesar de que sabemos que estamos asistiendo a una mezcla de sueños y realidad nos da la sensación de que no acaban de hilarse debidamente, dejando detalles en el aire y preguntas sin responder (la conversación por teléfono, por citar algunos de esos momentos).

Pero en general estamos ante una de esas películas que atrapan por su magia y creatividad, algo que en el cine se lleva perdiendo desde hace tiempo, además de lograr que empaticemos con sus protagonistas y acabemos frustrados porque las cosas no salen como ellos (y nosotros) desean.

8/10

Julie se enamora de Bryce con solo verlo. Diría que esclava de cuentos infatiles o historias románticas de amor.

Bryce por otro lado se comporta de manera más razonable aunque no deja de ser también superficial, porque no mintamos, somos un niño que llega a un lugar nuevo y otra niña nos persigue el primer día sin ni siquiera conocernos. De locos.

Pero aún más de locos que en cuatro años hayan sido incapaces de ponerse uno frente a otro e intentar conocerse. Julie sigue teniendo idealizado a Bryce y éste se siente abrumado por el inexplicable acoso de la chica.

Hasta ahora diría bien, si no fuese porque han tenido cuatro años, cuatro para saber más del otro. Son vecinos, van a la misma clase y aún así se comprenden tanto como el día que se conocieron.

Lo que Bryce y Julie no habían evolucionado en cuatro años lo hacen en unas cuantas semanas, pero eso no es lo importante, insisto.

Para más inri el detonante de que Julie comience a plantearse como es realmente Bryce es una conversación con su padre y que talen su árbol favorito. A su padre no se le ocurre hablar del vecino hasta cuatro años después. Me lo creería si no nos lo pintaran como el personaje, junto al abuelo de Bryce, más sensato de la historia y que están libres de prejuicios y convencionalismos.

Cuando estás acostumbrado a que alguien te acose y de repente deja de hacerlo entonces se cambian las tornas, a quién no le ha pasado. Pero claro, para aceptar esto también tendría que aceptar que la relación final entre estos dos chicos sea realista, pero no, lo siento, Julie es demasiado compleja y tiene tanto fondo que enseguida se aburriría de Bryce, que es tan convencional y superficial como cuando empezó la historia. Si la película tuviese una segunda parte comenzaría con "Bryce y Julie duraron un mes". Siento ser tan cruel con los que quedaron con buen sabor de boca, pero es lo que pasaría en el mundo real.

El gran fallo de la historia sin duda, pero el poco
realismo de la relación entre ambos jóvenes no deja que la crítica social pierda fuerza. "Aún me tienes atrapado".

Por eso planteo algo desde el punto de vista más capaz de ahondar en el mar de detalles que inunda una película que parece tan simple, "Estoy fatal, lo sé".

Huyamos de que guionistas/escritora forzaron una relación de cuatro años para hacerla más "mona" y que luego pretendieron que creyeramos que iba a durar. Es mejor quedarse con la moraleja, que al fin y al cabo es lo importante.

Lo importante es comprobar como somos tan inconscientes de creer que una persona es maravillosa porque nos gustan sus ojos o que otra persona es detestable porque le interesamos en exceso.

El mejor ejemplo es el padre de Bryce. Un hombre frustrado por no haber cumplido sus sueños y que es todo fachada y apariencia. No digáis que no os recuerda a casi toda la puñetera humanidad. Y eso es lo triste, la codicia y el poder son los adalides de la humanidad, mientras que los valores y la bondad son cosa de pobres y marginados.

Cuando ves tan bien sintetizado éste mensaje solo te dan ganas de vomitar por vivir en un mundo así, pero que le vamos a hacer, total, la mayoría de la gente "no es un todo" así que solo les queda aparentar.