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Críticas de Chris Jiménez
Críticas 2.186
Críticas ordenadas por utilidad
Millennium Actress
Japón2001
7,4
6.021
Animación
10
10 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un sueño más importante que el éxito. Un deseo más profundo que el amor. Una promesa más fuerte que el destino.
El genio Satoshi Kon nos invita a formar parte del fascinante viaje que Chiyoko Fujiwara está a punto de iniciar por la senda de sus recuerdos y a través de las edades de la historia y el cine con un único objetivo: la búsqueda del amor verdadero.

Genya Tachibana y su ayudante Kyoji trabajan para los estudios Lotus, y su último encargo consiste en cubrir la entrevista que les ha concedido, tras un largo tiempo sin aparecer ante las cámaras, Chiyoko Fujiwara, la que fuera estrella de la compañía cinematográfica Ginei tiempo atrás, la cual, recientemente, ha sufrido la bancarrota. Sin embargo, para Tachibana, cuyo pasado coincide con el de la srta. Fujiwara y siente un profundo respeto y admiración por ella, no será una mera entrevista.
La otrora actriz narrará sus experiencias desde que entró a formar parte del mundo del cine hasta su repentina retirada; Tachibana y Kyoji la acompañarán en sus anécdotas, pero ésta no les revelará sólo su pasado profesional, sino algo que mantenía callado durante mucho tiempo: el infinito amor que sentía por un hombre que se cruzó siendo aún una niña, un pintor y supuestamente revolucionario al que la guerra librada en Manchuria no le permitiría reencontrarse con ella. Para Chiyoko, la clave de ese amor que nunca se extinguió se hallaba en una llave que aquel misterioso hombre le regaló...

No por dicha de la suerte, sino por méritos propios, "Perfect Blue" acabó convirtiéndose en una de las más grandes películas de animación jamás realizadas, siendo alabada en su momento tanto por la crítica como por el público y alcanzando el estatus de clásico del cine casi instantáneamente. Seguramente ni el mismo director podía imaginarse el éxito que iba a obtener con su "thriller" de suspense alrededor del arriesgado y engañoso mundo de las "idols"; pues lo próximo que tenía pensado Kon era adaptar la novela de Yasutaka Tsutsui "Paprika".
Por desgracia, la compañía que se había encargado de la distribución de "Perfect Blue" estaba en bancarrota (¿una inspiración para "Millennium Actress"?), por lo que el proyecto no llegó a buen puerto hasta unos años después (siendo, por avatares del destino, el último largometraje de su carrera). Sadayuki Murai dio a Kon una historia que le dejaría fascinado y, por ende, que estaba llamada a ser su siguiente trabajo; el director se encargó entonces del guión, con la intención de volver a crear una fábula en la que ficción y realidad confluyeran, al igual que ocurría en su anterior film.

Así es, en "Millennium Actress", como en "Perfect Blue", Satoshi Kon desarrolla una historia que se debate entre la línea de lo imaginario y lo real, donde sus protagonistas van constantemente de un mundo a otro; no obstante, el ensoñador viaje de Chiyoko Fujiwara se diferencia bien de la pesadilla psicológica de Mima Kirigoe, siendo tratada desde una perspectiva luminosa, nostálgica y entrañable, y con la búsqueda de un amor verdadero y a todas luces imposible como motor de la trama.
Esa peripecia iniciada en boca de la actriz nos traslada a través de distintas épocas, donde se nos muestran los múltiples cambios históricos por los que pasó el país nipón, además de realizar un análisis introspectivo de su propia vida personal y profesional, con lo cual resulta fascinante que el espectador, poniéndose en el lugar de la cámara de Kyoji, quien hace las veces de nuestro guía, salga de la realidad e interpenetre en el imaginario de cada película de la actriz, estableciéndose así una línea continúa entre los argumentos y las experiencias de Chiyoko, que confluyen al mantenerse la obsesión de la protagonista como principal motivo: encontrar al hombre del que se enamoró, sea como sea, aunque la imparable rueda del destino, representada muy bien en esa anciana fantasmagórica, no deje de girar en su contra.

Para realizar un homenaje en condiciones a la industria que tanto amaba no pudo tomar Satoshi Kon decisión mejor que servirse del recurso del metacine para ofrecer una travesía sin igual al espectador, quien reconocerá las muchas referencias que toman parte en el universo de "Millennium Actress", abarcando el cine de Kinuyo Tanaka, Kihachi Okamoto, Mizoguchi, Ozu o Kurosawa (vemos secuencias sacadas de "Primavera Tardía” y "Trono de Sangre") y alcanzando géneros tan dispares como el "chanbara", el bélico, el drama, el cine negro, la ciencia-ficción e incluso el "kaiju eiga" (lo de Godzilla es fácil de ver).
Aunque la búsqueda más importante planteada en este film es la de ese amor capaz de sobrevivir a todas las épocas y circunstancias, búsqueda con la que el director nos brinda una experiencia inolvidable, tan apasionante y divertida, pues se apoya mucho en el humor, como triste y melancólica, salpicada con la gran banda sonora de Susumu Hirasawa y un gran trabajo por parte de los seiyus, destacando a Miyoko Shoji y Shozo Iizuka.

Satoshi Kon volvió a superarse, creó otra pieza fundamental no sólo de su filmografia, sino del cine de animación de todos los tiempos.
Si "Perfect Blue" había llegado a lo más profundo de nuestro inconsciente, "Millennium Actress" logra penetrar en lo más hondo de nuestro corazón.
Chris Jiménez
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6
30 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una chica de pelo negro, magnéticos ojos y sonrisa escalofriante que posee un poder aterrador, causa de una maldición cuyo origen permanece desconocido.
No puede morir, y su espíritu condena a aquellos que la intentan asesinar. ¿De dónde viene?, ¿cuál es su cometido?, nadie lo sabe. Únicamente se conoce su nombre: Tomie.

Estamos ante la primera adaptación del famoso manga que hizo célebre a Junji Ito, quien comenzó a escribirlo allá por finales de los '80 y significando un gran impacto en la literatura "mangaka" de terror, no sólo por la creación del ya legendario personaje de Tomie, que influyó a la concepción de otros en muchas futuras obras del "j-horror" (Sadako Yamamura, Asami Yamasaki, Kayako Saeki...), sino por el uso de un macabro suspense de carga psicológica tremendamente bien construido, combinado con grandes dosis de violencia extrema, y un análisis demoledor a la sociedad japonesa, haciendo hincapié en el papel de la mujer en ésta.
Así, el director Ataru Oikawa, quien antes de embarcarse en este proyecto realizó un pequeño film independiente (compartiendo puntos en común con el que nos atañe) y siempre admirando el trabajo de Ito, decidió escribir una historia tomando elementos de varios capítulos de la obra original, situándola años después de los acontecimientos. La película no es una adaptación fiel del manga, aunque encontremos momentos sacados directamente de él, sino más bien una secuela.

Nacida de la costilla de Sadako Yamamura (la inventada por Koji Suzuki, no la de la famosa película de Hideo Nakata), Tomie Kawakami puede que en otra vida tuviera una identidad distinta, pero ahora es una simple chica de colegio brutalmente degollada, llevando la policía el caso de su asesinato, el cual permanece abierto desde hace tres años. Un caso en donde compañeros de ésta acabaron muertos o encerrados en un manicomio y que el detective Harada ve imposible resolver.
Paralelamente, la joven Tsukiko aún padece un trastorno grave de amnesia relativo a un supuesto accidente de tráfico, pero esa amnesia es producto de una fuerza que va más allá de la lógica, y sus terroríficas visiones no la ayudan a recuperar la estabilidad. Lo cierto es que entre ella y Tomie hay una fuerte conexión que las mantiene unidas en esencia, algo que puede esclarecer no sólo el crimen, sino también el misterioso poder que posee para mantenerse con vida eternamente. Así que Tsukiko es la única que puede detenerla...antes de que más personas acaben siendo víctimas de ese ser monstruoso con forma de bella muchacha.

Parecerá que, debido al año en que se estrenó "Tomie", de primeras vamos a encontrarnos con la típica película de "j-horror" idéntica a las otras mil y pico que salieron como churros a finales de los '90 gracias a "The Ring", pero estamos equivocados. Cierto es que, con ella, los de Daiei pretendían hacerle competencia a la Toho, que respaldó la de Hideo Nakata, pero aun compartiendo ciertos puntos en lo que a elementos de terror sobrenatural se refiere, la obra de Oikawa tira por otro camino, y me atrevería a decir que por uno diametralmente opuesto. Lo primero es que la película es muy extraña y también bastante irregular.
Aunque al principio la escena de la cabeza en la bolsa sea de lo más desconcertante la trama se va diluyendo en una especie de drama adolescente mientras se intercala con la investigación del asesinato, pero lo que pasa es que no avanza, se queda atascada. Tenemos a un montón de pintorescos personajes con sus propios problemas apartados del caso hasta que pasa la hora y por fin aparece Tomie en escena; lo que hace el director es cocer a fuego lento los hechos en una atmósfera siniestra y a veces surrealista donde parece combinarse un terror viscoso y turbio en la línea de Takashi Shimizu y un "thriller" psicológico cercano al "Cure" de Kurosawa, dándole al conjunto un tono más suave comparado con el del manga.

Poco a poco vamos averiguando qué es lo que une a las dos protagonistas pero en incógnita se queda el origen, la identidad y el propósito real de Tomie, hasta su sexualidad se presenta ambigua. ¿Es realmente un espíritu inmortal maldito que vaga entre los humanos seduciéndolos y contaminándolos?, ¿quizá una proyección de la mente de Tsukiko?, ¿o puede que su "doppelgänger"? Sí queda claro que el discurso sobre la figura de la mujer presente en el manga de Ito también lo hallamos aquí, encarnado en Tomie.
Poco se puede decir de los protagonistas, porque no son muy agradables, la verdad. El mítico Tomorowo Taguchi y Mami Nakamura resultan detestables y Yoriko Douguchi es un mármol sin expresión ninguna. Los que se llevan mi elogio son Kenji Mizuhashi y esa genial Miho Kanno que da vida a Tomie (elegida expresamente para el papel), cuya capacidad para poner los pelos de punta sólo con sonreír bastaría para hacerle la competencia a la Asami de "Audition".

Con más presupuesto, mejor desarrollo y mejor reparto habría sido una película muy buena. No así se iniciaría una mediocre y eterna saga que iría de mal a peor, con Oikawa encargándose de las entregas 6.ª y 7.ª. No merecen atención (pff, ya no está Miho Kanno en ellas), sin embargo esta primera parte es realmente interesante...puede que la mar de extraña e indescifrable, pero merecedora de un visionado.
Chris Jiménez
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7
26 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando empieza la película y ves a Clint Eastwood de cura sabes que hay gato encerrado. Cuando aparece Jeff Bridges dándoselas de chuleras y caradura sabes que se cruzará con el otro seguramente de la manera más estrafalaria.
Y, efectivamente, cuando ocurre, sabes que lo que van a montar estos dos prendas ni va a ser algo bueno ni va a tener consecuencias agradables.

Al igual que otro gran director americano llamado Steven Spielberg, Michael Cimino (ni tan famoso ni tan querido como el anterior) comenzó su carrera con un largometraje que tomaba su escenario principal en la carretera...y es que, desde que "Easy Rider" se convirtiera en fenómeno de culto, el subgénero de la "road movie" despegaría y viviría su época dorada en los '70. Ahí está enmarcada "Thunderbolt and Lightfoot", cuyo título dado en España carece de la misma fuerza (claro, Eastwood por aquella época era "el de "Por un Puñado de Dólares" "), que venía de un guión que había escrito el futuro realizador de la mítica "El Cazador" a los 33 años de edad, el cual su representante, Stan Kamen, hizo llegar a manos de un Clint Eastwood consagrado como actor y al que poco le faltaba para serlo también como director.
Este último quedó tan impresionado con su trabajo, así como con el que desempeñó en la hoy obra de culto de ciencia-ficción "Naves Misteriosas", que decidió que el propio Cimino sería quien ocupara el puesto de director, y no sólo eso, sino que le contrataría para escribir el guión de "Harry, "el Fuerte" ", en el que también colaboró John Milius. Como más tarde admitiría Cimino, si no hubiese sido por Clint Eastwood, nunca habría iniciado una carrera en el mundo del cine.

Como dice el refrán, Dios los cría y ellos se juntan, y lo podríamos aplicar a la pareja formada por "Thunderbolt" y Lightfoot: el primero, un veterano de Corea reciclado en atracador profesional que ha estado un tiempo haciéndose pasar por párroco para evitar que Red y Goody, dos de sus compinches del último robo, le acaben liquidando; el segundo, un joven vivaracho con un pasado no muy bueno que ha hecho de la rebeldía su modo de vida. Ambos se cruzarán en una situación de peligro así como el que no quiere la cosa, se harán amigos del alma por las buenas y terminarán asociándose.
Y si se hacen socios es por una razón: "Thunderbolt" conoce el paradero de las ganancias del robo fallido, las cuales alcanzan la jugosa cantidad de medio millón de dólares...lo que pasa es que se hayan ocultas en un colegio; mientras el simpático dúo se encamina a por el dinero, Red y Goody los perseguirán a sangre fría. El destino querrá unir a los cuatro, quienes, desengañados con el escondite del botín, optarán por preparar otro atraco en el mismo banco; la amistad se dará de tortas con la codicia en un largo trayecto por carretera cuyo final va a ser de todo menos beneficioso.

"Thunderbolt and Lightfoot" es el paradigma de lo que entenderíamos hoy por " "road movie" clásica de los '70", y eso es, ni más ni menos. En una tradición de lo más americana, Michael Cimino va dando forma a su debut a través de una frenética huida con el dinero y las ganas de vivir como alicientes y enfrentando la amistad con la avaricia, elementos existentes en un mundo sucio y corrupto, lo que remarca el desencanto social que envuelve a la historia; el director hereda el tono cínico, seco y violento de cineastas como Michael Winner, Siegel o Peckinpah y lo dota al mismo tiempo de un toque de humor negro y melodrama.
Pero también hay fallos en el film...algunos difíciles de perdonar. Mientras que el comienzo, divertido y alocado, se adivina muy prometedor, pese a ese encuentro de los protagonistas tan forzado (se hacen amigos por la propia lógica del argumento, si no de qué) y algunos momentos bastante surrealistas que quedan fuera de lugar (lo del chiflado de los conejos me dejó K.O.), la acción y el interés se diluyen, alcanzando su punto máximo casi a la hora de película. A partir de ahí vendrán más de 20 minutos del todo innecesarios donde la trama se pone en "stand-by" (cuando los cuatro se ponen a trabajar cada uno por su lado); menos mal que luego, con lo del atraco, parece coger fuerza otra vez.

Y vaya grupo el que tenemos aquí. Clint Eastwood, muy alto y gallardo él, hace otra vez de Clint Eastwood, es decir, de duro y socarrón, quien, para no variar, da vida a un individuo muy peculiar que persigue un montón de dinero, quedando su "Thunderbolt" como una combinación modernizada de sus personajes de "Por un Puñado de Dólares", "Los Violentos de Kelly" y "Dos Mulas y una Mujer". Un Jeff Bridges poseedor de un carisma insuperable, sobresale por encima del anterior con una actuación realmente magistral, las cosas como son.
A éste le siguen el gran George Kennedy, que está de un detestable subido, y el siempre eficiente Geoffrey Lewis, otra vez en colaboración con Eastwood, al igual que Bill McKinney, aquí más chiflado que nunca. Y en una corta aparición podemos ver a un joven Gary Busey. No muchos son los que conocen esta excitante en ocasiones, pesada en otras, "road movie" de ladrones, perdedores y persecuciones con la que empezó Michael Cimino. Creo que "Thunderbolt and Lightfoot" es una obra infravalorada injustamente a día de hoy, la verdad.

Puede que no sea tan mítica como otras de la década de estilo semejante, pero posee muy buenos momentos, agradecidas dosis de humor e intriga y grandes secuencias de acción.
Venga, voy a perdonarle al director esos 20 minutos de más dándole una buena nota a su debut.
Chris Jiménez
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3
26 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomie Kawakami, la chica de espíritu infernal que no puede morir, siempre está al acecho, y sus aventuras y desventuras, así como las consecuencias que sufrieron aquellos que tuvieron la mala suerte de cruzarse con ella, ya son conocidas.
En esta ocasión, dejamos las zapatiestas que organiza tras sus continuas resurrecciones y vamos a hacia atrás, a descubrir los orígenes de este demonio con cuerpo de chica atractiva.

Sexta entrega de la saga, contando "Another Face" (la antología para televisión que acabó en largometraje), sobre el popular personaje creado en 1.987 por Junji Ito y que no saben ustedes para lo que dio. Nada menos que nueve entregas, más incluso que las que componen la saga de Kayako Saeki, el fantasma con el que tanto nos aterrorizó Takashi Shimizu, y eso que la calidad es infinitamente menor, porque, aunque entre "Ju-on" y "Tomie" exista la regla de que te puedes ver una de las películas sin importar la anterior, el interés que logra mantener Tomie en la primera parte cae en picado con cada secuela, lo contrario de Kayako, que siempre consigue ponernos los pelos de punta.
Tres años después de "Forbidden Fruit", regresa Ataru Oikawa, director de la primera entrega de la saga que había tomado un descanso de la misma, para ocuparse de adaptar el volumen con el que Ito iniciaría su serie, narrándose lo que ocurrió antes de la primera película; es decir, "Beginning" explora un poco el pasado de la protagonista y esclarece algunos hechos de "Tomie", además de que termina justo donde empezaba ésta, con la mítica imagen de la cabeza en la bolsa.

Como casi todos los estudiantes transferidos, Tomie Kawakami es acosada y repudiada prácticamente desde el mismo instante en que pisa el instituto al que acaba de llegar; las chicas la odian y los chicos acaban sucumbiendo a su poder de seducción, pero la única que parece entablar una amistad verdadera con ella es la introvertida Reiko, gracias a la cual iremos conociendo los aterradores sucesos que tuvieron lugar en la clase de Tomie (la única ocupada en todo el centro), sucesos que terminaron con la cordura y con las vidas de algunos alumnos.
Y eso es en esencia "Beginning". En ella se nota el regreso de Oikawa, ya que es el único director que ha participado en la saga que parece imprimir la atmósfera adecuada al imaginario de Ito; esto es, enrarecida, extraña, que te da grima, que te desagrada, como el propio personaje de Tomie y su leyenda. El director ahonda, con su particular humor negro, en temas como el maltrato escolar y los abusos, y de paso veremos que la inclinación sexual de Tomie hacia las mujeres se muestra de una manera más directa. Todo lo malo de "Beginning" radica en lo siguiente.

Rodada con cuatro perras y media para el mercado del vídeo, la puesta en escena del film, así como los efectos especiales, son de chiste, aunque eso no quita para que Oikawa pueda crear un ambiente inquietante (a veces, el talento vale más que el dinero)...y, de paso, para que pueda explayarse a gusto rodando secuencias de pura vena "miikiana" la mar de surrealistas y disparatadas, a veces rayando lo esperpéntico y hasta lo vomitivo. Es lo que tiene la falta de presupuesto, que obliga a impactar al espectador de algún modo.
La narración tampoco es que esté muy allá, con unos hechos que se desarrollan de manera forzada, sin credibilidad ninguna; y para rematar, los actores (¡buf!...hay mucho que decir de ellos, y nada bueno), que parecen sacados de un "dorama" de tercera categoría. No se meten de manera creíble en sus ya de por sí poco creíbles personajes, lo que causa que las situaciones se vuelvan más mediocres, y es que la sobreactuación de algunos no cuadra bien con la desgana de los otros.

Rio Matsumoto da vida a la protagonista de una forma curiosa: se pasa y no llega, en ocasiones da repelús y en otras parece autoparodiarse; su Tomie es demasiado dura y blanda a la vez como para hacerle justicia a la original encarnada por Miho Kanno, la mejor con diferencia. Asami Imajuku tiene horchata en vez de sangre. El mejor es sin duda Yoshiyuki Morishita (algunos le recordarán de "Kill Bill, Vol. 1") encarnando al profesor Takagi.
Ojo a la mutilación del cuerpo de Tomie a manos de sus compañeros y hasta de su maestro (¡!) o lo de la secuencia de las dos chicas atadas. A Oikawa se le va la olla y nos honra con un espectáculo tenebroso y enfermizo...pero no es suficiente como para revitalizar la saga.
Chris Jiménez
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8
26 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el mundo que Robert y Philip intentan alcanzar durante todo el viaje. Uno, un inteligente criminal con rumbo a Alaska en busca de la tierra prometida; el otro, un niño que aún no comprende bien la vida y que sólo desea tener una existencia mejor.
Ambos protagonistas de uno de los más notables dramas de los años '90, llevado con mano maestra por Clint Eastwood.

En 1.992, el director, que iba camino de convertirse en los más grandes cineastas de su generación, logró insuflar vida con "Sin Perdón" a uno de los géneros más olvidados del celuloide, el "western", género con el que él mismo empezó a convertirse en estrella; el caso es que la película, la cual hoy permanece como una de las joyas del cine del Oeste, fue un bombazo, llevándose el aplauso tanto de público como de crítica y siendo galardonada en los Oscar.
Después de eso decidió tomarse un descanso y ponerse a las órdenes del teutón Wolfgang Petersen en otro gran "thriller" que resultó un éxito de taquilla, "En la Línea de Fuego"; fue entonces, en mitad de aquel proyecto, cuando le llegó el guión de John Lee Hancock, un guión que le fascinó y donde vio la oportunidad de poder dirigir tranquilamente sin tener que actuar. Aunque al final Kevin Costner, cuya carrera estaba cada vez más en alza en aquel momento (y es que aún no le había dado al hombre por las aventuras de corte post-apocalíptico...), sugirió que Eastwood quedaría de miedo haciendo del ranger Garnett.

Este viaje a través de las carreteras solitarias del Estado de Texas se inicia en 1.963, cuando Robert Haynes y Terry Pugh consiguen fugarse hábilmente de la prisión de Huntsville; el plan es que cada uno se vaya por su lado, pero esa huida se complica inesperadamente cuando Pugh asalta el hogar de una devota de Jehová, obligando a Robert a llevarse al hijo de ocho años de ésta, Philip, como rehén para poder escapar. El encargado de detenerlos será el rudo ranger Red Garnett, quien ya cruzó sus caminos con Haynes tiempo atrás, junto a la atractiva y sagaz criminóloga Sally Gerber y un agente del F.B.I. no demasiado simpático.
Tras tener que librarse de Pugh, el compañero de éste y el pequeño Philip prosiguen la marcha, y en el camino estrecharán lazos hasta nacer entre ellos lo más parecido a una gran amistad, ya que los dos tampoco son tan diferentes, como cree Robert. Justos emprenderán no sólo una huida al margen de la ley, sino una peripecia de descubrimiento vital con una idea muy clara en mente: experimentar esa sensación de libertad que ambos desean con tanto anhelo, a pesar de lo despiadado y cínico del mundo en el que viven.

Tirando de una premisa la mar de sencilla y bastante similar a la de otros dramas dirigidos por él, como "Bronco Billy" o "El Aventurero de Medianoche", las cuales presentaban a personajes que, a través de un viaje, van descubriéndose a sí mismos y alcanzando una especie de redención, Clint Eastwood vuelve a demostrar que en los terrenos del drama se mueve como pez en el agua. Humana e intimista, "Un Mundo Perfecto" empieza casi como un "thriller" policíaco y sigue como tal hasta que vemos que lo importante no es la cacería del ranger y los suyos, sino la relación que se establece entre el secuestrador y el rehén, una relación basada, pese al trágico hecho, en una profunda comprensión y confidencialidad que estos dos seres humanos nunca encontraron en sus respectivas vidas.
Quizás el largo metraje provoca que el ritmo descienda en ocasiones, volviéndose irregular cuando se dan esos breves momentos dentro de la caravana (aunque luego sabemos que algo de importancia tienen), no obstante el film coge la suficiente fuerza en los últimos 38 minutos para que suspiremos aliviados, porque el viaje ha merecido, efectivamente, la pena. 38 minutos magistrales que empiezan en la casa de Mack cuando el lado oscuro de Haynes se libera, tornándose la atmósfera lo más tenebrosa posible; un giro, desde luego, impecable y, a todos los efectos, necesario.

El sr. Costner vuelve a interpretar al tipo de personaje que tanto le gusta: a pesar de ser un criminal y un asesino, acaba cayéndonos en gracia y sabemos que le vamos a echar de menos cuando se vaya; hay que decir que aquí el buen hombre logra una de sus mejores actuaciones. Le sigue el pequeño T.J. Lowther, buenísimo en su debut cinematográfico, una correcta Laura Dern que no abandona sus papeles de mujer fuerte y un Eastwood impagable repitiendo por enésima vez su papel de tipo duro respetuoso con la ley.
Emocionante y siniestra "road movie", violenta y divertida, desgarradora y llena de esperanza y con un final inolvidable. No estará entre mis favoritas del director, pero por méritos propios merece figurar entre sus más logrados trabajos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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