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Críticas de Néstor Juez
Críticas 880
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una cartelera la nuestra tan sobrepoblada de películas estadounidenses, francesas o, lógicamente nacionales, es siempre muy agradecido poder saborear propuestas de otras geografías. En estos meses de calma, sin grandes propuestas mediáticas, es un momento perfecto para hincarles diente. La película que nos ocupa, aún siendo belga, presenta una clara identidad de Oriente Próximo por su argumento y por el idioma de sus personajes. Hablamos del filme Alma mater, condecorado con los Premios del Público de la Sección Panorama del Festival de Berlín, del Festival de Sevilla y del Festival de Copenhague durante el 2017. Una película de atractivo reparto e inquietante premisa, y precedida por un buen recibimiento crítico y social. Hiam Abbass es una actriz excelente, y su sola presencia es suficiente motivo como para que una película merezca la pena. El listado de películas de interés a ver en las salas era amplia, pero al poder disfrutar tempranamente de Isla de perros pude finalmente ir a descubrirla a los Cines Renoir. Y visioné una película excelente, de las mejores que llevamos del año, que superó ampliamente mis expectativas. Su argumento, duro por mera temática, bordea pero nunca llega a ser el dramón social que temíamos pudiera ser en base a la sinopsis. Ofrece sobre-énfasis en los momentos dramáticos y maniqueismo en la representación de las amenazas, pero también estupendas interpretaciones y una medidísima construcción del espacio y del tempo. Muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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7
17 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores han marcado el devenir del cine de los últimos cuarenta años como Steven Spielberg, uno de las realizadores más populares de la prodigiosa generación americana de los 70. Como otros compañeros de la talla de Scorsese o De Palma, sigue activo hoy en día y estrenando películas con regularidad (no en vano, ésta y la estupenda Los archivos del pentágono han estado separadas en la taquilla española por apenas dos meses). Sigue trabajando tanto en la vertiente académica para adultos como en el entretenimiento familiar. Dado que sigue trabajando en su zona de confort, y registros de sobra conocidos, ya no se valoran sus obras, y se reciben con recelo por ser de él. Lo cual es muy triste, pues sigue filmando excelentes películas. Las que nos ocupa, una ambiciosa adaptación de una obra literaria de culto, es de sus películas más esperadas de los últimos años. Se trata del filme de aventuras y ciencia ficción Ready Player One, adaptación libre del libro homónimo de Ernest Cline. Una película de jugosa premisa y atractivo aspecto visual, que prometía ser más que un puñado de referencias pop. El recibimiento crítico no fue unánime, pero sí positivo, así como cálida fue la recepción entre el público y óptima fue la respuesta en taquilla. Aún con dudas, la confianza en Steven me hizo tener buenos presagios, y acudí a la sala de cine con apertura de miras y sin juicios preconcebidos. Y aunque no hablemos de una obra maestra, ni de una de las grandes producciones de su padre, es necio negar y despreciar las evidentes virtudes de un relato de visionado sorprendentemente disfrutable y visualmente explosivo. De duración excesiva, deficientes personajes y fluir convencional, pero imaginativa en sus soluciones visuales y portentosa en el manejo de los recursos estructurales de un blockbuster autoreferencial. Un tributo a muchos niveles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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7
3 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Lars Von Trier fue víctima de todo tipo de polémicas desde el momento en que se anunció el inicio del proyecto. Juntar el nombre de este provocador e incómodo cineasta con una película con sexo explícito de más de cuatro horas de duración no hacía más que predecir una sucesión de carnaza autoregocijante y recreativa filmada con excelencia, sin florituras y con el discurso más hiriente del incisivo danés. Pues bien, una vez visionadas las dos partes en las que por motivos comerciales se ha visto desmembrada la obra (ambas, también es verdad, altamente censuradas), es una decepción tanto para los que buscaban carnaza como para los que buscaban la obra magna de Von Trier, quedando sin embargo por debajo de , sin ir más lejos, Melancolía.

Bien es cierto que el discurso eminentemente cultural que se articula en el diálogo que Joe y Seligman mantienen durante todo el metraje es muy interesante, en el que mediante el manejo de diferentes referencias culturales establecen analogías entre la sexualidad y la pesca con anzuelo, los árboles, la música de Bach (particularmente logrado el fragmento de la polifonía con las pantallas partidas) o la iglesia y sus represiones, afirmando certeramente que aunque las reprimimos todos tienen perversiones sexuales desde la tierna infancia, y que, como Seligman defiende, Joe no es mala persona y su comportamiento, aunque altamente reprobable en esta sociedad, es lógico y razonable, tan solo algo animal. Pero aunque ciertas partes se sigan con interés y el cuidado estético, sobre todo en la presentación de los intertítulos de cada capítulo, es delicioso, la narración se hace pesada en muchos momentos, habiendo episodios tediosos en su totalidad y partes que no llegan a mucho. Aunque en la Parte 2se encuentran las reflexiones y desarrollos más acertados de Joe, finalmente no queda clara a dónde se quiere llegar con esta narración pormenorizada de su vida con esperado final que rompe el happy ending engañoso, y no es seguro si tanto metraje era necesario para contar esta historia.

Con todo, es una buena película de visionado útil y momentos disfrutables.
Néstor Juez
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7
3 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de Orgullo y prejuicio y Expiación, el hecho de que Joe Wright decidiese adaptar por enésima vez la novela homónima de Tolstoi, para la que volvió a contar con Keira Knightley para el papel protagonista, parecía un retorno a su estilo de manera poco arriesgada. Por consecuente, Anna Karenina supone un retorno continuista a las características principales y obsesiones del director inglés, después del muy estimulante cambio de tercio que supuso Hanna.

Aunque esta decisión parezca una estrategia conservadores, Wright consigue insuflar a la obra rusa un soplo de aire fresco y hacerla importante para el gran público, partiendo como factor más importante de una portentosa puesta en escena. Utilizando un escenario alrededor del cual gira toda la acción, la película se plantea como si fuera una obra de teatro, siendo el mundo que rodea a los personajes una escenografía que se transforma dependiendo del lugar donde suceda la acción, único elemento que no se desplaza. Los personajes siguen un movimiento entre escenas similar a una coreografía, y el ritmo visual de las secuencias (llenas de efectivos travellings y largos planos) ayudan a crear esta sensación de dinamismo, que agiliza la densa obra original, haciéndola mucho más llevadera, junto con recursos de estilo tan curiosos como la congelación de la acción alrededor de Karenina para incrementar su sensación de incomodo.
Una melodramática música de Dario Marianelli ayuda a crear una intensidad emocional en la historia y dotar de mayor trascendencia a las imágenes, recurso eficaz pero ya manido. Del mismo modo, el ágil ritmo provoca que una obra de tal calado concluya muy rápido y no pueda alcanzar la profundidad deseable en los momentos dramáticos. Pero si un defecto pesa más que el resto es el poco carisma del personaje de Knightley y la escasa empatía que despierta (también influenciada por la propia naturaleza del personaje, en contraste con el de su marido, mucho más logrado y, finalmente, entrañable).
A pesar de no ser la mejor película del director supone un episodio coherente dentro de su trayectoria , y de una calidad técnica fuera de toda duda.
Néstor Juez
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7
3 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinco años después del fracaso que supuso Speed Racer, los Wachowski vuelven a la gran pantalla con una adaptación del libro homónimo de David Mitchell, proyecto complicado que necesitó tres años de trabajo, mucha financiación independiente y la colaboración de un tercer director, Tom Tykwer, dando como resultado un blockbuster demasiado extraño para el gran público que fue vapuleado en taquilla y crítica. Sin embrago, soy de la opinión de que la película se revalorizará con el paso del tiempo y mantendrá un huequito en la memoria cinéfila, pues aunque muy pretenciosa e irregular, esta película es también bastante interesante y personal.

Más que un mosaico de seis historias diferentes, nos encontramos ante una historia narrada simultáneamente en seis tiempos históricos (mediante un hábil montaje y narración en off de distintos personajes) distintos en los que distintos personajes pero mismas almas viven diferentes conflictos en los cuales subyacen las mismas necesidades y problemas y cuyas acciones afectan a sus antecesores y a sus descendientes, estando conectadas entre sí de múltiples maneras y teniendo la una constancia de la anterior mediante un testimonio escrito o audiovisual dejado por algún personaje (algunas de ellas un poco cogidas por lo pelos). Estas historias combinan elementos populistas como humor, drama y acción a tiros como filosofía y religión, típica mezcla Wachoskiana, resultando confuso distinguir todos los conceptos que ofrece. El filme cuenta con una gran escenografía y aspecto técnico y una maravillosa banda sonora, sin embargo en la herramienta utilizada para conectar más las historias y dar a entender el concepto de la reencarnación radica una virtud de la película, pero también su mayor defecto: apenas diez actores interpretan a todos los personajes, teniendo Tom Hanks un personaje en cada historia e interpretando algunos de ellos papeles del sexo opuesto. Eso es un acierto para interconectar sucesos y resulta entretenido intentar reconocer al actor bajo cada personaje, pero esto se logra mediante maquillajes un tanto grotescos.

Pero si digo que es una historia en seis tiempos es, en parte, otro defecto importante: ninguna historia funciona por separado, siendo también irregular la importancia y el carisma de las mismas. En ellas encontramos interpretaciones flojas en general, así como violencia gratuita en cuatro de ellas y sobre énfasis emocional mediante música. La historia de Cavendish resulta infantil en su humor y desentona con el resto, la historia de Sonmi está cargada de clichés de ciencia ficción totalitarista y los arcos emocionales de la de Frobisher resultan pobres en su gradualidad, produciéndose los cambios a trompicones. La épica que impregna el conjunto, aunque lograda en su mayoría, resulta pretenciosa por momentos y algo azucarada a la hora de concluir.

Sin embargo, nos encontramos ante un conjunto sugestivo que a pesar de su larga duración mantiene el interés. Particular taquillazo de arte y ensayo de varias lecturas y muy disfrutable, a pesar de no ser la gran película que quiere ser y podría haber sido.
Néstor Juez
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