Cuando una película no te sorprende por su argumento, su guión, o tampoco por sus efectos especiales, sino por sus críticas positivas, es que algo raro pasa. A veces, parece como si sólo por pertenecer a un género, tener un argumento peculiar o ser dirigido por un director conocido, tenga que ser buena. Pues no oiga, eso no determina la calidad de una película. En este caso, el ser un western, el tener un argumento diferente al de los demás westerns, o ser dirigida por Blake Edwars, no la salvan de ser una película bastante flojita.

El largometraje cuenta la historia de dos vaqueros, uno entrado en años y otro más joven, que ante una vida llena de sacrificios y privaciones, deciden robar un banco. A partir de entonces tendrán que huir de las autoridades y de un patrón empeñado en darles un duro escarmiento para evitar que otros subordinados tengan la misma idea.

Es una pena que teniendo una línea argumental de la que se podría sacar mucho, al final se saque bastante poco. El principal problema que presenta es un guión que intenta frustradamente de mezclar comedia y drama. Tampoco ayuda su flojo guión, sus personajes planos, y un ritmo irregular.

En cuanto a los intérpretes: bien los dos protagonistas, muy bien el actor que hace de patrón, y nefastos los que hacen de hijos del patrón.

De las primeras aventuras cinematográficas de Jim Carrey llenas de histrionismos y muecas hasta ésta última, hemos sido testigos de muchas películas de este genial y controvertido actor. Si bien, esa genial característica suya por la cual es capaz de transformar en arte las mas extravagantes sobreactuaciones, le ha granjeado muchos incondicionales admiradores; también le ha ocasionado los más despiadados críticos. Mucha gente encasillada en las cuatro verdades del séptimo arte no han sabido reconocer la dificultad de encarnar esos disparatados personajes, ni de reconocer el mérito de realizar una película entretenida. Tal vez por eso, el bueno de Jim también ha dejado alguna que otra perla cinematográficamente bien vista como puede ser "Man of the Moon" o "El Show de Truman". A dia de hoy, para alivio de los integristas de los "cánones del buen cine", rondando casi los 50 años, Jim Carrey no puede seguir encarnando personajes que hablan con su trasero, o roban a ritmo de Merengue un banco. Por eso, tal y como atestigua "Phillip Morris, te Quiero"conforme se van cumpliendo años, su recital de muecas va menguando.

Ésta sigue los cánones que le han perseguido durante toda su vida: comedia disparatada en la que de vez en cuando se incluye un toque de otro género; en este caso, el drama. Cuenta la historia real de un estafador gay que tras dar con sus huesos en la cárcel se enamora perdidamente de uno de los habitantes del correccional. A partir de ahí, su vida se transformará en un "quiero, a veces puedo y muchas otras no puedo" conseguir la felicidad de esa persona, un tal Phillip Morris.

El largometraje tiene como principal virtud una curiosa y interesante historia basada en un personaje real, que hace que le odiemos y amemos a partes iguales. Además, presenta como virtud secundaria alguna que otra situación divertida y una ausencia de verguenza por parte de Jim Carrey que hace no tener desperdicio verle enfundándose en unos calzoncillos de regilla o dándole un beso de tornillo a Ewan Mcgregor. Por otro lado, se echa en falta una de las máximas de las grandes películas del actor de las mil mueces: una grandísima banda sonora y sonoridad.

Respecto a los dos actores protagonitas, una de cal y otra de arena. Jim Carrey vuelve a demostrar a los excépticos que es capaz de ser un gran actor "serio" mientras que deja retazos de su particular impronta a sus admiradores. Ewan Mcgregor no consigue en ningún momento encontrar el punto de encarnar a un personaje homosexual. En su lugar, interpreta a un ser bobalicón y excesivamente amanerado.

En aquellos tiempos de mediados del siglo XX, todavía no se había aceptado en su plenitud la figura de la mujer moderna e independiente que hoy en dia vemos como lo más habitual del mundo. De ahí que se hicieran películas como ésta para tratar de concienciar a la sociedad acerca de la igualdad de derechos entre hombre y mujeres.

Para ello, se partió de una divertida situación en la que un matrimonio formado por un fiscal y una abogada defensora se enfrentan tanto en un juicio como, posteriormente, en su casa a consecuencia de las implicaciones morales del juicio. En él, se trata de determinar la culpabilidad o no de una joven que harta de soportar las infidelidades de su marido, decide asesinarlo a sangre fría.

Junto con sus buenas intenciones argumentales, unas escenas divertidísimas (sobre todo las del juicio), una grandísima interpretación por parte de la pareja protagonista, y una muy lograda canción (Farewell Amanda); falla en su excesiva teatralidad y en algún que otro notorio fallo argumental comentado en el spoiler.

Añadir tambien, que se nos vende la película como una crítica contra el machismo imperante en la sociedad de entonces y como propósito de homogeneizar los derechos de los dos sexos, y termina pareciendose más a una crítica contra el feminismo. Eso se debe a lo absurdo de centralizar la defensa de los derechos de la mujer en la defensa a ultranza con uñas y dientes de una mujer que mata a sangre fria por adulterio a un hombre.

Segunda de las películas de la saga de los vampiros adolescentes anunciada con igual de escandalera que su antecesora. Por desgracia para los amantes del buen cine y de los seguidores de las novelas de Stephane Meyer, la película obtiene igual de decepcionante resultado que la primera.

Desgraciadamente, el princpal problema que tiene la película no es la película en si misma, sino la manera en la que se orientó la primera de las películas. En el momento en el que se optó por orientar las películas al público adolescente femenino, en el que se decidió poner actores de dudosa capacidad interpretativa y enorme capacidad desata-hormonas, y en el momento en el que, en definitiva, se decidió no hacer una película seria; se hipotecó el desarrollo posterior del resto de las películas.

La película sigue por los mismo derrocheros que la anterior: demasiadas escenas de "que cuerpazo tiene el tío ese", ritmo lento en algunas fases, guión no demasiado elaborado, malas interpretaciones... Pero mantiene las mismas virtudes que su antedecesora: fiel a la novela y entretenida.

En cuanto a los intérpretes, se mantiene la ausencia de química entre Kristen y Robert, la mala interpretación de Robert, y la ausencia de carisma en sus personajes principales. Sin embargo, gana con la aparición de los hombres lobo y Kirsten hace una bastatne mejor interpretación.



Dakota Fanning desaprovechada.

A finales de los años 20 y a principios de la siguiente década, el gran crack bursatil hizo que la mitad de la población gringa estuviera sumergida en una profunda depresión mientras que la otra mitad pasara las horas muertas pensando qué edificio le vendría mejor para suicidarse. Tal y como suele ocurrir cuando en una región aumenta la ausencia de autoestima, apareció un héroe fictício en el cual los estadounidenses pudieron fijarse para olvidar sus propios problemas. Ese héroe no fue otro que un individuo que se paseaba en taparrabos por la selva, saltando de árbol en árbol mientras ensordecía con sus gritos elefantes, monos, leones y aborígenes por igual. Todo esto se ve engrandecido ante la perspectiva histórica de ver como este ser sigue siendo uno de los mitos de la historia del cine, copando para él un buen puñado de largometrajes.

Esta película, la segunda dedicada al hombre-mono más famoso del celuloide, sentó las bases para el resto de las películas que se hiceron sobre él. El problema vino porque esas bases no respetaron para nada al personaje original ideado por Edgar Rice Burroughs. Así Tarzán pasó de ser un tipo educado capaz de desenvolverse igual de bien en pleno Londres que junto con sus amigos los monos, a un simpático personaje incapaz de pronunciar otra cosa que no sea "tu Jane, yo Tarzán". Además de eso, el elogiado Van Dyke dotó al personaje de un caracter sobrehumano que le permitía nadar más rápido que un cocodrilo, vencer a dos leones a la vez, o emitir un sonido impensable para Maria Callas.

Dejando detalles argumentales a un lado, mencionar la poca elaboración de su guión, lo tremendamente insustanciales que son muchas escenas propias de los documentales de arañitas de la segunda cadena de TVE, la absurda censura a la que se vió sometida (nos quedamos sin ver la sensualidad de Maureen O'Sullivan), la ridiculización a la que se ven sometidas las tribus indígenas, o lo esperpénticamente ridículos que resultan sus efectos especiales. De hecho, esta película deja en constancia que hay un umbral antes del cual los efectos especiales de las películas no son para disfrutarlos sino para reirse de ellos.

En cuanto a los actores, destacar la sensualidad, al belleza, y el buen hacer de una actriz capaz de enamorar a cualquier espectador. En cambio, su compañero de reparto peca en exceso de robot. ¡Si es que eso es lo que pasa cuando metes a un nadador a hacer algo que no es lo suyo!