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España España · Barcelona
Críticas de rober
Críticas 705
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pequeño descubrimiento. Jan Ole Gerster utiliza un estilo entre Truffaut y Woody Allen, aunque matizado por un aire gris de intrascendencia, para relatar una historia trufada de absurdo existencial, que va calando poco a poco. Tom Schilling interpreta brillantemente a Niko, un joven berlinés perdido en su falta de valores, e incapaz de buscar salidas ni respuestas. A mi entender, el mérito de esta obra es que el protagonista, un ni-ni mentiroso y parásito, con muy poca capacidad de empatizar y de sacrificarse por los demás, nos llega a caer bien. Y ello no pasa precisamente porque sea un pícaro divertido y encantador, sino porque quizá nos vemos reflejados de algún modo en él. "Oh boy" es tan buena porque nos muestra nuestras propias contradicciones, aunque sea bajo la máscara de la parodia.

Aparte de que hay escenas memorables de comedia negra que funcionarían por sí solas como sketches (en especial, la del cajero y el mendigo), cada detalle de la película (cada mirada, cada frase) está cargado de ironía y sarcasmo. Hay un humor negrísimo que hace de la película una obra ágil y muy divertida, pero también hay en cada escena un poso de tragedia y fatalidad. Niko es un joven que a nuestros convencionales ojos podría tenerlo todo para ser feliz, pero al que nada parece irle bien. Sin embargo, hay una extraña actitud de resignación ante lo que la suerte pueda depararle. Tras el desplante de su padre en el campo de golf, la respuesta de Niko es apurar los vasos de aguardiente. Sólo con la abuela del camello, y con la placidez de su sillón reclinable, parece encontrarse a gusto. El reencuentro con Julika no puede ser satisfactorio porque implica pasar cuentas con un pasado que nada importa... Sobre todas las escenas, destaca la del encuentro en el bar con el viejo borracho. Aunque al principio molesta, es el único momento en el que Niko parece verdaderamente implicado en la conversación. El drama del hombre que ha de vivir toda su vida con la carga de haber sido un niño nazi es el contrapunto perfecto para la historia de Niko... O quizá para la nuestra.

A pesar de su tono de comedia, "Oh boy" desborda mala leche (muy agria). El símbolo del café como elemento redentor aunque efímero es muy certero para ilustrar el mensaje de esta obra. Muy recomendable.
rober
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9
13 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente aquí se le fue la olla al bueno de Eisenstein. De las películas propiamente de "propaganda", ésta quizá sea la más maniquea y exagerada. Los pobres obreros no pueden ser más buenos, los empresarios y sus espías-agentes no pueden ser más malos. La manera en que se retrata a los capitalistas dueños de la fábrica es casi tan paródica que creo que resultaría exagerada incluso para la mentalidad del espectador de la época. Y, desde luego, hay escenas de una brutalidad incomprensible e inverosímil. Una cosa es hacer una peli de propaganda política, y otra muy distinta presentar al adversario como un absoluto sádico degenerado...

Eso sí, si prescindimos de eso, la peli es increíblemente buena. Me pasma observar como ya en 1924 un director podía tener tan clara cuál era la fuerza del lenguaje cinematográfico. La película es una sucesión vertiginosa de metáforas visuales, construcciones de montaje, encuadres imaginativos... Los planos son poderosos y están hábilmente pensados para llamar la atención del espectador: la presentación de los "agentes infiltrados", las fotografías que cobran vida, la imagen de los brazos cruzados de los trabajadores, el tintero que cae, la matanza de ganado... La película es una sucesión inagotable de recursos de este tipo, lo que hace ver que ya en aquella época algunos genios se habían dado cuenta de que el cine era mucho más que teatro filmado.

A veces, las ganas de transmitir un mensaje concreto hacen que se resienta el conjunto (el argumento y la historia también han de cuidarse), y también es cierto que cuando hizo esta película Eisenstein aún había de depurar su estilo, sin que un film pueda ser una mera exhibición de alardes cinematográficos. Pero qué le vamos a hacer, yo he gozado como un indio, me ha dado la impresión de que he presenciado una verdadera lección de Historia del Cine, y eso ha de influir en mi nota...


(Rev 15/01/2012)
rober
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7
8 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi entender, esta película tiene un hándicap. La trama es enrevesada y se cuenta de una manera deliberadamente confusa. Es fácil que el espectador, fascinado por lo que está viendo, caiga en el juego evidente de intentar entrar en la mente de cada personaje, sobre todo por los múltiples y evidentes señuelos que salpican todo el metraje. Sin embargo, el desenlace es descuidado y ese argumento tan complicado se resuelve (?) de un modo bastante discutible. Da la impresión de que a Urbizu se olvida la historia que está contando. Quizá él mismo la termina sacrificando deliberadamente. En contra de lo que la mayoría de espectadores pueden pensar hasta bien avanzado el metraje (entre ellos, yo) "No habrá paz para los malvados" no es un western clásico trasladado al siglo XXI, y José Coronado no es John Wayne. Hay una sensación de contradicción en el mensaje que se nos quiere transmitir, que yo creo que el propio Urbizu alimenta.

En realidad, el director busca con esta película un cine más de sensaciones que de historias. Y a fe que cumple con creces su objetivo. "No habrá paz para los malvados" es una sucesión de dentelladas cinematográficas, desde las escenas de acción (menos de las que parece) hasta el último de los cubatas (por llamarlos de algún modo) que Santos Trinidad se toma. José Coronado borda su papel de Llanero Solitario. El resto de actores, con su contención y estoicismo milimétricamente calculados, son el contrapunto perfecto. Esta es una película negra cien por cien. Tensión en estado puro. Lo verdaderamente grande es que casi nunca sabemos qué está pensando el protagonista, pero aún así sobrecoge igualmente. Y ése sí es un gran mérito de esta película irrepetible, sentir que se te revuelve el estómago a pesar de no llegar a entender muy bien qué pasa en la pantalla.
rober
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6
7 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película que no dejará indiferente a quien vaya a verla por el reclamo de Tony Servillo. Otra lección de interpretación. Todo un grande al que hemos descubierto demasiado tarde en este país.

Sin embargo, la complicación de la trama termina lastrando la película. "Viva la libertad" es una fábula ligera sobre la clase política y el borreguismo de la ciudadanía en Italia y, por extensión, de toda la civilización occidental. En ese contexto, la película es agradable de ver, incluso a pesar de que quizá la mordacidad se queda en la superficie. La comedia podría haber sido más negra. De todos modos, basta con disfrutar de Servillo y de unos actores que están siempre a la altura. También la película funciona desde el punto de vista de crítica social. La distinción entre loco y cuerdo está totalmente difuminada en nuestros días. Y si esa reflexión se traslada mediante gags verdaderamente divertidos, el conjunto funcionará.

El problema es cuando la historia deriva al melodrama. La parte final va decayendo hasta hacer que salgamos del cine con una sensación un poco agridulce. La fuerza de esta película radica en lo absurdo de un sistema político que más parece un circo que un sistema de organización social, y en la deliciosa biporalidad de un Tony Servillo en estado de gracia. No puede ser que todo se mezcle con situaciones más bien absurdas de conflictos pasados que nunca se terminan de explicar. Una forma fácil y tramposa de captar el interés del espectador en algo que de otra forma no lo tendría.

El desenlace, de todos modos, es brillante. Un final "abierto" que encaja como un guante en esta deslavazada pero, a fin de cuentas, interesante obra.
rober
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6
6 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película muy de Hitchcock, pero muy lejos de la mejor de Hitchcock.

La idea era buena. Hitchcock retuerce la historia en que está basado este film para poner en el centro del argumento la idea de la duda, la sospecha que sirve de título a la película. Un marido aparentemente adorable resulta ser un golfo, y progresivamente nos invade la idea de que también es un asesino. Todo lo vemos desde el punto de vista del personaje de Joan Fontaine, que pone las dosis justas de ingenuidad, inocencia y zozobra interior. Seguramente, una interpretación perfecta para transmitir lo que el director pretendía.

Cabe decir también que "Sospecha" tiene muchos de los elementos propios del gran cine de Hitchcock. El suspense se logra a través de pequeñas frases, a veces simples miradas, que consiguen cambiar radicalmente el tono de cualquier escena. Toda la película está salpicada del humor ácido típico del autor, con momentos divertidos como el del policía mirando un cuadro de arte moderno. Mención aparte merece el personaje del médico forense. Es genial su presentación mediante un inefable retrato en el salón de su hermana, así como sus explicaciones sobre las maneras de matar a una persona, mientras trincha su asado...

Y, sobre todo, Hitchcock demuestra de nuevo su dominio de la luz y de la sombra, no sólo para lograr imágenes espectaculares, sino como un recurso narrativo que se integra en la historia de una manera perfecta. La célebre escena del vaso de leche ha pasado a la Historia por méritos propios.

Lástima del guión, que en mi opinión no funciona. Hay algo en la manera de explicar las relaciones entre los personajes que hace que no nos creamos nada. El objetivo final de trasladar la sensación de duda al espectador no se consigue bien, por culpa de las constantes contradicciones en que incurren los personajes. Y, sobre todo, por un final metido con calzador que dinamita todo el conjunto. Parece que Hitchcock se pone al servicio de sus estrellas, y no al revés. Lástima.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rober
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