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España España · Barcelona
Voto de rober:
8
Comedia. Drama Niko (Tom Schilling) es un joven veinteañero que abandona la universidad y acaba vagando por las calles de Berlín. Celebrada ópera prima, en blanco y negro, que trata sobre el deseo de participar en la vida y la dificultad para encontrar un lugar en el mundo. (FILMAFFINITY)
13 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pequeño descubrimiento. Jan Ole Gerster utiliza un estilo entre Truffaut y Woody Allen, aunque matizado por un aire gris de intrascendencia, para relatar una historia trufada de absurdo existencial, que va calando poco a poco. Tom Schilling interpreta brillantemente a Niko, un joven berlinés perdido en su falta de valores, e incapaz de buscar salidas ni respuestas. A mi entender, el mérito de esta obra es que el protagonista, un ni-ni mentiroso y parásito, con muy poca capacidad de empatizar y de sacrificarse por los demás, nos llega a caer bien. Y ello no pasa precisamente porque sea un pícaro divertido y encantador, sino porque quizá nos vemos reflejados de algún modo en él. "Oh boy" es tan buena porque nos muestra nuestras propias contradicciones, aunque sea bajo la máscara de la parodia.

Aparte de que hay escenas memorables de comedia negra que funcionarían por sí solas como sketches (en especial, la del cajero y el mendigo), cada detalle de la película (cada mirada, cada frase) está cargado de ironía y sarcasmo. Hay un humor negrísimo que hace de la película una obra ágil y muy divertida, pero también hay en cada escena un poso de tragedia y fatalidad. Niko es un joven que a nuestros convencionales ojos podría tenerlo todo para ser feliz, pero al que nada parece irle bien. Sin embargo, hay una extraña actitud de resignación ante lo que la suerte pueda depararle. Tras el desplante de su padre en el campo de golf, la respuesta de Niko es apurar los vasos de aguardiente. Sólo con la abuela del camello, y con la placidez de su sillón reclinable, parece encontrarse a gusto. El reencuentro con Julika no puede ser satisfactorio porque implica pasar cuentas con un pasado que nada importa... Sobre todas las escenas, destaca la del encuentro en el bar con el viejo borracho. Aunque al principio molesta, es el único momento en el que Niko parece verdaderamente implicado en la conversación. El drama del hombre que ha de vivir toda su vida con la carga de haber sido un niño nazi es el contrapunto perfecto para la historia de Niko... O quizá para la nuestra.

A pesar de su tono de comedia, "Oh boy" desborda mala leche (muy agria). El símbolo del café como elemento redentor aunque efímero es muy certero para ilustrar el mensaje de esta obra. Muy recomendable.
rober
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