Divertida comedia sobre una castiza banda de carteristas que pretende reconvertirse en gansters a la americana. Guion bien desarrollado, con algunos gags muy conseguidos (otros no tanto). Buena dirección del solvente, para este tipo de comedias, Pedro Lazaga.

Magnificas interpretaciones del gran Pepe Isbert (el mejor con diferencia), José Luis Ozores, y Tony Leblanc, muy correctos Manolo Zarzo, Ismael Merlo, José Orjas, Concha Velasco y Venancio Muro. Un tanto sobreactuado López Vázquez, como le ocurre en demasiadas de sus interpretaciones de esa época. Desentona el personaje ridículo del matón americano.

Agradable comedia para pasar un buen rato, aunque se olvida pronto. No llega ni por asomo al nivel de "Atraco a las tres", entre otras cosas porque Pedro Lazaga no era José María Forqué, claro, pero se deja ver.

Recomendable, le doy un 6, aprobado.

Siempre digo que este tipo de películas hay que juzgarlas teniendo en cuenta la época en que fueron hechas, lo contrario es absurdo e injusto. La España de 1968 muy poco tiene que ver con la actual, afortunadamente, en especial respecto al rol de las mujeres (recordemos que en ese año todavía no podían abrir cuentas corrientes sin el permiso expreso del marido, a modo de ejemplo). Así que esta película del tándem Lazaga / Masó, que nunca se caracterizaron precisamente por lo avanzado de sus ideas, al menos tiene un mensaje ligeramente moderno para su época, con un final bastante más aceptable que en otras del citado dúo (¡Como sois las mujeres!, sin ir más lejos).

Las tribulaciones de un grupo de secretarias, dentro y fuera de la oficina, con sus vidas, problemas, alegrías y penas, da para una comedia con algún puntito de drama, que sin ser una buena película, sí que se deja ver sin arrugar el ceño ni bostezar. Buen elenco de actores, destacando la siempre elegante Teresa Gimpera y la frescura desenfadada de Sonia Bruno, así como la gran Mary Carrillo en el papel más dramático de la película. Cumplen a secas Antonio Casas y Josefa Cotillo “La Polaca”, mientras que Juanjo Menéndez y José Sazatornil me parecen excesivamente sobreactuados, rozando el ridículo (más achacable a sus personajes que a ellos mismos). Prescindibles a mi juicio Rafaela Aparicio y Florinda Chico, haciendo sus mismos papeles de siempre, lo que ya carga, además de dar un innecesario toque esperpéntico a la película.

En resumen, película propia de su época, comedia simpática, superficial, correctamente interpretada, dirigida con solvencia y con un mínimo barniz de modernidad social que se agradece teniendo en cuenta la época. Se deja ver, aunque se olvida rápido. Aprobadillo.

Escribía otro opinante que el gran problema de Julio Medem es que no sabe cómo acabar sus películas. Coincido plenamente. Le empezó a pasar en algunas de sus obras anteriores y culminó con el absoluto desideratum de “Caótica Ana”. Y es que Medem lleva a sus guiones, a sus personajes y por ende a sus películas a tal grado de complejidad y retorcimiento, se mete en tan profundos e intrincados berenjenales, que a la hora de terminar la película no sabe cómo salir de esos laberínticos jardines.

Porque la película es buena en su primer 80% (de los capítulos 10 al 2, según la división que hace el propio Medem), con un notable desarrollo del personaje de Ana, muy bien interpretado por una magnífica Manuela Vellés, argumento interesante, coherente aunque enrevesado, que exige un esfuerzo extra del espectador para seguirlo, correctos secundarios, sobre todo Bebe Rebolledo haciendo casi de sí misma y la magnética Charlotte Rampling, excelente fotografía, estupendos exteriores en Ibiza y Madrid y dirección impecable.

Pero amigo, se acerca el final y a Medem le da la ventolera de llevarse a la prota a Nueva York, nada menos. O sea, la saca de sus escenarios naturales para dar un giro gratuito, caprichoso y totalmente innecesario. Y claro, la película se va a hacer puñetas. Ana empieza a dejar de ser Ana para convertirse en no se sabe que, el argumento ya se hace incomprensible, a Medem se le va la olla y el final (capítulo 0) es lo más absurdo e incoherente que he visto desde hace mucho tiempo. De hecho parece como si no fuera de la película, sino un corto independiente que se ha puesto ahí como un pegote sin venir a cuento. Ana ya no es Ana, se comporta como si fuera otro personaje e incluso casi como si la interpretara otra actriz distinta (a Manuela Vellés cuesta reconocerla), lo que ocurre no tiene ni pies ni cabeza y la famosa escena de la escatología no la entiende ni Dios, aunque algunos/algunas, empezando por el propio director, traten de justificarla con las más absurdas y peregrinas explicaciones.

En fin, una auténtica pena. Lo que podía haber sido una película notable se arruina por ese absurdo e incomprensible final. ¿Puntuación? Para el primer 80% le daría un 7-8; para el final, un cero pelotero. Así que lo dejo en un 4.

Película musical-pop de finales de los 60, época en que este género se puso de moda en España (recordemos como ejemplos a "Los chicos con las chicas" de Javier Aguirre, "Long-Play" de Javier Setó o la icónica "Un, dos, tres, al escondite inglés" de Iván Zulueta). No eran más que simpáticos entretenimientos para gloria de los cantantes o grupos famosos de aquel entonces.

Esta que nos ocupa está protagoniza por Juan Pardo, que formaba un muy exitoso dúo con Junior, además de Ivana, cantante de la que nunca más se supo y dos grupos míticos: Los Ángeles y Fórmula V, que marcaron toda una época del pop español.

Poco más hay que decir: argumento casi inexistente porque no hacía falta y muchos números musicales de los citados artistas. Apariciones del entrañable Jesús Puente y del bigotes José María Íñigo haciendo de sí mismo.

En fin, muy recomendable para los carrozones nostálgicos que vivimos casi de niños aquella época, pues nos gusta recordarla con cariño, simpatía y algo de resignación por el implacable paso del tiempo. Para los demás, pues hombre, podrían echarla un vistazo los chavales de ahora que tengan curiosidad por saber cómo era la música española de hace 45 años, igual se llevan una sorpresa, quien sabe.

[ Por cierto, sobre Ivana … he estado chapuceando por la red y algo he averiguado: se llama María Rosario Gaspar Díaz, malagueña del año 1946, se retiró de la canción muy pronto, en 1970, al parecer harta de las casas discográficas (según ella), estudió periodismo y ha trabajado desde entonces como corresponsal en América y Europa para distintos medios, supongo que hasta su jubilación, ya que ha cumplido los setenta ]

Vale que hablamos de los años 60 y las cosas eran como eran (por ejemplo, las mujeres no podían abrir una cuenta corriente sin el consentimiento del marido, tal cual), pero aun así el insoportable tufo machista de la moraleja final en esta peli suena más a los años 40 que a 1968. Y es que a Pedro Lazaga, solvente director y con un buen número de obras destacables, a veces le salía el ramalazo de nacional-catolicismo franquista y le pasaban estas cosas, no podía evitarlo.

Y el caso es que la película se va sosteniendo por las excelentes interpretaciones de Arturo Fernandez, Teresa Gimpera y Juanjo Menéndez, en papeles que les van como anillo al dedo. Ver al eterno galán lidiando con el delantal, la fregona y el aspirador, no tiene precio. Y a la guapísima Teresa Gimpera, quizá la actriz más elegante que ha dado el cine español, de exitosa vendedora de chalets, pues lo mismo.

Pero que queréis, llega el final y todo se va al carajo. Ya digo, a Lazaga, Masó y Salvia (tal para cual, en lo bueno y en lo malo) les sale su autentico yo y nos cierran la peli con la más zafia, sonrojante y carpetovetónica morcilla machista: el hombre a trabajar y la mujer en casa a fregar, lavar y cocinar. Chorreante bocata de panceta barata como postre a una aceptable comida con algún toque de delicatessen.

Una pena, con otro final minímamente más avanzado y menos cavernicola la peli hubiera sido salvable como simpática comedia costumbrista. Pero en 1968 ya no eran de recibo este tipo de mensajes, los tiros empezaban a ir por otro lado.