He quedado anonadado ante la potencia y la perfeccción de esta cinta en la cual salen a relucir todas y cada una de las virtudes del mejor cine negro: crimen, chantaje, policía, pistas falsas, etc. Se me agotan las palabras para describir la grandeza de esta magnífica película de corte oscuro y de magistral dirección, sin duda. Sin ser un gran amante del género reconozco que La Mujer del Cuadro es especial por muchos motivos: la perfección de su guion es extraordinaria, la tensión de sus secuencias corta la respiración -de la primera a la última-, la música acompaña a las mil maravillas, etc. -No comparto la opinión de los que critican el final, para mí perfecto, una de las mejores cosas del film-.

Una pareja de pobres diablos se afana por ocultar un crimen ante la policía y nada, de esto trata la cinta, pero en serio, es demasiado perfecta en todos los aspectos, por eso le he puesto un diez, inmejorable. La verdad es que su factura es muy buena y transmite toda la tensión del crimen elevado a la enésima potencia, como reza el título de mi reseña. En fin, la recomiendo al cien por cien, es la película de cine negro más perfecta y redonda que he visto, y esto ya es mucho decir.

Si te gusta el cine negro no te la pierdas. Merece la pena.

Un Eloy de la Iglesia -que ya apuntaba maneras- nos regala esta cinta de realismo crudo con crítica social incluida, la cual ha terminado por convertirse en un clásico del género aún sin pretenderlo. La España de los 80 no estaba exenta de vandalismo y de gente marginal, a la cual se alude en esta obra que bien podría llevarse al teatro dada la simplicidad de su puesta en escena.

La película funciona a todos los niveles, tanto por su guión como por la situación que plantea así como por su plantel actoral, de modo que no es de extrañar que fuera un éxito en su momento. Pocas cosas que criticar salvo el tufillo ochentero que destila y su aire un tanto cutre/macarra, por no decir amateur. Para la gente que no sea de Madrid habrá cosas que choquen, y es que es una película muy madrileña, tanto por las localizaciones como por la forma de hablar de los personajes.

Eloy de la Iglesia nos ha demostrado reiteradas veces que es un hombre de cine, no sólo por éste, sino por los muchos títulos ilustres que jalonan su carrera. Todo un visionario y un pionero de nuestro cine que merece reconocimiento.

Extrañísimo y mágico film que se da un cierto aire al cine de Frank Capra y que en cierto modo recoge sus mismos valores y un mismo estilo cinematográfico. Familia pobre tradicional americana, ambiente navideño, el típico señor avaro mal encarado, la encantadora niña bien con multitud de pretendientes, la madre entrometida, el viejo matrimonio humilde pero feliz, las calles engalanadas y un cierto ambiente mágico, etc. En fin, todo muy prometedor y para no caer en el tópico, una ardilla generosa que reparte parabienes entre los más necesitados.

Ya digo, es un film atípico y no sé cómo habría que valorarlo pero me encantó. Me devolvió a la infancia gracias a su inocencia y esto tiene un gran valor con los tiempos que corren. Puede que algunos valores se estén perdiendo pero esta película los recupera en gran medida y nos retrotrae a los años 50 con el típico espíritu de la Navidad en donde todo parece amable y en donde la suerte parece sonreír en cada esquina.

Para mayor gloria del film diremos que el reparto es semidesconocido de modo que aún tiene mayor mérito al no contar con caras conocidas como reclamo. Es un cuento de Navidad lleno de magia y lleno de buenas intenciones que te deja encantado y con un agradable sabor a miel en los labios. Ojalá hubiera más títulos olvidados como éste para poder disfrutar sobre todo en Navidad. Un film para toda la familia.

Un film de tintes surrealistas que lleva la firma del polémico Jean Cocteau y que fue protagonizado por el actor Jean Marais en su año de gracia. Dentro de lo que viene a ser la filmografía del francés nos hallamos ante uno de sus títulos más interesantes tanto por su forma como por su fondo, sobre todo por su forma. Los escenarios oníricos resultan sugerentes y nada ridículos llegando a transmitir una cierta grandeza salida del inconsciente. El acabado en blanco y negro ayuda bastante a este respecto.

Para ser del año 50 nos hallamos ante un film muy innovador, sobre todo en su aspecto narrativo. Su estética es surrealista como ya hemos apuntado, sin que ello suponga un lastre; sin embargo no me atrevo a evaluarla con una nota superior al seis porque carece una línea argumental sólida y su discurso quedó mitigado tras la desaparición de las vanguardias.

Humor facilón y francamente hortera es lo que nos ofrece esta película sin que haya nada que la salve. No sabría por dónde empezar pero ya la idea me parece absurda y sólo apta para mentes adolescentes en proceso de maduración. Si al menos fuera divertida pues tendría un pase pero es que ni eso. Aquí no se salva ni el apuntador; mala, pero mala de solemnidad.