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Críticas de Strénliko
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
3
10 de junio de 2020
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A este típico panfleto de la era Merkel sólo le ha faltado al principio de la película el consabido rótulo de "basada en hechos reales" para darle una patina de verosimilitud. Al fin y al cabo se trata de justificar la masiva presencia de la inmigración turca en Alemania y presentar a los habitantes germanos como potenciales y malvados verdugos de los otomanos. Es el consabido film ideológico de los que pretenden vendernos la multirracialidad dentro de una historia dramática que nos ablande el trago de nuestra pérdida de identidad a los nativos europeos. Y claro, lo mejor es presentar cualquier resistencia a esta situación como un hecho criminal.

Todo comienza como una especie de pasión turca de una alemana, que esnifa cocaína y fuma heroína, con su camello turco. Y cómo éste, tras casarse con ella se convierte en un ciudadano modélico que monta un chiringuito para arreglarle los papeles a los inmigrantes. El buenismo de los de siempre. Después, unos tipos malísimos -los de siempre- hacen volar la oficina con niño incluido.

Las escenas del juicio resultan un tanto chocante porque carece de cualquier declaración de los presuntos malos. Tan solo, por parte de ellos, interviene el abogado defensor, mientras que la versión que se da únicamente procede de la acusación particular y del fiscal.

Sonrojante, por increíble, es el testimonio del padre de uno de los dos acusados alemanes, inculpando de manera directa a su hijo. Es realmente un delirio que esto pudiera suceder así.

El director turco Fatih Akin recurre a los más obvios ardides para poner al espectador encendidamente contra la defensa de los acusados. Por ejemplo, cuando declara el griego que aporta la coartada favorable a los dos alemanes, elige a un actor de aspecto desagradable, feo y miembro del satanizado partido Amanecer Dorado.

En fin, una película ideológica que, desde luego, no hace referencia alguna a las víctimas alemanas habidas por atentados islamistas, ni a las reacciones políticas que esas muertes provocan en la población de Alemania.
Strénliko
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1
4 de mayo de 2020
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas noches pasaron esta película en La 2. No tenía referencia alguna "La enfermedad del domingo", así que cometí el craso error de sentarme en la butaca más cómoda de mi casa. Había dormido esa tarde la siesta, por lo tanto creí que me vería libre de cualquier cabezada o caída involuntaria de párpados. Me equivoqué sobre esto último porque pasada la primera media hora comencé a sentir los efectos del sopor. Luché contra él y, no sin un denodado esfuerzo, conseguí llegar hasta el final. ¡Qué estúpido bodriazo, señores!

No obstante, antes de ponerme a escribir esta crítica, en pos de la mayor objetividad posible, le di un repaso en la página de TVE, donde la tenían colgada en la programación a la carta. Lo hice, sobre todo, para escuchar los diálogos con la mejor fidelidad posible a través de los auriculares del ordenador. ¿Por qué? Pues porque a la guapa de Bárbara Lennie cuesta muchísimo entenderla cuando le toca hablar. Creo sinceramente que es una de las actrices con peor dicción. Vale para el cine mudo y con subtítulos, pero no para el sonoro. Su mejor intervención cinematográfica, hasta ahora, sin lugar a dudas es la de "Magical girl"; una extraordinaria cinta en la que, incluso ella, estuvo bien.

Pero este absurdo peñazo de "La enfermedad del domingo" no lo es sólo por ella. El director y guionista es el principal responsable de la calificación de la puntuación de 1 que le otorgo. Se trata de una de esa películas hueras, vacías de contenido que intenta disimular sus carencias envolviéndola en pretenciosos y continuos silencios, supuestamente muy "intensos", "muy significativos", pero que realmente no son más que el reflejo de la incapacidad del director para evitar que el espectador se duerma. Porque "La enfermedad del domingo" -manda huevos con el absurdo título-, entros muchos defectos, tiene un guión con unos diálogos de rebosante sandez.

Si analizamos las escenas, demasiadas de ellas son de perplejidad por lo absurdo. Por ejemplo, ¿a qué vienen esos delirantes minutos de cuando Bárbara Lennie recoge a su perra de la casa del sepulturero y antes de llevársela a la suya la embadurna de barro? O cuando pone como una sopa a su madre con la manguera mientras están lavando al can. O cuando la susodicha madre decide coger un tren y buscar a su anterior marido, que ya tiene una nueva vida en París. Han pasado 30 años desde que lo abandonó y nunca más ha vuelto a saber de él, ¿de dónde obtiene la información precisa para localizar su domicilio y teléfono? O esa otra escena de tremendismo innecesario, incluso gore, del sepulturero vaciando un viejo ataud del que extrae y dobla como a un muñeco de plastilina los restos del cadáver que contiene.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Strénliko
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4
12 de marzo de 2020
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído un buen número de las críticas aquí publicadas y, con cierto asombro, compruebo que prácticamente todas han pasado por alto el muy deficiente sonido de la película. Empezando por cómo dan voz los actores a sus respectivos diálogos. Es que un cincuenta por ciento de lo que dicen cuesta demasiado entenderlo, porque mascullan en vez de hablar de forma intelegible; una moda instalada en el cine español desde hace años, en un afán de supuesto naturalismo que emborrona el discurrir de la historia que se narra. Como ejemplo paradigmático de esto lo tenemos en la muy sobrevalorada "La isla mínima", donde la pésima dicción hubiera sido pertinente acompañarla de subtítulos.
"Que Dios nos perdone" es otro caso, aunque no tan extremo, como el de "La isla mínima". Y la responsabilidad, desde cualquier ángulo que se analice, es del director. Por indicación suya o por dejar que los actores suelten sus diálogos como les sale de sus huevos, tal circunstancia provoca en el espectador algo parecido a una fatiga de oreja. Lamentable.
Todo esto nos hace comprender mejor el motivo de por qué el publico español aprecia mejor al cine extranjero, que gracias a un buen doblaje y a una correcta dicción hacen que no se pierda el hilo de la historia que discurre ante nuestros ojos y oídos.
Además, esta circunstancia se suma a la dificultad expresiva del papel de Antonio de la Torre. Resulta muy irreal que alguien así, en los límites del autismo, hubiese podido llegar a inspector en la Escuela de Policía. Vamos, que no y no. En dicho centro de formación hay pruebas psicotécnicas que lo habrían invalidado para esa función.
Respecto al papel de Roberto Álamo, un tipo tan irresponsable y atrabilliario, dudo mucho que le permitieran seguir llevando la placa más allá de un par de días. Irresponsable también con su propio perro, al que dejó morir de hambre y sed encerrado en el piso. Nada más que por esto último me causó una alegría interior cuando el asesino le dio matarile con un certero estacazo en el cráneo. Se lo merecía.
Strénliko
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2
27 de agosto de 2018
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los que se dispongan a ver esta película: desistan de hacerlo si no han tomado previamente una generosa dosis de café bien cargado; y tampoco es recomendable para aquellos que dan relevancia a los guiones y pretenden enterarse de lo que sueltan los actores por sus boquitas.
Sobre este ultimo aspecto, abundan las escenas en las que la dicción de los personajes bien puede parecer en idiomas como el checo, el finlandés o el húngaro, porque no se les entiende nada de nada y, sin embargo, ¡¡es una película española!! Ya, con una pifia como esta, el espectador tiende a desengancharse de la historia que se nos está contando, a relajar su atención por percibir la pérdida de tiempo en la que se ha metido.
¿Es el director el que fuerza a los actores a hablar susurrando y sin vocalizar o son los actores los que no tienen ni zorra idea de cómo manejar su voz? En cualquier caso, el primer responsable es, obviamente, el director.
Y respecto al guión, cabe preguntarse ¿qué guión? Es la nadería casi en su estado puro, y subrayo lo que he leído en alguna crítica anterior, en el sentido de que a "Ali" se le suprimen 30 ó 45 minutos y nada cambia para el espectador si sólo ve el principio y los quince minutos finales.
Otro indicio de lo que se puede esperar de este filme es que la cadena deTVE La 2 la ha puesto, precisamente, a finales de agosto, cuando menos público hay. Para qué machacar a una audiencia mayor con este bodrio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Strénliko
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2
28 de julio de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claro, cuando uno se sienta a ver "El sendero de la traición" aún tiene en la memoria el Costa Gavras de "Desaparecido" y también de algunas anteriores. Al establecerse la comparación con la pelicula de la presente crítica, la pregunta que surge de inmediato es qué se habría fumado Costa Gavras para ponerse detrás de la cámara y aceptar un guión tan ridículo, lamentable y lleno de agujeros por donde se escapa toda lógica. ¿Tenía acaso alguna apremiante deuda y por eso dio el visto bueno para dirigir este bodrio? ¿Quienes fueron los productores que le pusieron el contrato para que firmara este film que tanto hacía retroceder su credibilidad?

Las situaciones argumentales de esta historia de blancos malísimos, y que hace aguas por demasiados puntos de su trama, mejor las doy a conoces en el destripe de más abajo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Strénliko
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