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Críticas de pancho carilao
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
6
10 de junio de 2007
19 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una de sus novelas, el escritor Kurt Vonnegut establece al culpable de todos los males del ser humano: su voluminoso cerebro. Es éste el que nos lleva a pensar muchas veces en exceso, a codiciar más allá de la cuenta, a darle y darle vueltas a las cosas dejando de lado la simpleza de la vida. Ese voluminoso cerebro, por cierto, me obligó a tomar una huincha de medir cuando finalicé de ver "El increíble del hombre menguante". Así fue como constaté que mis piernas (del suelo a la cadera) miden un metro y ocho centímetros y que mi estatura total alcanza el metro ochenta y seis. El asunto hubiera quedado sólo en simples datos numéricos, pero mi cerebro me recordó que el protagonista de la película, después de verse afectado por una nube radioactiva, por un tiempo queda midiendo un metro y veinticuatro centímetros y con esa estatura se pasea por las calles y conversa con su esposa. Notable sorpresa, por tanto, me provocó mi cerebro al volver a recordarme que en todas las escenas el protagonista apenas les llegaba un poco más allá de las rodillas a los demás actores (con un metro y veinticuatro). Eso me causó un cortocircuito. Sé, por ejemplo, que los estadounidenses tienen un promedio de estatura superior a los latinoamericanos, pero si sus rodillas se alzan por sobre el metro eso implicaba que la esposa del hombre menguante y toda la gente con la que se cruza en la calle medían algo así como dos metros y veinte centímetros como mínimo. Actores muy altos, pensé. Sin embargo, mi cerebro siguió insistiendo y me dijo que las personas que sufren enanismo, no tienen el rostro ni el cuerpo proporcionado como si lo tenía la actriz a la cual el director de esta obra hizo pasar por enana. A esas alturas ya quería desalojar al cerebro de mi cabeza, pero preferí recordarle que a pesar de sus datos la película entretiene y que debía ser considerada de acuerdo al año en que se filmó, 1957. Mi cerebro, como contraataque, me dijo que está película figuraba en una lista elaborada hace un tiempo por la revista Times como una de las mejores películas del siglo XX, no obstante ser simplona, con escenas parecidas a las del "Chapulín Colorado" y obvia por su desenlace. Entonces me enfurecí y prometí nunca más invitar a mi cerebro a ver este tipo de películas y por llevarle la contraria califiqué la película con un seis.
pancho carilao
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4
12 de abril de 2007
6 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un abuelo canoso y de incipiente barriga. Un afro americano punkie que se cree rudo, pero cuyos músculos hoy en día los ostenta cualquier principiante de gimnasio. Un pelado en ciernes que habla incoherencias fruto de los trastornos que le ha causado la guerra de Vietnam en su cerebro. Un galancete que en vez de seducir provoca vergüenza ajena. Si los juntamos a todos ellos tenemos a los MAGNÍFICOS o el equipo A, como al parecer también se les conoce. Siempre perseguidos, jamás atrapados. Hoy en día deben estar trabajando en la NASA. Lo digo por esa capacidad asombrosa de crear tanques o cohetes con insignificantes palos de escoba y algunos metros de alambre. En la memoria colectiva quedará por siempre esa furgoneta negra que con tanta presteza manejaba Mr. T. o la agilidad insospechada del veterano (por lo viejo) George Peppard.
Síntesis: Seguidilla de chambonadas que a muchos nos cautivo en la década del ochenta.
pancho carilao
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4
13 de abril de 2007
8 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay caso con Wahlberg. Le otorgan papeles para lucirse (recuérdese el protagonismo del olvidable Planeta de los simios de Tim Burton) y el señor Mark Wahlberg transforma los personajes en muñecos de cartón. Tiene menos expresividad que una estatua. Aquí interpreta a un promisorio actor porno que poco a poco conoce el mundillo de los jadeos, la droga y las interminables perdiciones que, según la “innovadora visión” del director, encontraremos cuando se escucha la palabra “corten”. Wahlberg, por supuesto, entendió que ese era el papel de su vida, pero al poco andar su registro actoral le juega una mala pasada y su personaje se convierte en un tarado que no sabe cuanto es dos más dos y que está obsesionado con Bruce Lee. Algunos dirán que interpreta a un jovenzuelo que desconoce donde se encuentra de pie, pero a los dieciocho o a los veinte, cualquier imberbe que posea un puñado de neuronas tiene más sentido común y mayor expresión gestual que este fantoche llamado Mark Wahlberg.
PD: En contraposición a este payaso, obsérvese la creíble caracterización de Heather Graham, la actriz porno que nunca se descalza los patines.
Síntesis: Wahlberg, el hombre del rostro de acero, le quita muchos puntos a una película que si se dejan de lado las caricaturizaciones, algo entretiene.
pancho carilao
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5
9 de junio de 2007
9 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que no pueden y no deben tomarse en serio. La idea es verlas como un producto de entretenimiento, sin mayores pretensiones. Hollywood es una máquina para fabricar este tipo de películas y "Depredador", por supuesto, es una de ellas. Aquí no interesa saber si en la realidad existen asesinos en serie venidos desde el espacio o si los soldados andan por la selva en camisetas(y no con chaquetas antibalas) disparando a todo lo que se mueva. El asunto es ver si el film entretiene o no. En mi caso pude verla sin pararme del asiento. Sólo por ello la recomiendo. Distinto es pensar que tamaño derroche de balas es cine arte o que al señor Schwarzenegger no le dieron un Oscar por un pelo. Por último, tal vez mucha gente querrá fusilarme con votos en contra al decirlo, pero no puedo dejar pasar la oportunidad para repetir la idea de que en estas películas mal llamadas "clásicas" (porque se vieron en la adolescencia, porque no faltó el astuto que adoptó a Stallone o a Arnold como su eterno ídolo, etcétera) algunos usuarios, muy pocos espero, olvidan que el criterio reinante para opinar es la subjetividad, por eso al ver una opinión discrepante a sus pareceres, lo ven como un ataque personal. A esos adoradores de ídolos paganos, les recuerdo que en Austria el señor Schwarzenegger era un pequeño dios. Eso hasta que abandonó las pantallas y decidió jugar a gobernador en un país al otro lado del globo terráqueo. Entonces se molestaron a tal punto con su actuación en la vida real que gimnasios, calles y plazas Austriacas dejaron de llevar el otrora endiosado apellido Schwarzenegger. Todo porque no habían separado mentalmente al héroe de brazos robustos que salía en el cine con el hombre de carne y huesos.
pancho carilao
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