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España España · Madrid
Críticas de OsitoF
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Críticas 2.084
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
2 de marzo de 2024
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Aun no siendo un género (el cine de terror) que me entusiasme, reconozco que hubo una temporada que lo que llegaba de Japón y Corea del Sur captó mi atención. Fue la época de “The Ring” y creo que ya he contado que fue a verla al cine (Kinépolis) de Ciudad de la Imagen, un día del espectador (miércoles) de noche… y estuve tres días sin dormir como Dios manda. Tenía ya más de veinticinco años, no era ya ningún niño impresionable y no he sido capaz de volver a verla. Por si hay alguien escrupuloso con la cronología, era 2002, era la versión de Gore Verbinski, pero para el caso es lo mismo. Todavía hoy me pregunto cómo es posible que un par de meses después decidiera repetir la experiencia con “The eye”, aunque esta vez lo llevé mejor y encontré que sus sustos eran bastante inteligentes y, aunque impactantes, no disparaban mis palancas mentales del pánico como lo hizo “The Ring”.

Poco después hubo una avalancha de películas japoneses en esa misma línea de espíritus y gente azul con las que fui perdiendo el interés. Sí, ciertamente tenían momentos de acojone, pero les faltaba un ingrediente que yo considero fundamental: independientemente del tipo de final que escoja el proyecto, los protagonistas deben tener alguna oportunidad de enfrentarse al fantasma, a la maldición o al Tío Camuñas de turno. En ese sentido, en el cine japonés siempre me ha parecido encontrar un fatalismo y una resignación a que se cumplan destinos inevitables que las hacen incómodas de ver y, como no me gusta sentirme incómodo viendo cómo la gente camina hacia sinos irremisibles, llevo ya tiempo esquivando esas películas.

Al cine de Corea del Sur, sí le doy gustoso más oportunidades. Incluso con su tendencia a finales tristes (para los estándares occidentales), sus concepto de películas de terror se plantea en forma de aventuras y misterios con componentes sobrenaturales enraizadas en su mitología. Por ese lado, “El extraño” se hace bastante atractiva. Sucesos extraños y actividad paranormal se desarrollan en un escenario poco convencional: un pueblecillo coreano tan típico como remoto, en el que podemos reconocer ciertos elementos comunes a cualquier sociedad rural y descubrir las peculiaridades de la zona. La película se desarrolla como una investigación policial que trata de explicar bajo parámetros normales los extraños sucesos que asolan esa pequeña aldea y separar lo místico de lo que son, muchas veces, prejuicios a los extranjeros, miedos a lo desconocido e intrigas vecinales.

La película se mueve entre dos mundos y juega a que el espectador deduzca en cuál se encuentra en cada momento, pero lo hace de manera solvente, sin trampas, sin recurrir a lo paranormal para salir del charco cuando la trama se ha complicado demasiado. El guion es sólido y juega con la imaginación del público para poner a prueba a veces sus convicciones y a veces su capacidad deductiva. A ratos es macabro y por momento gore, pero el conjunto te deja como una experiencia que, probablemente te deje el culo torcido, pero resulta inevitablemente interesante.
OsitoF
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3
29 de febrero de 2024
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No es que sea yo muy de cine intimista y, para dramas, ya tengo bastantes en mi día a día… pero soy perfectamente capaz de salir de mi zona de confort y disfrutar (si esa es la palabra) con una historia de amores turbulentos. “Alabama Monroe” tiene suficientes elementos de interés como para captar mi atención, sobre todo en su primera parte, con una notable componente romántica que, si bien peca de un tópico de un planteamiento de emparejar a personas de diferentes mundos, lo compensa con una ejecución dotada de un atractivo enfoque actual. En el fondo, es que soy un romántico inconfeso. Sin terminar de encontrarle un propósito a la película, me conmueve la historia de gente luchando por un amor que muchos considerarían «contra corriente» y puedo aceptar que se trata de una herramienta para construir el contexto a la historia de verdad.

Efectivamente, la segunda parte de la cinta se centra en la metamorfosis que sufre el amor con el paso del tiempo y el desgaste de las relaciones por el paso del tiempo y la paternidad. “Alabama Monroe” explora ciertos aspectos de ese desgaste con buena mano, pero sin salirse de lugares comunes, como paso previo a un tercer acto en el que la pareja es puesta a prueba ante una situación desgraciada y difícil que, la verdad, no me aporta demasiado. Más bien me aporta demasiado poco. Una cosa es aceptar unos tópicos de buen rollo y otra cosa es que te vengan con lecciones de cómo superar dificultades de verdad. En el mejor de los casos, si no te identificas con las situaciones que plantea, “Alabama Monroe” peca de efectismo; en el peor, si has pasado por lo que te ves en pantalla, la cosa oscila entre el «no me cuentes milongas», el «no tienes ni pajolera idea» y el «¿qué hago viendo esto?».

No ofrece respuestas a preguntas que, a lo mejor no la tienen, pero que la película se empeña en plantear con falsa sofisticación y pretendida trascendencia. No es una película para todo el mundo, especialmente si eres de los que se sumergen en la historia y no tienes la facilidad de algunos para disociar realidad de ficción.
OsitoF
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4
29 de febrero de 2024
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Lo más significativo que encuentro en “Lore” es un planteamiento poco explorado y con notable potencial: presentar los últimos días de la Segunda Guerra Mundial o, por ser más exactos, los días posteriores al hundimiento del Reich desde la perspectiva de los civiles del bando perdedor. Cuando visita la WWII, el cine suele centrarse en las grandes batallas hasta 1945 o en el drama de los víctimas de la represión nazi y, salvo contadas excepciones, no se acerca a un año en el que, militarmente, los aliados occidentales se limitaron a limpiar bolsas de resistencia en su camino a Berlín mientras los rusos aplastaban los últimas intentos de oposición organizada cerca de la capital y los alemanes no combatientes experimentaban en sus propias carnes lo que es tener la guerra en casa.

La Lore de la película es una adolescente hija de altos cargos del partido que, de la noche de la mañana, se queda sin padres (capturados), casa (deshauciados) y a cargo de sus hermanos. A través de sus experiencias, vivimos en primera persona el final de un mundo (su mundo) de privilegios y seguridad, y el baño de realidad que supone salir a una nueva Alemania ocupada por rusos y aliados, en la que nadie se preocupa por nadie y apenas hay una cierta autoridad que no basta para garantizar un mínimo de seguridad (se habla de dos millones de violaciones sólo en los frentes rusos) o de justicia. Así las cosas, en su periplo hacia la supuesta seguridad de sus abuelos en regiones, mientras vive toda clase de peripecias y desventuras recorriendo las ruinas de una nación devastada y abocada al hambre, Lore descubre la crueldad de la guerra y la posguerra, de las mentiras que contaba la propaganda del régimen y del nuevo imperio del más fuerte.

En ese sentido, “Lore” está bien, es una escenificación realista y bien hecha del «vae victis» (¡ay de los vencidos!) que nos viene bien no olvidar a los que llevamos una vida relativamente cómoda y, al hablar de guerras y conflictos, solemos pensar y opinar sin considerar todos los ángulos. También plantea con buen criterio el debate de si los hijos heredan o deben de heredar los pecados de los padres: ¿es merecida la pena que sentimos por Lore, sus hermanos y toda la destrucción de la que es testigo, cuando previamente Alemania infligió una destrucción similar o peor? Y, por si a alguien le quedaban dudas a estas alturas, Lore encuentra en su odisea elementos que le hacen abrir los ojos de lo que criminal fue realmente el nazismo y que, por muchas veces que se visiten, nunca está de más recordar.

Por ese lado, el técnico y el de la ejecución, “Lore” se hace interesante. Pero son sus intenciones las que me dejan con la mosca detrás de la oreja. Sí, perdida la inocencia, Lore abre los ojos (todos los abrimos) y se conmueve por haber estado tan equivocada con respecto a sus jerarcas (todos nos conmovemos), pero “Lore” parece demasiado ansiosa por dar por cerradas las heridas sólo con la revelación y aceptación de la culpa. Los mismos elementos a través de los que Lore percibe lo ciega que estaba, aceptan con demasiada facilidad la reconciliación y el mirar al futuro. A lo mejor soy sólo yo, pero tirando de lacrimosidad, me parece que “Lore” trata de enviar un mensaje de que Alemania pagó sobradamente sus deudas de cinco años de guerra con lo que vivió bajo la ocupación aliada y que, en el fondo, sólo había diez o doce nazis en toda Alemania y, sólo rebuscando en la memoria podríamos recordar el nombre de, con suerte, un par de ellos: el tal Adolf Nosequé y otro más. Vedla con cuidado.
OsitoF
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4
28 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues no sé. Todo invitaba a pensar en un momentopic (una película que reconstruye la biografía de un momento de gran significancia histórica) de garantías, con reseñas que eran casi unánimemente positivas y con un cine británico que siempre se ha mostrado muy solvente y riguroso en lo que se refiere a reconstrucciones de época, especialmente cuando tienen relevancia en SU historia. Pero lo que me he encontrado en “El momento más oscuro” es una cinta aburrida, con un discurso confuso y, lo que es casi trágico en una obra de esta naturaleza, una credibilidad muy cuestionable.

Empecemos por el gran elefante blanco de la habitación. La película se dio a conocer por la, en principio, memorable interpretación que Gary Oldman hace de Winston Churchill y que le valió a la película sendos Óscar al actor y al maquillaje. En ambos casos, se trataba de esas escasas veces que los premios están «cantados» en las quinielas sin margen a la sorpresa y, dado que a esos galardones cabe añadir la inédita ausencia de críticas negativas, creo que podemos inferir que realmente la caracterización de Oldman es considerada como magistral por el mundo del Cine. Yo, sinceramente, no lo entiendo. Mejor dicho, lo entiendo pero no lo comparto. No me siento capacitado para juzgar la siempre infravalorada labor de los maquilladores, pero yo no veo a Winston Churchill en la película sino a Gary Oldman con capas y capas de prótesis… así que, sin querer polemizar demasiado, me parece que se ha valorado más la cantidad de maquillaje que la calidad (supongo que tendrá cierto mérito aplicar todos esos potingues y que el actor que haya debajo pueda respirar).

Tampoco es que yo tenga cualificación como historiador, pero hasta donde sé de la persona y del personaje, me parece más verosímil el John Litgow de “The Crown” que este de Gary Oldman, pero terminemos de hablar de la labor del protagonista antes de entrar en la credibilidad de la película. Realmente es que no puedo valorar su interpretación, porque no apenas puede gesticular o expresarse y todo lo que intuyo de Churchill es su obesidad y su calvicie. ¿Oscar a la mejor interpretación? Pues habría que ver al resto. ¿Oscar a la mejor caracterización? Puede ser, pero ni así las tengo todas conmigo. No todo es imitar, porque si no Carlos Latre o Joaquín Reyes no pararían de recoger premios sino de hacerse con el personaje y, la verdad, viendo las cosas con perspectiva, no veo que el conjunto actor-maquillaje conduzca a una recreación rigurosa. Creo que con un poco de relleno en el traje para simular la panza y una calva falsa normalita, hubiese bastado para que el espectador encontrara en Oldman un Churchill mucho más aceptable y menos postizo.

Ahora sí, al margen de la caracterización-interpretación, entramos en la credibilidad general. El argumento y el tono de “El momento más oscuro” nos muestran a un Churchill castigado por la edad y los excesos, carcomido por las dudas, indeciso, agobiado por el peso de la responsabilidad, vacilante, confundido, balbuceante y sin personalidad, influenciable por todo el mundo, desde el Rey hasta el jardinero. Un Churchill sin ideas claras y que no ha superado el fiasco de sus decisiones en Gallipolli 20 años antes. Bajo ese percial, uno de los ejes de la película se articula en torno a las conspiraciones internas en el gobierno para derrocarle y hacer la paz con Alemania mientras él busca fuerzas para resistir al mando mientras toma una decisión. Claro, aquí la película juega con el hecho de que es difícil estimar el rigor y la credibilidad en situaciones de índole privada o secreta. ¿Era Churchill el líder firme y sereno que muestra la literatura oficial y los documentales o la marioneta chocha que vemos aquí?

Con todas las reservas, debo decir que los planteamientos de la película no me convencen. Sí, es posible que la imagen pública que todos tenemos de Churchill puede proceder de la estrategia de comunicación esperable en tiempos de guerra y que luego él se esmeró en mantener, pero la cinta ofrece situaciones en el Parlamento o en las Salas de Guerra que sí son contrastables y que contradicen lo que vemos en pantalla. O la personalidad que atribuye al Rey o a Neville Chamberlain que, nuevamente, chocan frontalmente con todo lo escrito hasta ahora. Es más, en su Historia de la WWII, Churchill alaba el papel que jugó Lord Halifax, el gran villano de esta película al que muestra desempeñando una labor crítica en el mantenimiento de las estratégicas relaciones con EEUU (la película concluye que su nombramiento de embajador ante Roosevelt fue un castigo de destierro). Y, entonces, si lo que podemos contrastar no cuadra, ¿por qué deberíamos tomar por buenas sus planteamientos sobre las cuestiones íntimas o privadas? No voy a hacer el chiste fácil de «No sé, Rick, parece falso…» pero no siento que estoy ante una obra que socave los cimientos del mito de manera fundada, sino que ofrece una versión alternativa y novelesca que le va muy bien para construir una trama de luchas en la sombra y puñaladas por el poder en mitad del momento más decisivo en la historia de UK.

Y, como ficción o exageración política, tampoco aporta una película muy fluida. Continuamente abre tramas que no conducen a ninguna parte. Hace una presentación por todo lo alto de su secretaria en lo que termina siendo un papel sin salida, las tribulaciones en torno a la evacuación de Dunkerque empiezan con trazo fino y terminan a brochazos, el rey y la esposa aparecen como cameos esporádicos e instrumentales para activar alguna palanca emocional sin rigor alguno. Todo en la obra parece elaborado alrededor de anécdotas en el mejor de los casos irrelevantes, en el peor cuestionables, para hacer una versión sin rumbo de “El discurso del rey”. Tiene un pase para los muy aficionados a la ficción histórica o política, pero decepcionante.
OsitoF
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5
26 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay héroes sin capa y películas que, sin grandes méritos técnicos o revolucionarias innovaciones argumentales, hacen tanto por el Cine como la mayor de las obras maestras. Es el caso de “La familia Bélier”, que hace visible como pocas la farsa en la que se han convertido unos Óscar que, después de dejarse su crédito valorando las películas en base al género, al color o las minusvalías de quién dirige o interpreta las películas, va camino del esperpento con decisiones como la de dar los premios, entre otros, de mejor película y guion adaptado al remake (“CODA: los sonidos del silencio”) de esta película francesa. Lo de mejor película huele mal - ¿tanto mejora una película por trasladarla geográficamente a EEUU e interpretarla con actores locales? - pero lo del guion adaptado es, directamente, un puñetero insulto a la inteligencia: ¿¿Han premiado la adaptación del guion francés que sólo cambia los nombres de la gente y las ciudades?? Si estamos ante un ejemplo de que los Óscar se compran y se venden, malo, y si lo que pasa es que tocaba dar el premio a una película de cojos, sordos o ciegos, casi que peor.

En fin. “La familia Bélier” es una comedia dulce y de buen corazón que, más que intentar matar a carcajadas al espectador, trata de emocionar al público utilizando su atmósfera ecofriendly y la superación de problemas médicos con el poder de la familia y el buen rollo. En líneas general, es un buen trato: la historia se desarrolla de manera fluida y agradable, con los conflictos esperables, intrafamiliares y extrafamiliares, entre gente con discapacidad auditiva y con auditividad heteronormativa, muchos de ellos más falsos que los montajes de hijos de expertos que se cuelan en las videoconferencias de Skype mientras son entrevistados en TV como ejemplo de conciliación. Pero cumple con sus expectativas de hacer pasar un rato entretenido, de conmover en los clímax y de demostrar que se puede hacer una película con trasfondo social y apariencia comercial, que no da todo el rato la turra queriendo hacer mejor a la sociedad.
OsitoF
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