Una interesante propuesta de cine vampírico, que sirve como vehículo para hablar sobre la belleza de la vida, la naturaleza, el arte (especialmente la música y la literatura); a la vez que todo lo contrario: la decadencia de la raza humana (o zombis como nos llaman).

Puede que el ritmo de la obra de Jarmusch sea lento, pero sus planos son de tal belleza visual, dominando marrón, negro y ocre, no importa que los sostenga durante minutos.

Aunque sin duda, destacando aspectos técnicos, la música de Sqürl (grupo del director) y Jozef Van Wissem es lo más impresionante de la película y casa perfectamente con la trama que nos cuenta y el imaginario visual y "cultural" que el filme crea.

Tom Hiddleston y Tild Swinton están geniales en sus facetas de vampiros culturetas (y un tanto "emo" en el caso de Hiddleston). Resultan personas interesantes a las que te gustaría conocer a pesar de su exagerada pomposidad.

No es una película apta para cualquiera, puede resultar realmente lenta, pero eso no quita que sea una delicia.