La octava entrega fue la que dejó clara una cosa: hacer buen cine de terror con poco dinero no siempre es sencillo. Suele ser una fórmula habitual y ganadora y esta serie de películas es una prueba de ello; pero si querían ir a lo grande el presupuesto tendría que haber sido acorde.

Consecuentemente lo que prometía ser una película grandilocuente, con Jason aterrorizando la gran manzana, se convierte en una serie de inconsistencias (que mayormente ocurren en un barco) que hacen que no puedas tomarte en serio a la trama o los personajes. Sí, se que hablo de una película de Viernes 13 y no puedo pedir peras al olmo, pero cierta coherencia interna para con la propia trama y también con el personaje y la saga, no vendría nada mal.

Eso sí, tiene algunos de los personajes más particulares e interesantes de la saga como la chica rockera o el gran Julius; y también una de las parejas protagonistas más pobres y sosas de la saga.

Una lástima, podría haber sido algo muy grande.