Posiblemente la película más personal que jamás haya realizado Rob Zombie y que una vez más demuestra su buen hacer con una cámara, sin ser su mejor obra.

El guión y la realización son más que correctas y entiendo a donde quería llegar el director/rockero con el uso de su psicodelia visual y la música rock y experimental. Pero esto sin embargo lo lleva a cometer dos problemas que lastran la película. Por un lado el uso de estos elementos se queda algo escaso para lo que debería haber sido, casi como si Zombie se estuviera contenido. Habría sido mucho mejor dejarse llevar por completo, casi recreando un videoclip de dos horas.

El segundo gran problema es que se pierde tanto en su forma que se olvida de alguien muy importante: su protagonista. Con una historia tan interesante y que podría haber escarbado de forma muy interesante en el descenso a los infiernos de una persona (de forma MUY literal), es increíble como aunque Shery Moon esta en casi todo momento en pantalla, hacia el final de la película no se trabaja su personaje.

Una lástima porque sin estos dos grandes problemas, habría sido una de las películas más interesantes de su año.