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Voto de Chagolate con churros:
5
Drama En Kyoto, en los años 70, un anciano calígrafo escribe con gran delicadeza una felicitación en la cara de su hija el día de su cumpleaños. Cuando se hace mayor, Nagiko recuerda emocionada aquel regalo, y busca al amante calígrafo ideal que utilice todo su cuerpo como una hoja en blanco.... (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2011
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es complicado para un occidental, comprender la magnitud de la pincelada en la caligrafía oriental. Atender, cuanto de importante es el pulso, o la orientación y el orden del trazo a la hora de escribir los kanas y kanjis. A diferencia de la caligrafía occidental, ciertas caligrafías orientales no son sólo texto escrito, sino que son una imagen. La máxima dificultad para un occidental a la hora de aprender estos idiomas no es pues, el aprender los kanjis de memoria, sino el interpretar el concepto visual que esconde lo escrito.

Transmutar todo esto al cine es sencillo si se conoce un poquito al director. Dice Greenaway que a pesar de los 100 años de historia de cine, aún hay una influencia notable de lo escrito en este arte. Algo sobre lo que estoy totalmente de acuerdo; pero añade “como creador de imágenes, no estoy interesado en ilustrar textos”; y en cambio, siempre existe un peso excesivo del diálogo en sus películas. Es recurrente que Greenaway confunda el poder visual del plano en un momento específico del metraje, con la capacidad que tenga un plano para que la escena pueda ser “leída.” De lo primero hay muchísimo en el cine de Greenaway -y aquellos que busquen un instante de magia podrán disfrutar con el cine del director-; de lo segundo el cine de Greenaway anda escaso. Como muestra sólo tenemos que acercarnos a "The pillow book", donde, por mucho que Greenaway propague su independencia del texto, encorseta todo el trabajo bajo una voz en off. Estos oxímorones también son marca de la casa.

"The Pillow book" es una constante en las obsesiones del galés: desnudos, muerte violenta, adulterio, numerología, conspiraciones y sexo. Todo ello, ofrecido a través de imágenes yuxtapuestas, un leitmotiv sin peso específico que ni ayuda a que avance la obra, ni crea una verdadera ruptura del lenguaje cinematográfico.

El máximo acierto viene cuando Greenaway usa la cámara y el plano como una herramienta para diferenciar cada cultura que aparece en la película. Si bien, es fácil encontrar ejemplos que recurran a la música para subrayar estos cambios -un elemento nada cinematográfico que también se puede escuchar en esta película-, en "The pillow book", observamos como el color y la toma, también cambian de manera evidente. Para retratar el mundo japonés, Greenaway usa el plano largo y estático. La altura de cámara se encuentra a la altura de la cintura, y la fotografía es en blanco y negro. Las tomas rodadas en Hong Kong son cortas, existe mucho montaje en la composición de una escena. Los colores son abundantes. Por último, podemos encontrar escenas de cámara en mano para tratar con los personajes europeos o lugares occidentalizados.

(Abróchense los cinturones porque esto continúa).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chagolate con churros
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