Bajo el dintel, entre las jambas de la película me quedé. Que no, que no entré. Y mira que lo intenté, que puse todo mi empeño y su mejor horario para que no ocurriera, o mejor dicho, para que ocurriera esa luz cegadora que a muchos deslumbra contemplando lo que para ellos es el cierre de esta maravillosa trilogía.

Y me quedo como medio jodido, como medio tonto o tonto del todo por no saber apreciar la singularidad y calidad de Satyajit Ray. Y me pregunto que donde he fallado, que donde fallaron mis padres, mis laudables maestros de escuela o mis más admirados maestros de la vida. Y sueño que la vida es sueño, y en ese sueño le encasqueto un diez a cada una de sus tres películas. Y danzo entre las nubes contento y cantando porque ahora soy feliz.

Y me despierto. Y descubro que en eso consiste el cine. El arte. Para ti un diez, para mí… cuenta las estrellas vag@.