No podré opinar sobre si Andrei Tarkovski es o no es un buen director. Y no lo haré porque esta, ha sido la primera película que he visto de director. Si bien los rusos y yo, nunca hemos terminado de congeniar, “La infancia de Iván” no me ha terminado de desagradar.

Dicen que la fotografía es algo estático y que por ahí, el cine siempre va a ganar la partida. Pues bien, he visto fotografías que corren más que esta película de Tarkovski. Diremos que “La infancia de Iván” es una colección de hermosas y dolorosas fotografías de su director. O con eso me quedo. Porque si bien durante la primera parte del metraje estuve enganchado tras los pasos de Iván, la última se me hizo más larga, algo pesada y mucho más poética de lo que puedo llegar a soportar.

No tenía intención de realizar esta crítica pero al comprobar que no había crítica por debajo del ocho, me dije, Chago, aquí hay algo que no funciona y me pregunté ¿Dónde está esa crítica con un tres completamente vapuleada por el mero hecho de no opinar como el resto?

Aunque visualmente es muy impactante, el cine no es sólo fotografía. Los símbolos que muchos directores encierran en sus películas (Dreyer, Bergman o el propio Tarkovski) requieren más atención de la que normalmente puedo general. Compréndanme… las veo con el cuerpo de una mujer a escasos centímetros del mío.