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Voto de Chagolate con churros:
5
5,3
11.754
Drama. Romance
Verano de 2008. Se inspira en el film 'En la cama', del chileno Matías Bize. En un hotel del centro de Roma se conocen una rusa y una española. Al día siguiente, Alba volverá a España y Natasha a Rusia. En la habitación del hotel se respira una atmósfera cargada de erotismo y sensualidad. Entre ellas nace un sentimiento nuevo que ambas aceptan. Durante doce horas, las dos mujeres se confían sus vidas, hablan de sus compromisos y del ... [+]
13 de mayo de 2010
42 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poca algarabía se escucha en las calles nocturnas y solitarias de Roma. Caminan entre calles adoquinadas dos figuras que las tenues luces ocultan su identidad. Continúa el plano mientras se acercan. Alba (Elena Anaya) con look vaquero (camisa de franela, cabellos cortos y vaqueros) y Natasha (Natasha Yarovenko) mantienen la conversación a la salida del bar. La cámara las sigue desde la altura. A la entrada del hotel de una de ellas, el plano queda casi vertical (cenital). Fuerzas telúricas luchan contra deseos escondidos. Fuerza ejercida en dos direcciones opuestas. Gana el deseo mientras la cámara que sigue sin cortar retrocede. Vemos las banderas, muebles de terraza y entramos por fin, a la habitación. Giramos con un lento movimiento y la puerta queda enfrente de nosotros. Ambas mujeres entran por la puerta. Sin cortar todavía, la cámara las sigue de nuevo a la terraza y la habitación ya ha quedado delimitada. Vista para sentencia. Dos cuadros, una cama, un aseo por el que pasar, y una pequeña terraza con una buganvilla. Ambas, apoyadas en la barandilla se miran de espaldas a la cámara.
Médem corta.
Para muchos no serás suficiente, incluso diremos que estos alardes son mas, egos crecidos que planos funcionales. Personalmente creo que he visto uno de los mejores planos-secuencias del cine actual, y merece la pena acercarse a ver esta película aunque sólo sea por sus primeros minutos.
Lo que falta tras los primeros minutos es una película de encargo; con fallos imperdonables y con excesos inaguantables. Los excesos son predecibles. El que conoce a Médem sabe que con los años ha perdido la atmósfera de sus primeras películas en detrimento de una lírica más o menos perfilada sustentada por el peso de la imagen, mas que por la palabra. Aunque con los años la imagen fue perdiendo batalla y la palabra ganaba terreno podíamos percibir un extraño equilibrio que finalmente se ha roto con la única película de Médem sin exteriores.
Desde el inicio de su filmografía, el espacio natural ha sido siempre, un personaje más en las tramas de Médem, y aunque pretende el director una nueva prosopopeya con la habitación, o no usa los recursos que debiera (cuando Alba cierra por fin la puerta sólo nos queda el plano de una triste mirada pero no permite el director que la propia habitación se despida del espectador) o los usa endiabladamente mal (la panorámica horizontal que usa Médem cuando Natasha explica que un cuadro habla sobre otro es torpe y acelerada).
Abróchense los cinturones porque esto continúa.
Médem corta.
Para muchos no serás suficiente, incluso diremos que estos alardes son mas, egos crecidos que planos funcionales. Personalmente creo que he visto uno de los mejores planos-secuencias del cine actual, y merece la pena acercarse a ver esta película aunque sólo sea por sus primeros minutos.
Lo que falta tras los primeros minutos es una película de encargo; con fallos imperdonables y con excesos inaguantables. Los excesos son predecibles. El que conoce a Médem sabe que con los años ha perdido la atmósfera de sus primeras películas en detrimento de una lírica más o menos perfilada sustentada por el peso de la imagen, mas que por la palabra. Aunque con los años la imagen fue perdiendo batalla y la palabra ganaba terreno podíamos percibir un extraño equilibrio que finalmente se ha roto con la única película de Médem sin exteriores.
Desde el inicio de su filmografía, el espacio natural ha sido siempre, un personaje más en las tramas de Médem, y aunque pretende el director una nueva prosopopeya con la habitación, o no usa los recursos que debiera (cuando Alba cierra por fin la puerta sólo nos queda el plano de una triste mirada pero no permite el director que la propia habitación se despida del espectador) o los usa endiabladamente mal (la panorámica horizontal que usa Médem cuando Natasha explica que un cuadro habla sobre otro es torpe y acelerada).
Abróchense los cinturones porque esto continúa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pero a pesar de ciertos fallos y de toda la lírica recurrente existe un fallo imperdonable: el uso de la música. No exagero si afirmo que el ochenta por ciento de la película tiene música. Escenas que requerían ser escuchadas quedan aniquiladas por la banda sonora. Los jadeos, los besos, el roce de los dedos con a piel queda enmascarado por la música. Escenas de grandísima planificación visual (p. ej. en la bañera) chirrían por culpa de una banda sonora metida con calzador.
Dice Médem que necesitaba dinero para el proyecto sobre la Grecia clásica que está realizando (Pericles y Aspasia) y que “Habitación en Roma” podía darle la financiación que necesitaba. Acaba de gastar el crédito, en la siguiente no hay excusa.
Dice Médem que necesitaba dinero para el proyecto sobre la Grecia clásica que está realizando (Pericles y Aspasia) y que “Habitación en Roma” podía darle la financiación que necesitaba. Acaba de gastar el crédito, en la siguiente no hay excusa.