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Voto de Chagolate con churros:
7
Thriller. Drama El joven Malik El Djebena (Tahar Rahim), un francés de origen árabe, ingresa en prisión para cumplir una pena de seis años. Aunque al principio la vida en la cárcel le resulta muy dura porque está completamente solo, se adapta rápidamente y, gracias a su carisma, se gana poco a poco la simpatía de los miembros de la mafia corsa, que tienen sobornados a los guardias y controlan todo lo que pasa en prisión.
26 de febrero de 2010
34 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
A día de hoy, no voy a exigir autoría en el cine. Son pocos los directores actuales que pueden mantener el estatus de autores cinematográficos. Jacques Audiard no es uno de ellos, aunque pretenda serlo. Al fin y al cabo, lo que nos ofrece el galo no es más que un cine que converge a los cánones del cine de Hollywood. De nuevo el planteamiento de la cinta falla en su honestidad hacia el espectador, aunque al contrario de su predecesora (De latir mi corazón se ha parado), en esta nueva propuesta deja muchas más pistas de su intención. Podemos ver así, esbozos de un cine “progre-british” aderezado de nuevo por esa estética sucia muy bien ornamentada.

No existiría mayor problema en dar el pasaporte a este Profeta si no fuera porque al final el producto funciona de maravilla. Jacques Audiard usa un lenguaje cinematográfico de forma más que eficiente, construyendo sobre una pirámide (el guión) una sólida estructura que lo aguante.

No puede el director hacer funcionar esta película plenamente en sus larguísimo metraje. De hecho, hay un stand-by (que se podía haber solucionado en la sala de montaje) tras el primer encargo de El Djebena (Tahar Rahim); aunque debería reconocer que el guión lo solventa con ciertos toques onírico-fantásticos que si bien les pueden estorbar a otros espectadores a mí me fascinan incluso más, que la trama en sí. Quizás lo más sorprendente de “Un profeta” sea que el buen uso del tempo narrativo consigue que los “tiempos muertos” no molesten en exceso convirtiendo la película en una inusual montaña rusa. Recordemos que el punto de mayor tensión tiene lugar cuando aún faltan dos horas para que finalice la propuesta y aunque esto puede descolocar a los más puristas es un acto de valentía por parte del director.

Audiard despide al espectador con el que es para mí, el mejor plano de toda la película.

¿Qué más se le pude pedir?
Chagolate con churros
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