No hay mucho de interesante en “fugitivos”. De hecho, todo se mueve con bastante indiferencia. La cinta de Téchiné es sencillamente, anodina. Durante toda la película, su director nos quiere hacer centrar el interés de la trama en un personaje oscuro, difícil de creer, misterioso y tosco. Es el personaje que interpreta correctamente Gaspard Ulliel. Cuando no está en pantalla, simplemente la película pierde todo interés.
Son difíciles de creer también todas las relaciones que mantienen los cuatro habitantes de la casa. O más concretamente, la relación que mantiene Ulliel con una familia cuyos caminos se han cruzado.

No son los actores culpables de tanta inverosimilitud. Téchiné mantiene una encomiable labor a la hora de trabajar con sus protagonistas, pero el guión es flojo y obliga a la película a intentar salvar un escollo que le es imposible.

No me gusta nada la música folclórica que nos ha endosado su director. Mucho acordeón que no me pega nada y que quita encanto a una campiña francesa muy bien fotografiada y retratada.