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Voto de Chagolate con churros:
8
Drama. Ciencia ficción. Romance Adaptación de una novela de Kazuo Ishiguro, el autor de "Lo que queda del día", que también fue llevada al cine (James Ivory, 1993). Kathy, Tommy y Ruth pasan su infancia en Hailsham, un internado inglés aparentemente idílico, donde descubren un tenebroso e inquietante secreto sobre su futuro. Cuando abandonan el colegio y se acercan al destino que les aguarda, el amor, los celos y la traición amenazan con separarlos. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2011
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una lástima esa verja final. Una lástima que no nos deje interiorizar el mensaje, que no lo cubra todo el silencio; que no lo cubra todo el dolor y tengamos que repartir atención ante el discurso expiativo.

Tampoco parece acertado el casting de Garfield. Empiezo por el final, por lo peor, porque no merece este ejercicio acabar con palabras feas, aunque siempre que recuerde la película, me vendrá a la cabeza que el personaje de Kathy H (Carey Mulligan) sigue siendo excesivamente literario a pesar del loable intento de Garland de dar forma a Ishiguro.

En planos generales está rodada la primera parte. Acertadísimo. Porque aunque parezca lo contrario y la infancia se manifieste íntima y cerrada, no se deja de mirar por la ventana (Ruth). ¡Qué grande parece el mundo!


Es este un trabajo que esconde la lágrima. Quizá por ello pase sin pena ni gloria. La señorita Lucy nos enseña el percal. Parece que los niños siguen sin entenderla. O no quieren, que para eso son niños. Ellos siguen pensando en ser actores. ¿Y por qué no? Yo sigo soñando.

Quizá falte el olor al miedo. Porque una cosa es no querer comprender y otra no comprender. Es como cuando nos encontramos en esas encrucijadas que marca la vida. ¡Qué puta! Y hacemos oídos sordos. ¡Sí, sí, vale, pero yo a lo mío! Hasta que se estampa. Ishiguro lo recoge en un pequeño pasaje. Si es que en esta historia todo es pequeño. Todo se dice como a la carrerilla, y luego, te das cuenta del dolor. Como la brecha que de niño te haces y hasta que no te advierten de que está sangrando no eres consciente del dolor que genera. Decía que Ishiguro lo recoge cuando las niñas rodean a Madame y notan el miedo en su semblante. Sí, sí, tú lo sabes, sabes que eres diferente, sabes que no existe mañana y no queda nada en el día, pero haces oídos sordos. Hasta que se estampa. El miedo, fíjate que cosa más inane, que provoca mayor resuello que la alocución más severa.

Así queda la escena y la tónica general de la película, que se tachará de fría y lenta. Tommy (Andrew Garfield) se acerca a Kathy. Sabe que no existe posibilidad con Ruth (Keira Knightley). ¡La pintura!
Kathy tiene la llave aunque él se siga acostando con Ruth. No es que sea escueta en diálogos, más bien, los diálogos quedan en la superficie. ¡Qué decir cuando todo está dicho! Tampoco hay mucho que explicar, oye. Si lo quieres así, ahí tienes “La isla” de M. Bay.


Es fácil disculparse frente al mar.
Cuando ya no queda nada.
Un mar sin horizontes,
aunque se advierta lo contrario.
Si dudas, ofrécele otro paso.
Cuando ya no queda nada,
que fácil es disculparse frente al mar.

No queda nada en el día. Ruth, Kathy y Tommy lo saben desde niños, aunque sigan pensando en ser actores. ¿Y por qué no? Seguimos soñando.
Chagolate con churros
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