Algunas veces no encontramos en la tesitura de tener que volver a enamorar a la persona amada. Empezamos de cero y descubrimos cosas desconocidas de la pareja, puertas cerradas que sólo se abren cuando es el amor quien llama. Todo esto puede, en muchos casos, que la persona anhelada vuelva a enamorarse, pero al mismo tiempo, como por arte de magia, nos acrecienta nuestro amor por ella.

Pero… ¿y si el amor durara lo mismo que la memoria de los peces? ¿Y si nuestra memoria fuera la de un pez?

Hay películas que tratan este tema desde el otro punto de vista, desde las posibilidades que ello tendría o la promiscuidad que se pudiera ejercer.

En “50 primeras citas” abordamos el tema más romántico. Y se aborda con naturalidad y buen hacer. La pareja formada por Adam Sandler y Drew Barrymore posee química. Ya lo demostraron en su primera colaboración “El chico ideal” (Frank Coraci, 1998). Ambos están realmente bien en pantalla y traspasan espontaneidad.

Si en un principio podíamos pensar que nos íbamos a encontrar con otra comedia romántica llena de gags absurdos y humor zafio, poco a poco nos sorprendemos con una historia bien escrita en la que sólo sobra el personaje de Rob Schneider, un personaje metido con calzador y que se encarga de rellenar con ese humor absurdo y chabacano que tanto abunda en las comedias actuales. Y es todavía peor si lo introducen sin necesidad alguna, simplemente, por que es lo que se lleva.

Final atípico, que me hizo darme cuenta que algunas veces, algunas comedias románticas consiguen volver e enamorarme… aunque sólo dure un día más.


P.D. ¡Oye narrador misterioso! ¿Te has olvidado de mí? ¿Me volverás a dejar sólo y malherido? Hombre, ya que hiciste el esfuerzo inicial de mostrar tanto interés por mí, no termines así tu empresa. Ánimo.