Sé que parece mentira, sé que muchos no me creerán, pero el Steven ya hizo esta película en 1982. Dirán los puristas que no, que anda y no me invente y que nada tiene que ver. Y puede ser cierto, pero igual de cierto es que esta película tampoco tiene nada que ver con Indiana Jones. Hay algunos que se creen que con cuatro o cinco guiños se puede aplacar la ira que despierta esta película. Y lo único que consiguen, que ya puede ser bastante, es que no la suspenda.

Para empezar diré que hay un personaje que me toca los cojones durante todo el rato. Claro, es Mutt y su peine de mierda. Espero que se quede calvo. ¿A que narices viene meter este palurdo en la historia? ¿Hay alguien que dudaba de su papel y su devenir desde que aparece con la moto emulando al enorme Marlon Brando en "The Wild One"? Por cierto, blasfemar la memoria del mejor actor histriónico de la historia del cine es para colgarlos de los pelos de los huevos al productor, director y por supuesto al chiquilicuatro de Shia LaBeouf. Y lo peor es que todo parece indicar que lo veremos más con gorrito de fieltro y látigo al cinto. Tiempo al tiempo.

El inicio no es que sea para tirar cohetes; es de hecho, el peor comienzo de toda la saga. Y luego a la película le cuesta un montón empezar. Pero mucho, yo ya estaba mirando el reloj y pensando que mejor que Indiana hubiera muerto intentando recuperar el cáliz sagrado.

El guión es muy predecible, la parte sobre el comunismo sobra muchísimo y el personaje de Cate Blanchett da risa. ¿Pero que hace con una espada paseando por el mundo? La cosa mejora con la aparición de Karen Allen, a la que por supuesto todo el mundo esperaba sin siquiera leer los créditos. Pero mejora muy tarde y luego su final es…