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Voto de Chagolate con churros:
7
Drama Suecia, siglo XIV. Como cada verano, una doncella debe hacer la ofrenda de las velas en el altar de la Virgen. El rey Töre envía a su hija Karin en compañía de Ingrid, una muchacha que odia a Karin en secreto. Antes de cruzar el bosque, Ingrid se detiene y abandona a la princesa, pero la muchacha prosigue su camino y se encuentra con unos pastores, aparentemente afables, que la invitan a compartir su comida. (FILMAFFINITY)
23 de diciembre de 2008
65 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos tenemos un director cuyos amigos ensalzan, y al que no sabemos a ciencia cierta porqué, no llegamos a encontrar en su filmografía que las alabanzas sean justas. Pues bien, mi director es Ingmar Bergman y como llega Navidad no me meteré mucho con él.

Mi mayor problema con el sueco estriba en que normalmente, me importa bastante poco lo que me está contando, y suelo evadirme entre la desidia y el hastío durante los minutos que dura la película sin prestar suma atención a cómo me cuenta lo que no me interesa.

Con “El manantial de la doncella” hice el esfuerzo (a pesar de los aburridos minutos iniciales) de prestar atención al trabajo del director porque la historia, de nuevo, me era tan ajena como aburrida. No me parece tan extraño imaginarme a Bergman con un cilicio en la pierna auto flagelándose por las noches mientras pide perdón a Dios.

Tarda mucho esta cinta en que preste atención. Antes, eso sí, he podido percatarme de una fotografía en blanco y negro muy buena y en una planificación de escenas interesante (muy pocos serán capaces de cargar con tantos actores una mesa para cenar, y que la escena no se vea saturada).

Tras el trágico suceso todo cambia en esta cinta, y sí, podemos decir que se acerca más al cine bergmaniano. Y ahora nos fijamos en esos detalles que enriquecen las películas: como en el gesto del niño cuando escucha la oración. La fotografía adquiere mucha más fuerza y su protagonismo es evidentemente. Los diálogos son escasos dando fuerza a las imágenes, la música no existe y los movimientos de cámara son tan precisos como secos. Esta parte central de la película es toda una joya de arte.

Cuando Max von Sydow sale en busca de su hija, la película vuelve al tema de lo Divino y el pecado, y por tanto, a dejar de interesarme. Percibo una vez más la teatralidad de sus actores que entorpecen la película. Este acercamiento al teatro es un lastre que impide crear veracidad. Pero esos minutos de celuloide donde el dolor fue filmado con tanto acierto, merecen mucho, el visionado de “El manantial de la doncella.”
Chagolate con churros
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