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Voto de Chagolate con churros:
8
Thriller. Drama En 1980, en la frontera de Texas, cerca de río Grande, Llewelyn Moss (Josh Brolin), un cazador de antílopes, descubre a unos hombres acribillados a balazos, un cargamento de heroína y dos millones de dólares en efectivo. (FILMAFFINITY)
14 de febrero de 2008
74 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
La América profunda que retrata, quizá el mejor novelista estadounidense actual, no sólo no es para viejos con hermosos recuerdos de televisiones en blanco y negro. Tampoco lo es para personas propensas a la felicidad. No es para enamorados ni mucho menos para cobardes. La América de McCarthy es para personajes como Chigurh (interpretado por un gran y convincente Javier Bardem, que se llevará un Oscar que merece Casey Affleck). Y eso pega mucho con la América de los Coen.

La América de los Coen no es para viejos. Es un país ajado por el odio, molido por los vientos, sarcástico, dividido y duro como una piedra. Más o menos así nos lo presenta el sheriff Bell en esa corta y fascinante voz en off que silva al principio de la cinta. Los Coen, con ayuda del director de fotografía Roger Deakins, han recreado el mundo de Sam Peckinpah. Áspero y jodido pero muy hermoso. Como en Fargo, como en Sangre Fácil, el propio escenario es un personaje más. Interactúa con los personajes de carne y hueso y crea conflictos en la trama. Tan dura son esas tierras, tan narcisistas, que los Coen las muestran sin música alguna, sin sonidos artificiales que puedan causarnos emociones ajenas a estas tierras fronterizas. La banda sonora es escueta, y sonará extraño, pero a mí no me dio la sensación de faltar algo.

De nuevo, en poco tiempo, el señor Tommy Lee Jones consigue emocionarme. No hay mejor papel para mí en toda la película que el de este sheriff cansado y viejo que intenta comprender lo incomprensible. Pregunten por ahí, no tan lejos de vosotros, a aquellos que pueblan los bancos de las plazas cuando el sol se encuentra en su cenit. Pregunten aún más cerca, al viejo que está sentado en su sofá, al abuelo inválido, al padre jubilado. Pregunten si no es el sheriff Bell un poquito de todos ellos. Si ellos mismos no te han mirado con ojos de incomprensión. ¡Qué bello es este personaje, joder!

La nueva juventud de Josh Brolin me parece fascinante. Por mí puede quedarse siempre joven. La suerte muchas veces esquiva en esta profesión por fin la ha hecho justicia. En los últimos años este hombre ha estado en las propuestas con mayor bombo publicitario. Y en cada actuación ha dado un recital de cómo mirar a la cámara sin que ella se percate. No sólo eso, ha demostrado heterogeneidad. Brolin no sólo me convence, me encandila en esta persecución a tres bandas.

Este trabajo de los Coen es ejemplar. Posee un temple difícil de igualar, un tempo perfecto para esta historia, unas actuaciones colosales y una técnica fascinante. “No es país para viejos” es Coen puro. Del bueno, del que no necesita de la galería, simplemente de una cámara, mucho celuloide y una palabra mágica: ¡Acción!
Chagolate con churros
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