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Voto de Naroa Lopetegi:
8
6,1
8.381
Comedia. Drama
A punto de cumplir 45, Rosa se da cuenta de que ha vivido siempre para los demás y decide marcharse, dejarlo todo y apretar el botón nuclear. Quiere tomar las riendas de su vida y cumplir el sueño de tener un negocio propio. Pero pronto descubrirá que su padre, sus hermanos y su hija tienen otros planes, y que cambiar de vida no es tan sencillo si no está en el guion familiar.
23 de agosto de 2020
66 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Cuando su padre, viudo reciente que aún no ha superado el golpe, decide meterse en su casa, la aparentemente inagotable paciencia de Rosa queda por fin desbordada. A punto de cumplir los 45, harta de desvivirse por todo el mundo, dice basta, y abandona Valencia para emprender una nueva vida en Benicassim. Para celebrarlo, decide invitar a su círculo más próximo a una íntima y peculiar ceremonia.
VALORACIÓN
Admito que, a los dos minutos de proyección, estaba tirándome de los pelos por no haber tomado precauciones. Y es que resulta que la historia arranca en Valencia, y en las primeras secuencias los personajes hablan en valenciano. Y claro, los exhibidores debieron pensar que no podían torturar al gran público obligándole a escuchar la versión original y leer los subtítulos (aunque en gran medida fueran a resultar superfluos, ya que el 80% de los diálogos se entenderían perfectamente con el contexto y la similitud entre castellano y valenciano).
Así, empezaron a dolerme agudamente los oídos con esas primeras conversaciones postizas, de copia-pega lamentable, descoordinadas con el movimiento de los labios de los personajes… Si Vox o el PP acudieran (juntos o revueltos) a las próximas elecciones con la promesa electoral de prohibir el doblaje cinematográfico… pues tampoco les votaría, la verdad. Pero vamos, que no puedo comprender cómo es legal estropear y vilipendiar de esa manera un trabajo tan concienzudo y artístico como el de hacer cine. Recorro cientos de kilómetros para ver las películas allá donde las proyectan como su cineasta las parió, sin pegotes sonoros, pero tratándose de una película española, no había creído necesario asegurarme de que no estaba doblada. Craso error… Afortunadamente, la mayoría del metraje transcurre en castellano, y aunque el sonido directo me parece lo más flojo de la cinta, al menos no viví un sufrimiento continuo que sin duda me habría impedido disfrutar la experiencia.
Más allá de ese contratiempo inesperado, me costó entrar en la historia. Durante sus primeras apariciones, no empaticé con Rosa, y me parecieron de trazo grueso los personajes de sus hermanos, con un toque cómico que ni me hacía gracia ni me ayudaba a ponerme en su piel. Transcurridos 20 ó 25 minutos, se me estaba desmoronando el pedestal en que tengo alzada a Iciar, sobre todo porque la trama no me parecía mala, y sin embargo la estaba sintiendo desaprovechada. El único personaje cuyas apariciones me encandilaron desde el primer momento fue el de la hija, fantásticamente interpretada por Paula Usero.
Completado de manera en mi opinión decepcionante el planteamiento, me había resignado a pasar una velada de lo más olvidable, pero contra todo pronóstico (porque una vez que mi ánimo decae, es muy difícil que remonte), la película se empieza a rehacer poco a poco, suscita mi interés, me va seduciendo, y termina recuperándome plenamente para la causa. Hay momentos en que incluso me río abiertamente, algo que rarísima vez me pasa en el cine, entre otras cosas porque huyo despavoridamente de las comedias. El tercer cuarto de ‘La boda de Rosa’ me parece sensacional, divertidísimo, con todos los elementos (guion, interpretaciones, ritmo) conjurándose para elevar lo que creía que iba a ser un medio truño a la categoría de peliculón. Finalmente, no le otorgo esa valoración, porque el desenlace, si bien no me chirría, se queda lejos de llenarme. Pero, en todo caso, Bollain salva el tipo una vez más, y se mantiene en mi nómina de directoras must.
Como siempre que veo películas suyas, considero que su principal habilidad radica en su sublime dirección de actores. En este caso, además, tenía bajo su batuta a talentos del nivel de Sergi López o Nathalie Poza. Y aunque hay algo en Candela Peña que, no sé por qué, no termina de enamorarme, siempre que asisto a uno de sus trabajos admito que es una actriz magnífica. También esta vez.
Cuando su padre, viudo reciente que aún no ha superado el golpe, decide meterse en su casa, la aparentemente inagotable paciencia de Rosa queda por fin desbordada. A punto de cumplir los 45, harta de desvivirse por todo el mundo, dice basta, y abandona Valencia para emprender una nueva vida en Benicassim. Para celebrarlo, decide invitar a su círculo más próximo a una íntima y peculiar ceremonia.
VALORACIÓN
Admito que, a los dos minutos de proyección, estaba tirándome de los pelos por no haber tomado precauciones. Y es que resulta que la historia arranca en Valencia, y en las primeras secuencias los personajes hablan en valenciano. Y claro, los exhibidores debieron pensar que no podían torturar al gran público obligándole a escuchar la versión original y leer los subtítulos (aunque en gran medida fueran a resultar superfluos, ya que el 80% de los diálogos se entenderían perfectamente con el contexto y la similitud entre castellano y valenciano).
Así, empezaron a dolerme agudamente los oídos con esas primeras conversaciones postizas, de copia-pega lamentable, descoordinadas con el movimiento de los labios de los personajes… Si Vox o el PP acudieran (juntos o revueltos) a las próximas elecciones con la promesa electoral de prohibir el doblaje cinematográfico… pues tampoco les votaría, la verdad. Pero vamos, que no puedo comprender cómo es legal estropear y vilipendiar de esa manera un trabajo tan concienzudo y artístico como el de hacer cine. Recorro cientos de kilómetros para ver las películas allá donde las proyectan como su cineasta las parió, sin pegotes sonoros, pero tratándose de una película española, no había creído necesario asegurarme de que no estaba doblada. Craso error… Afortunadamente, la mayoría del metraje transcurre en castellano, y aunque el sonido directo me parece lo más flojo de la cinta, al menos no viví un sufrimiento continuo que sin duda me habría impedido disfrutar la experiencia.
Más allá de ese contratiempo inesperado, me costó entrar en la historia. Durante sus primeras apariciones, no empaticé con Rosa, y me parecieron de trazo grueso los personajes de sus hermanos, con un toque cómico que ni me hacía gracia ni me ayudaba a ponerme en su piel. Transcurridos 20 ó 25 minutos, se me estaba desmoronando el pedestal en que tengo alzada a Iciar, sobre todo porque la trama no me parecía mala, y sin embargo la estaba sintiendo desaprovechada. El único personaje cuyas apariciones me encandilaron desde el primer momento fue el de la hija, fantásticamente interpretada por Paula Usero.
Completado de manera en mi opinión decepcionante el planteamiento, me había resignado a pasar una velada de lo más olvidable, pero contra todo pronóstico (porque una vez que mi ánimo decae, es muy difícil que remonte), la película se empieza a rehacer poco a poco, suscita mi interés, me va seduciendo, y termina recuperándome plenamente para la causa. Hay momentos en que incluso me río abiertamente, algo que rarísima vez me pasa en el cine, entre otras cosas porque huyo despavoridamente de las comedias. El tercer cuarto de ‘La boda de Rosa’ me parece sensacional, divertidísimo, con todos los elementos (guion, interpretaciones, ritmo) conjurándose para elevar lo que creía que iba a ser un medio truño a la categoría de peliculón. Finalmente, no le otorgo esa valoración, porque el desenlace, si bien no me chirría, se queda lejos de llenarme. Pero, en todo caso, Bollain salva el tipo una vez más, y se mantiene en mi nómina de directoras must.
Como siempre que veo películas suyas, considero que su principal habilidad radica en su sublime dirección de actores. En este caso, además, tenía bajo su batuta a talentos del nivel de Sergi López o Nathalie Poza. Y aunque hay algo en Candela Peña que, no sé por qué, no termina de enamorarme, siempre que asisto a uno de sus trabajos admito que es una actriz magnífica. También esta vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Además de dirigir la película, Bollain la escribe a cuatro manos con Alicia Luna. Y he de reconocer que tocan un tema muy pocas veces abordado en el cine, y en la sociedad, y que me parece de muy interesante: la presuposición generalizada, propia de la sociedad ultracatólica en que vivimos, de que quien vive sin ataduras sentimentales (sea por elección o por decepción) está protagonizando una vida digamos amputada. Es muy significativa, en ese sentido, la escena en la que Rosa y su padre están comiendo, y él trata de explicar por qué ayudó económicamente a sus otros dos hijos. “Iniciaban una nueva vida”, se justifica. “Es lo que yo estoy haciendo”, repone ella. “Ya, pero es que ellos se casaban”, le espeta él. Y lo hace sin mala intención. Le sale de forma natural. Es que tú no te estás casando, ¿qué mierda de nueva vida es ésa que vas a empezar?
No fue el único momento del metraje que me resultó esclarecedor. Recordé perfectamente estampas presenciadas no en una oscura sala de cine, sino en la vida real… La sempiterna justificación de “los hijos” para todo, como si quien esté libre de cargas familiares no tenga vida, no emplee su tiempo en nada, no tenga nada útil o interesante que hacer. En ese aspecto, absolutamente nuclear en la película, creo que Iciar y Alicia ponen el dedo en una llaga muy supurante, pero muy ignorada. Y los votos que recita Rosa en la cala, los que enervan a la tacañona tía llegada desde Pamplona para asistir a semejante mamarrachada, me sonaron como una proclama tan justa y emocionante como subversiva y revolucionaria. Me sumo desde aquí, y me juro amor eterno. Hasta que la muerte me separe.
https://alliayeraquiahora.wordpress.com
No fue el único momento del metraje que me resultó esclarecedor. Recordé perfectamente estampas presenciadas no en una oscura sala de cine, sino en la vida real… La sempiterna justificación de “los hijos” para todo, como si quien esté libre de cargas familiares no tenga vida, no emplee su tiempo en nada, no tenga nada útil o interesante que hacer. En ese aspecto, absolutamente nuclear en la película, creo que Iciar y Alicia ponen el dedo en una llaga muy supurante, pero muy ignorada. Y los votos que recita Rosa en la cala, los que enervan a la tacañona tía llegada desde Pamplona para asistir a semejante mamarrachada, me sonaron como una proclama tan justa y emocionante como subversiva y revolucionaria. Me sumo desde aquí, y me juro amor eterno. Hasta que la muerte me separe.
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