Aunque nunca pensé que diría esto al final ha llegado el día en que una serie española me ha parecido buena. Muy buena, en realidad. Es un traje hecho a medida con inmaculada perfección para ese monstruo que es el ladrillo y que se ha comido nuestras costas. Debería ser de obligado visionado en las escuelas.
Los actores están mejor que nunca, aunque dentro del límite que les imprime ese "no se qué" que les hace hablar entonando, como con un método mal aprendido. Pero nunca tuvieron una ocasión como esta para lucirse. Los diálogos son fantásticos y la trama está llevada con su ritmo justo. No tiene ningún fallo técnico que reprocharle. Está perfectamente ambientada y es tan realista que duele, porque sabemos bien de qué habla. Si alguien aun no sabe qué es eso de la burbuja inmobiliaria no puede dejar de verla. Queda claro como el agua.
Se la recomiendo a todo el que quiera reconciliarse con el cine español, a todos los que creen que otro cine es posible y a todos los que son críticos con el sistema.