No se necesita decir más de Hachiko, una película construida única y exclusivamente para esos animales que han hecho que los humanos tengamos un ser a nuestro lado que nos quiera incondicionalmente, que nos acompañe a lo largo de los años y que nos espere cuando nos hemos ido.

Hachiko existe por que entre cada perro y su amo hay siempre la historia de amor más pura y sencilla que pueda concebirse. Estos animales son los que han conseguido llegar a entendernos pero como escribió Lord Byron en el epitafio del suyo: “Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos."

Por ello Hachiko, sin ser una obra maestra cinematográfica, hará que sus imágenes se graben en la memoria de cada espectador que comparta ese apego incondicional y hará enjugar las lágrimas de todos los que hayamos vivido junto a uno de estos “bichos” maravillosos.

Porque Hachiko es un retrato de la fidelidad canina y de la amistad más profunda. Y al contrario de lo que pueda parecer, no es un melodrama sentimentalista, sino una original (pese a tratarse de un remake), aproximación al paso de los años y a los avatares de la vida con un bellísimo can como el eje de la trama.

Y por supuesto, los intérpretes de Hachiko: absolutamente magistrales.