Stardust supone un nostálgico y bello entretenimiento con reminiscencias al cine de aventuras de los ochenta con exponentes como La princesa Prometida, Legend, Dentro del laberinto… con ese tono despreocupado y ensoñador que gusta a toda clase de audiencias. En este sentido, el acierto de Stardust es el aunar ese punto clásico con la originalidad que supone hoy en día atreverse a estrenar una cinta no basada en exitosos best sellers aventureros.
Matthew Vaughn, probable nuevo valor del cine inglés, consigue que Stardust sea un sano espectáculo y la una aventureta de tebeo, poblada de grandes personajes encarnados de manera maestra por un variopinto y acertado reaparto que ha sabido como tomarse esta historia para no hacerla ni insulsa no risiblemente seria. La galería de personajes de Stardust incluye al típico héroe bonachón (Charlie Cox, ajustado entre tantos grandes), a una estrella caída del cielo y heroína romántica (una etérea Claire Dannes, que recuerda a Robbin Wright en La Princesa Prometida), una dama caprichosa (la prometedora Sienna Millar), un pirata rudo y homosexual, seña de los nuevos tiempos (un tronchante DeNiro), un despiadado rey (breve e intenso Peter O´Toole) o una malvada bruja de la era post – bottox (la grandísima Michelle Pfeiffer, en su segunda villana del año).
Los correctos aunque no excesivos ç(gracias a dios) efectos especiales y una excelente banda sonora dan el toque final a esta divertidísima y bella historia del bien contra el mal, de magia y amor puro, este polvo de estrellas, que encandila al espectador con un encanto y una humildad insólita en estos tiempos