Rutinaria película de viajes en el tiempo y de destinos sin resolver en la que más allá de lo insólito y malsano de alguna de sus imágenes no ofrece nada nuevo, y lo peor aún, recuerda en exceso a historias ya vistas y ya contadas, con mucha más personalidad tras la cámara, por cierto.
Lo que perdura de este simple y entretenido thriller es la presencia de un variopinto y ajustado reparto que da algo de dinamismo a una historia trillada y entretenida, en la que por desgracia el importante destino de sus protagonistas no nos llega a conmover por un exceso de melosidad y azúcar hacia su tramo final, algo que no acaba de cuadrar con las desagradables escenas del psiquiátrico, en las cuales encontramos un excelente Daniel Craig (no hay nada que haga este hombre que no sea creíble), una perdida Jennifer Jason Leigh (¿Qué ha sido de ella?), y un divertido Kris Kristofferson. Adrien Brody y Keira Knightley ponen su toque de sofisticación y presencia, y su falta de química, a una historia que podría haber dado mucho más de sí.