No, no estamos ante un documental de National Geographic. Por más que se quiera dar un aire naturalista al film, de lo que va esto es de choque de civilizaciones. Lo malo es que uno de los contendientes no se puede llamar estrictamente civilización.

Es evidente que el pueblo vikingo no eran precisamente paladines del refinamiento, de la delicadeza y del diálogo, pero lo que muestra este film es de todas todas intolerable. Más que un enfrentamiento indios contra vikingos vemos la lucha entre seres humanos y homínidos poco evolucionados.

Vamos, que más que explicar porque los vikingos no se asentaron en América parece que quieran dar a conocer una teoría antropológica sobre la extinción del hombre de Neanderthal. La verdad, es que hacía tiempo en que no veía una visión tan maniquea y poco ajustada de la eterna lucha entre el bien y el mal.

Y así entre gruñidos vikingos y filosofadas de mercadillo indias se va configurando un auténtico espanto cinematográfico, que hará las delicias de las y los fans de Karl Urban y poco más. El argumento es patético, la realización plana y aburrida y su sentido de la épica brilla por su ausencia.

Sólo recomendable si no tienes aire acondicionado en casa y quieres pasar algo de fresquito en una sala de cine. Si buscas otra excusa para verla desiste, no la hay.

Lo mejor: Los paisajes.
Lo peor: La visión de los vikingos.