Todos hablan de la música, de los decorados, fotografía, vestuario, etc.
Pero lo veraderamente escandaloso de esta película es lo real que es, lo bien que describe la vida, a pesar de que pueda parecer lo contrario. No creo que haya habido una película de época que haya acertado más al querer trasladar el ambiente de este o aquello momento a pesar de la lentitud del ritmo de cámara y de los movimientos en escena. Tampoco me he sentido muchas veces tan identificado como con ese pobre Barry al tener que tomar las decisiones en aquellos trances vitales y no creo que la mejor definición de ese personaje sea la de un desalmado, sin coraje, frágil y arribista. Si no que podria ser cualquiera de nosotros. La niñez, la adolescencia, la madurez y la vejez son definidas con una mirada científica, certera y libre de emociones. Todo ese artificio no sirve si no para describir un mundo efímero, vil, lleno de episodios tristes y en el que nunca podemos hacer lo que queremos si no lo que podemos. Barry no es más que una criatura más en busca de sobrevivir. He visto pocas películas tan sinceramente tristes.