Esto no es una película, es un atentado contra la inteligencia del espectador. Vamos que si uno quiere perder dos horas de su vida en algo inútil, insufrible y aterrador, le aconsejo que se busque una madame para que le pise los cataplines. De verdad, cualquier cosa, por muy degenerada que sea, será mucho más divertido que ver esto. Dicen que los veteranos de guerra después de haber visto infinidad de horrores en las contiendas ya no pueden volver a ser los mismos. Yo me siento igual que ellos. Por la noches soy incapaz de conciliar el sueño porque fotogramas de la película amartillan mi mente hasta la locura. Y lo único que deseo en esos momente es que se aparezca Hannibal Lecter y me muestre las vísceras de Demme cocinadas al punto, acompañadas de un buen vino de Somontano, y me invite al banquete.