"Tres anuncios en las afueras" es una de esas agradables sorpresas que ofrece el cine de vez en cuando. Sin hacer demasiado ruido ha pasado a estar en boca de todos, lo cual puede dar una idea inicial de que estamos ante una gran película. Pero ya sabemos que fama no tiene por qué ir ligado a calidad, así que necesitaba comprobarlo por mí mismo. Después de haberlo hecho alcanzo a comprender el por qué la cinta de Martin McDonagh está corriendo como la pólvora entre los círculos cinéfilos.

De primeras es una de esas "rara avis" en las que el concepto de género, algo tan característico y arraigado en el cine, se difumina hasta niveles insospechados. Tan pronto se sumerge profundamente en el drama más oscuro como revolotea firmemente por la comedia mediante un humor muy ácido y negrísimo (o muy de color, como diría el agente Dixon). También hay por ahí pinceladas de costumbrismo rural estadounidense e incluso una especie de reinterpretación moderna del western con una excelsa Frances McDormand como protagonista. Desde luego si tengo algo claro es que no es un thriller, señores de FA.

A pesar de toda esta mezcla, si por obligación tuviera que decantarme por clasificar la película (a pesar de que no creo que se pueda/deba hacer y ahí radica parte de su encanto), sería por el drama, ya que creo que es su base. Y lo haría por el simple hecho de que detrás de esos retazos de comedia negra, "Tres anuncios en las afueras" es una película muy dura, cruda hasta el extremo. Una historia que te golpea de lleno con una realidad muy difícil de digerir: no hay justicia, no hay esperanza, no hay consuelo. Durante su visionado y después del mismo, te invade una sensación de desasosiego y desazón. Es una película desgarradoramente incómoda, incómodamente desgarradora.

Obviamente el guión tiene gran parte de culpa de esto, ya que aborda temas verdaderamente peliagudos, espinosos y hasta desagradables, pero quizá la mayor grandeza de la película sean sus personajes. Todos son y se muestran humanos: a veces obran bien y a veces mal, tienen fallos, miedos y deseos oscuros. Aquí no hay buenos pluscuamperfectos y malos malísimos. A lo largo de la película podrás empatizar con ellos y a la vez reprobar (e incluso odiar) muchos de sus comportamientos. Cada uno con sus demonios internos, irregulares, como la vida misma.

Conseguir esto no es fácil y hay que destacar el gran trabajo realizado por el reparto. Encabezados, como ya comenté antes, por una incomensurable Frances McDormand en su interpretación de esa madre desolada que busca justicia. Borda su papel de mujer rota y atormentada, pero de carácter rudo y fuerte, capaz de hacer cualquier cosa porque tiene poco que perder. Mención especial también para Woody Harrelson y Sam Rockwell en su papel de policías, cada uno a su estilo y con su peso específico dentro de la trama, pero excelsos ambos.