Lo mejor que puede tener una película de este género, es que haya gente que no pueda aguantar viéndola en el cine por puro miedo o puro asco al ver desfilar por la pantalla sangre, vísceras y órganos varios. Y he aquí que cuando fui a verla con unos colegas al cine, teníamos detrás a la típica chiquillada de 15 años con ganas de cachondeíto y de aburrirnos con sus risitas. Pues nada, en cuanto la peli empieza a ponerse ligeramente sangrienta, todas en fila para la salida, no aguantaron más.

Después de recordar esta anécdota, empezaré diciendo, sobre todo para los puristas, que el original de Wes Craven (visionado ayer mismo) me pareció bastante lamentable (sin dejar de reconocer su mérito por ser la primera y bla bla bla, gafapastas, no me dais miedo).

Así que me doy de bruces con la segunda peli de Alex Aja, tras la gran Alta Tensión, y oye, el chico promete. Porque esta película es un gran ejercicio de cómo dirigir una película de este género. Planos agobiantes, cámara en movimiento, picados, contrapicados… Y una gran virtud que tiene la película (a diferencia de ese coñazo llamado Hostel) es que se siente simpatía, y pena por los personajes cuando les pasa algo malo. Por eso cuando comienza la venganza contra los mutantes (por cierto, un maquillaje realmente sobresaliente), no puedes evitar aplaudir y sufrir con las cosas que pasan.

Los actores están muy bien, cumpliendo su cometido a la perfección (qué gracia ver a Pyros convertido en un primo de Ash de Posesión Infernal), la música está bastante bien y la fotografía es genial. Digamos que salimos del cine encantados y contentísimos de ver por fin una peli de género decente.

8/10