Clint Eastwood, con el que he compartido muchas horas agradables ( Bird, Sin Perdón, Medianoche en el jardín del bien y del mal, Mystic River, Cartas desde Iwo Jima, Gran Torino....), tiene 84 años y por tanto muchas virtudes y bastantes defectos, innegociables a estas alturas. Ambas disposiciones del alma aparecen, según mi criterio, en esta película. Por un lado la maestría en el contar, la capacidad de acercarte una historia aunque poco compartas con ella, la fotografía cierta y sin complejos....Por otra parte el patrioterismo en el que le gusta cabalgar hiere muy gravemente la objetividad y en ocasiones la propia realidad histórica. La propaganda o la justificación de actos criminales, previa manipulación o disfraz, son una carga demasiado pesada para que la independencia creativa vuelo lejos.

Pero sucede que algunos directores, que llevan tatuada la bandera, se empeñan en creer lo que cuentan y trasladan un resultado más que esclarecedor para el espectador avispado. El francotirador disfruta de esa vertiente, que dudo haya considerado el maestro californiano.
Amigo Clint, yo sí interpreto eso que tú no has querido contar: Las gentes de la nación que domina el mundo con sus acciones económicas y de guerra, tienen poca capacidad, tal vez debido a muchos años de lavado de cerebro, para exigir a sus dirigentes algo más de humanidad (bombardeos de pan) y algo menos de histeria colectiva (¡todos nos odian y quieren atacarnos!).
Chris Kyle (buen papel de Bradley Cooper), el campeón del mundo de tiro a elementos palpitantes, es el prototípico héroe americano que supuestamente ha salvado muchas vidas de los suyos, sin pestañear en el desagradable deber. ¿Puede imaginar el pueblo norteamericano, la cantidad de vidas que se hubieran salvado si la injusta y genocida invasión contra Iraq (sin consentimiento de la ONU, sin la existencia de las armas de destrucción masiva que preconizaban...) no hubiera tenido lugar?.
El resultado de esta masacre que dejaron atrás, mientras huían con los barriles de petróleo, es lo que convierte en obscenas las últimas imágenes, no ficcionadas, de esta absurda vanagloria basada en un épico error.
Sirve, claro que sirve, siempre que seas capaz de leer entre líneas.