En los paises mediterráneos el juego de la sinceridad entre amigos y parejas pudiera ser un arma de destrucción masiva. Si la transparencia fuera uno de nuestros valores acabaríamos con algo tan esencial para matar el aburrimiento como el morbo. La corrupción, otra de nuestras apetecibles debilidades, tampoco tendría grandes oportunidades.
Vosotros, como los siete fraternales conocidos de nuestra historia, ¿estaríais dispuestos a perder algo tan sabroso?

Hay al menos cinco o seis de las películas imperfectas de Álex de la Iglesia, además de El día de la bestia y La comunidad, que me han gustado más que esta arregladita y teatral pieza, remake de otra italiana. Puede que Perfectos desconocidos sea, en su currículum, el trabajo más ordenado y algunos considerarán, incluso, que bien rematado.

Esta entretenida apología del ocultamiento y la hipocresía cuenta, para mi gusto, con un director que ha optado por el comedimiento, "virtud" que Álex no suele practicar, quizás para respetar la obra original; y quienes estamos acostumbrados, y apreciamos, los excesos del bilbaíno encontramos el resultado: tirando a blandito. Cierto es que el cambio ha sentado muy bien a los números, esos que salen reflejados en las taquillas y, como consecuencia, en las cuentas corrientes. Cada cual puede hacer la lectura del resultado final como considere más oportuno. Yo me quedo con el atrevimiento y la locura de proyectos anteriores, que para muchos han resultado incompletos, cuando no directamente fallidos.