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Voto de Sinhué:
9
9 de julio de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título con el que se conoce la película en España despista un poco. No entiendo porqué no pudo traducirse su título original (Viaje a Italia). Al margen de este (para mí) pequeño contratiempo, es una más de las lecciones de cine de Roberto Rossellini, capaz de crear un mundo inmenso a partir de una pequeña idea, en este caso una crisis matrimonial.
Un actor, en manos de Rossellini, no necesita interpretar en muchas de sus escenas, sólo debe comportarse con naturalidad: andar, sonreir, fumar, visitar monumentos; ser, en definitiva un ser humano. Del resto, de hacer magia con lo elemental ya se encarga el maestro, que es capaz de mantenerte espectante durante el tiempo de proyección.
Para eso, además del oficio, están los guiones y Viaggio in Italia puede presumir de un minucioso texto que no deja escapar ningún detalle.
Ingrid Bergman y George Sanders son un perfecto matrimonio británico al que no faltan ninguna de las imperfecciones amorosas, propias de los educadísimos miembros de la flemática burguesía inglesa. Un viaje a Italia es el desencadenante para reflexionar sobre el sentido de su relación y la necesidad de descongelar los sentimientos.
El director aprovecha para mostrarnos su adorable y odiosa Italia, en este caso Nápoles y sus alrededores, como si el viaje de la pareja fuera a la vez su propia búsqueda en esa relación borrascosa que mantenía con su propia patria.
Un actor, en manos de Rossellini, no necesita interpretar en muchas de sus escenas, sólo debe comportarse con naturalidad: andar, sonreir, fumar, visitar monumentos; ser, en definitiva un ser humano. Del resto, de hacer magia con lo elemental ya se encarga el maestro, que es capaz de mantenerte espectante durante el tiempo de proyección.
Para eso, además del oficio, están los guiones y Viaggio in Italia puede presumir de un minucioso texto que no deja escapar ningún detalle.
Ingrid Bergman y George Sanders son un perfecto matrimonio británico al que no faltan ninguna de las imperfecciones amorosas, propias de los educadísimos miembros de la flemática burguesía inglesa. Un viaje a Italia es el desencadenante para reflexionar sobre el sentido de su relación y la necesidad de descongelar los sentimientos.
El director aprovecha para mostrarnos su adorable y odiosa Italia, en este caso Nápoles y sus alrededores, como si el viaje de la pareja fuera a la vez su propia búsqueda en esa relación borrascosa que mantenía con su propia patria.