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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
10
Aventuras. Drama En 1560, poco después de la destrucción del imperio inca, una expedición española parte de las montañas de Perú rumbo a las selvas del Amazonas, en busca de la legendaria tierra de El Dorado. A través del diario del fraile Diego Gaspar de Carvajal iremos conociendo detalles y circunstancias de aquella peligrosa aventura... (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2017
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tarde/noche en que nos disponíamos a ver Aguirre..., caía una tormenta seca sobre la ciudad de Vitoria. Estos fenómenos meteorológicos tienen un toque apocalíptico por extraños, por la furia de su aparataje y por los olores metálicos del ozono. Minutos después, dentro de la sala, era los expedicionarios españoles quienes se enfrentaba a una naturaleza hostil en su avariciosa búsqueda de El Dorado. A su propia fiebre del oro, hubieron de sumar las provocadas por los aguerridos mosquitos y otros bichitos venenosos, defensores de los ríos, pantanos y selvas amazónicas del Perú de 1560.

La ambición de Lope, rebelde y poco escrupuloso conquistador, le hizo ganar posiciones dentro de la cuadrilla de rastreadores de tesoros y nuevas almas, eliminando selectivamente a sus superiores; y poniendo en cuestión que el rey (Felipe II) y dios, tuvieran algo que decir en aquellas lejanas tierras del diablo, interlocutor más válido para el de Oñate, según algunos, o el alavés de Aramayona, según otros.
Los escritos de la época hablaban de esta "joyita" como el Peregrino, sobrenombre que se daba a si mismo, pero también como el Loco y el Tirano, apelativos que al parecer le venían como un guante.

Werner Herzog se basó en las memorias del monje trujillano Gaspar de Carvajal que, entre otros, sirvió a las órdenes de Fco de Orellana, para ilustrarnos sobre los usos y costumbres de los pueblos aborígenes y sobre las intenciones de aquellos aventureros, muchos de ellos reclutados en cárceles donde les esperaba la horca.
Pocos actores tan fiables para dar cara, y carácter, al líder psicópata, como Klaus Kinski. El director alemán era consciente de ello, así como de las dificultades de rodar con alguien tan desequilibrado. El resultado es espléndido y la credibilidad que transmite el viaje te mantiene en ascuas durante toda la película; no solo para esquivar las flechas y venablos que surgen de la espesura, también para escapar del cuchillo criminal de cualquier orate con armadura. A este desasosiego vital contribuyen los sonidos de la selva y los elegidos silencios, que suelen anunciar la llegada de la muerte.

En definitiva, completa y fiel traslación de unos momentos históricos que, como muchos otros, sirvieron para empeorar la raza humana; o al menos para sacar a pasear los peores instintos de algunos animales, catalogados como inteligentes.
Sin duda, Aguirre, la cólera de Dios, pertenece al club de mis cien favoritas.
Sinhué
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