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Voto de Sinhué:
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Drama
Año 1906. Durante la presidencia de Theodor Roosevelt (1901-1909) Estados Unidos vive una etapa de transición, tanto económica como social. A través de las vicisitudes de varios personajes de Nueva York, se muestra cómo evoluciona el país en los primeros años del siglo XX. Coalhouse Walker (Howard E. Rollins Jr.) es un pianista negro cuya pacífica personalidad sufrirá un gran cambio debido al racismo dominante. Además, su vida ejercerá ... [+]
2 de marzo de 2010
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lomos del "tiempo rasgado" que se escapa de los pianos del Jazz de los primeros años del siglo XX nos llega la historia de un hombre negro que eligió el vehículo de la música para buscar y encontrar dignidad; también nos llueven mezclados con estas melodías sincopadas retazos de otras vidas: inmigrantes y mujeres de vida alegre salvados por el cine, escapistas de éxito, anarcas perdidos, políticos vendedores de aire, racistas con malos modos y racistas políticamente correctos.
Tras repasar el "modus vivendi" en las abigarradas calles de Nueva York, para demostrarnos que también hay vida en los estercoleros, Milos Forman se va centrando en el personaje que mejor entiende el Rag, el músico Coalhouse Walker, un orgulloso artista que ha atravesado ya el río saltando sobre piedras resbaladizas y pisando la espalda de algún caimán. Ya en la otra orilla la vida se ve de otra manera... pero desgraciadamente la felicidad es demasiado caprichosa como para quedarse a vivir en casa de los pobres.
El director, en algunas ocasiones de manera forzada, hace que la vida de los intérpretes se cruce y descruce en torno a la odisea del pianista que acaba siendo el hilo conductor y el león sanguinario que todos los pacifistas llevamos dentro.
Tras repasar el "modus vivendi" en las abigarradas calles de Nueva York, para demostrarnos que también hay vida en los estercoleros, Milos Forman se va centrando en el personaje que mejor entiende el Rag, el músico Coalhouse Walker, un orgulloso artista que ha atravesado ya el río saltando sobre piedras resbaladizas y pisando la espalda de algún caimán. Ya en la otra orilla la vida se ve de otra manera... pero desgraciadamente la felicidad es demasiado caprichosa como para quedarse a vivir en casa de los pobres.
El director, en algunas ocasiones de manera forzada, hace que la vida de los intérpretes se cruce y descruce en torno a la odisea del pianista que acaba siendo el hilo conductor y el león sanguinario que todos los pacifistas llevamos dentro.