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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Drama. Cine negro Burt Lancaster encarna a un famoso y ambicioso columnista que domina todo Nueva York a través de la información que habitualmente consumen sus más de 60 millones de lectores. Pero como todo el mundo tiene un punto débil: su hermana pequeña. Todo cambiará cuando ésta se enamora apasionadamente de un guitarrista de jazz y los instintos más básicos del periodista salgan a relucir. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos años después de El Quinteto de la muerte, Alexander MacKewndrick, realizó su primera película en Estados Unidos, con el título original de Sweet Smell of Success. Al perfeccionista director que, aunque nacido en Boston, volvió con sus abuelos a Escocia a los siete años, tras la muerte de su padre, se le atragantó el mundo de Hollywood y solo puso en pie tres proyectos (uno compartido) en los USA, antes de dedicarse a la enseñanza; abandonando su carrera de cualificado creador.

Chantaje en Broadway es un alegato sobre las imprescindibles concesiones que la fama y el poder exigen a sus protagonistas: un influyente columnista de prensa, J.J. Hunsecker (Burt Lancaster) y un joven conseguidor de nombre Sidney Falco (Tony Curtis); de escasos escrúpulos y al frente de una agencia poco creíble, especialista en rastrear las presas cuando silba el periodista.

Cuando las supuestas verdades que cada mañana aparecen en las páginas de un diario, marcan la hoja de ruta de políticos, inversores, agentes artísticos, vigilantes y demás farándula mafiosa que, como polillas, acuden a la Avenida de los 19 teatros de Nueva York; las plumas se convierten en rifles de francotirador y los encargados de la munición encuentran proyectiles hasta en las cloacas, sin importar que, en ocasiones, la pólvora esté mojada.
La noche, en Broadway, es un lugar sin cabida para la ética, la amistad, la dignidad o el más mínimo afecto. Ningún obstáculo que pueda frenar la vía lubrificada de la corrupción.

Podríamos decir que MacKendrick pinta con maestría el aire de aquellas bochornosas veladas de los años cincuenta del siglo XX, enmarcadas por la adecuada y evocadora música de Elmer Berstein. Para coger oxígeno hay que salir de la escena.
Sinhué
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