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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
5
Aventuras Un avión se estrella en medio de la jungla y el único superviviente es un niño pequeño. Tarzán y Jane lo encuentran y lo acogen como un hijo. Años después, una expedición organizada por la familia del chico se adentra en la jungla intentando encontrar al pequeño. (FILMAFFINITY)
22 de febrero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre el centenar de títulos que en los últimos cien años han tenido a Tarzán como protagonista y reclamo del cine de aventuras se haya este, dirigido por uno de sus directores más reconocibles (Richard Thorpe) que llegó a rodar cuatro episodios de la vida del hombre mono y su amor urbanita, reconvertida en ama de casa selvática. Todo a mayor gloria de la MGM, la productora que más beneficio sacó a la pareja de protagonistas (Johnny Weissmuller, Maureen O'Sullivan) y al hijo (Johnny Sheffield), que el destino milagroso les regaló en esta ocasión que nos ocupa.

La fórmula: paisajes africanos (aunque la mitad de las tomas fueran en Silver Springs), fauna exótica, paseos aéreos (de liana en liana), gente en paños menores correteando la jungla, ríos inexplorados sembrados de cocodrilos y arterias por donde se cuelan los primeros salacot y estruendosa fusilería, en un mundo perdido pero apetecible... Sí, el modelo funcionó perfectamente e inventó el término: "para todos los públicos"; que era tanto como decir: ¡vamos a petar las taquillas!

En esta entrega, los explotadores del filón que puso en letras el escritor Edgar Rice Burroughs (Chicago 1875-Los Angeles 1950), hacen aparecer a Boy, como llovido del cielo, para dar más amplitud al bendecido idilio del jefe de Chita (mejor cornac del mundo) y la adorable (y adoradora) Jane, a quien la maledicencia de los guionistas apuntaba como hacedora de líos que, con gran entrega y sin rencor, el austero simio depilado se encargaba de desfacer.

Y a mí, como a la mayoría de los míos (empecé a verlas avanzados los 60), me gustaban estas livianas historietas; apreciables en su categoría anecdótica, pero poco exigentes en contenidos educativos. Eran forraje industrial para consumidores hambrientos de estereotipos intranscendentes. Lo normal en una España que veía la libertad tras la estela de cualquier contenido que llegara de fuera, máxime si venía con el sello yanqui.

Aunque el fenómeno del hombre que menos gastaba en alpargatas o corbatas (según hipérbole popular) tuvo réplicas, poco recomendables, en todo el mundo. Hay tarzanes hispanos (por los años 70, con Juanas pechugonas: Nadiuska, la extremeña Loreta Tovar, Didi Sherman...), indios (se ahorraban los domadores de elefantes), italianos, turcos, mexicanos, ingleses... y hasta egipcios y daneses.
Sinhué
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