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Voto de Sinhué:
8
7,4
11.354
Acción. Drama. Thriller
Doc McCoy (Steve McQueen) cumple condena de diez años por asalto a mano armada. Gracias a su esposa Carol (Ali MacGraw), un personaje influyente le consigue la libertad provisional; pero, a cambio, el matrimonio tendrá que atracar a un banco. Durante el asalto uno de sus dos cómplices y el vigilante resultan muertos. El superviviente los persigue para acabar con ellos y apoderarse del botin. (FILMAFFINITY)
31 de mayo de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Referente cinematográfico del cine de acción y road movie, "La huida" habla, como otras películas de Sam Peckinpah, de seres acorralados por el destino y pasados errores, que se enfrentan a individuos con más peso y posición social, pero con menos fuerza moral para seguir vivos.
Entre los muchos sinvergüenzas que aparecen en las contundentes historias de nuestro amigo Sam, te sientes obligado a tomar parte por el que ha sido peor tratado por la vida y aún conserva algunos de sus principios y debilidades.
De ahí que nos montemos en el mismo coche que Steve McQueen y Ali MacGraw e intentemos ayudar en el tiroteo y en la conducción, con el convencimiento de que es tarde para redimir a nadie y cuanto mayor sea el número de bajas, menos pútrido y más respirable será el mundo que está oculto tras la polvareda.
Lo que para algunos era un cine que invitaba a la violencia gratuita es para mí una catarsis inocua que me permite eliminar en la pantalla, de manera atlética, a los malos, a los que por nuestra educación religiosa hemos de perdonar lo mucho que nos hacen sufrir, aceptando resignadamente que sigan dominando con sus métodos mafiosos, sus óbolos a las iglesias, sus políticas corruptas y sus inconscientes perros uniformados. Lástima que Sam Peckinpah ya no esté para organizar, aunque fuera en una sesión de patio de butacas, una sangrienta balacera.
Entre los muchos sinvergüenzas que aparecen en las contundentes historias de nuestro amigo Sam, te sientes obligado a tomar parte por el que ha sido peor tratado por la vida y aún conserva algunos de sus principios y debilidades.
De ahí que nos montemos en el mismo coche que Steve McQueen y Ali MacGraw e intentemos ayudar en el tiroteo y en la conducción, con el convencimiento de que es tarde para redimir a nadie y cuanto mayor sea el número de bajas, menos pútrido y más respirable será el mundo que está oculto tras la polvareda.
Lo que para algunos era un cine que invitaba a la violencia gratuita es para mí una catarsis inocua que me permite eliminar en la pantalla, de manera atlética, a los malos, a los que por nuestra educación religiosa hemos de perdonar lo mucho que nos hacen sufrir, aceptando resignadamente que sigan dominando con sus métodos mafiosos, sus óbolos a las iglesias, sus políticas corruptas y sus inconscientes perros uniformados. Lástima que Sam Peckinpah ya no esté para organizar, aunque fuera en una sesión de patio de butacas, una sangrienta balacera.