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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
9
Drama. Romance Francisco Galván de Montemayor, un hombre adinerado de apariencia tranquila, conservador, religioso y virgen, como cada Jueves Santo asiste a la ceremonia del mandatum, el lavatorio de pies que el sacerdote efectúa con singular delectación. Al ver los sensuales pies de una joven sentada en primera fila se queda prendado de su serena belleza. Francisco logra averiguar que la mujer de sus sueños se llama Gloria y va a contraer matrimonio ... [+]
15 de marzo de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El retrato que hace Luis Buñuel de Don Francisco Galván de Montemayor, es el que corresponde al hombre rico e influyente que mira desde lo alto de su caballo a los piojosos mortales que han sido castigados por dios a los duros trabajos y a la miseria; y todo, claro está, por sus muchos pecados y sus pocas virtudes. Agradecido por esta deferencia divina acepta los consejos del sucursalista eclesiástico al que regala con óbolos y banquetes.
Pero hete aquí que el piadoso caballero gusta tanto de los delicados pies de las damas (de los de la señorita Gloria en particular) como el sacerdote de los tiernos deditos de sus monaguillos, y decide restar algo de tiempo a las misas para gastarlo con una bella mujer, novia de un conocido y aficionada también a pringarse con aguas benditas.

Él, que está convencido de que el sol no saldría sin su consentimiento, advierte enseguida que su mujercita es una casquivana de armas tomar y se pone a la dura tarea de ser su guía y salvador, aunque para ello haya de someterla a castigos y privaciones, que tal vez no sean del agrado de los hombres pero, sin duda, satisfacen grandemente al ser supremo.
Todavía hoy, hay grandes hombres como Don Francisco: repeinados, cumplidores de los mandamientos, celosos de lo suyo, circunspectos y que practican la justicia social, con vara o garrote, sobre la cabeza de los demás.
Es tan meticuloso el pincel de Luis Buñuel, que en esta ocasión deja el surrealismo exclusivamente para las alucinaciones, que nos pinta un hermoso fresco repleto de pobres burgueses, caricatos de sí mismos y víctimas de sus rancios convencionalismos, bailando ridículas danzas a la sombra de iglesias y conventos. Hay que mirar con detalle para apreciar que la mayoría de los caballeros y damas bien vestidos tienen pezuñas bajo el pantalón, la sotana o el guardapiés.
Sinhué
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