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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Ciencia ficción. Drama. Animación La necesidad de dinero, lleva a una actriz (Robin Wright) a firmar un contrato según el cual los estudios harán una copia de ella y la utilizarán como les plazca. Tras volver a la escena, será invitada a un congreso, que se desarrolla en un mundo que ha cambiado completamente. Basada en una novela de Stanislaw Lem, se trata del retrato de un mundo que se dirige inevitablemente hacia la irrealidad.
2 de diciembre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después del The end de "El congreso" lo primero que uno necesita es quedarse a solas consigo mismo e intentar reordenar lo que ha visto. ¿Hiper-realidad, ciencia-ficción, viaje lisérgico...? Aunque solo sea para evaporar la incomodidad que, como nube tóxica, circunda tu cabeza.
El mundo de Robin Wright, actriz cuyo oficio está en pleno proceso de refundición, sirve para introducirnos en esa amenazante distopía que aparece cada vez que una máquina deja sin trabajo a un montón de seres humanos y señala como cavernarios a todos aquellos individuos que creían en el derecho a un trabajo digno y bien remunerado. Es el futuro amigo, el imparable progreso, el cercano lugar en el que podrás ser lo que quieras siempre que renuncies a ser tú mismo. Si lo que se aproxima es, efectivamente, esta sociedad ficticia e indeseable en sí misma: ¿por qué tenemos tanta prisa en caer en sus amorosos brazos?

Ari Folman nos trae algo que, en algunos aspectos, está abandonando el campo de la fantasía improbable para instalarse en el del horror impredecible e inmediato. El realizador israelí, nos golpea con una deshumanización diferente a la de Vals con Bashir, pero si cabe más inquietante e imparable que aquella otra.
Cada vez menos, siguen pensando que el devenir mejorará lo ya vivido. Cada vez más, consideran que las herramientas que deberían servir para construir la paz y el bienestar serán utilizadas para cavarnos nuestra propia tumba; por supuesto, de manera tan sutil que la gran mayoría no se enterarán de que están echando paletadas sobre su propio cadáver, mientras consumen sustancias que les hacen creer que asisten a las exequias de Elvis Presley.

No es fácil disfrutar de una amarga profecía (si bien sobran razones técnicas para hacerlo), pero esto no es óbice para que The Congress se lleve un merecido aplauso, aunque yo tampoco hubiera remarcado tanto el ámbito familiar.
Sinhué
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